Zapatos ‘made in Spain again’

La firma alicantina Simplicity Works ha patentado nuevas técnicas de producción, que permitirían a sectores como el del calzado volver a fabricar en España y crear más de 190.000 nuevos empleos

Uno de los efectos de la crisis sanitaria del Covid-19 va a ser la llamada desglobalización. Si hasta ahora se hablaba de avances hacia un posible gobierno mundial, el escenario nuevo apunta hacia el extremo opuesto, hacia una creciente descentralización. En el viejo continente, las tensiones han puesto en evidencia, una vez más, la incapacidad de la Unión Europea de tomar decisiones conjuntas y acciones coordinadas ante un problema común y de consecuencias dramáticas. En el terreno de la industria, también han aumentado los recelos hacia China, país de origen del nuevo virus, que aún hoy sigue asumiendo el rol de fábrica del mundo.

Fruto de esa deslocalización de la producción hacia China en los últimos lustros, la industria manufacturera española ha pasado del 16,2% del PIB nacional en 2010 al 12,6% solo ocho años más tarde. Así lo refleja el Barómetro Industrial 2019 del Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España. Para intentar revertir esta situación, se necesitan iniciativas punteras. En esta ocasión, queremos valorar un proyecto innovador que ya se venía madurando desde antes de que estallara la pandemia. La firma alicantina Simplicity Works se ha propuesto como objetivo hacer más competitiva la industria del calzado gracias a unas nuevas técnicas de producción. Su principal efecto sería la recuperación de la manufactura de estos productos y así mitigar ese proceso de deslocalización que ha llevado a muchas marcas a producir en el gigante asiático. Los responsables de Simplicity Works cifran en 190.000 los puestos de trabajo que podrían crearse en España si se recuperara el grueso de esa industria.

Esta firma ha desarrollado una técnica de fabricación para unir las diferentes partes de zapatos y zapatillas deportivas de forma más rápida, con menor uso de materiales y una gran reducción del coste de producción. Esta innovación ha sido fruto de un desarrollo de más de siete años y se basa en la inyección directa de polímeros a través de un molde, lo que permite sustituir parte de los procesos manuales por la unión ultra-resistente con un adhesivo líquido especial. “Nuestra idea era conseguir una forma más eficiente y rápida de fabricar zapatos, evitando procesos manuales que, generalmente, son el motivo por el que se deslocaliza la producción en países asiáticos, donde los trabajadores realizan labores de cosido y pegado por salarios muy bajos. Gracias a nuestra tecnología, es viable hacer calzado de calidad y a un coste competitivo sin salir de España”, afirma Adrián Hernández, fundador de Simplicity Works.

Las primeras proyecciones sobre el impacto que esta tecnología tendría en la industria española del calzado desvelan un gran potencial, así como su recorrido en otros sectores como el textil o el mueble, que miran de nuevo a la fabricación doméstica. “Europa importa cuatro mil millones de pares de zapatos al año, de los cuales 225 millones ya podrían fabricar con un coste competitivo en España gracias a la escalabilidad de nuestra tecnología, a la que hemos llamado 3D Bonding. Esto supondría la creación de más de 190.000 puestos de trabajo directos e indirectos”, añade Hernández.

A juicio de José Antonio Belso, profesor de Estudios Económicos y Financieros en la Universidad Miguel Hernández y asesor de Simplicity Works, “al menos a medio plazo, las economías no van a volver a la actividad empresarial normal, ni va a regresar el alto grado de permeabilidad en las fronteras al que estamos acostumbrados. En un país como el nuestro, en el que el turismo es la base de la economía, es previsible que tardemos más de tres años en volver a niveles precrisis, por lo que España debe dirigir sus estrategias hacia la industria”. Añade este experto que “en el escenario postcrisis, los Estados deben repensar su papel no sólo como dinamizadores de la inversión, sino también como generadores directos de consumo. Por ejemplo, tanto el gobierno central como los autonómicos podrían desarrollar políticas de compra de bienes básicos hechos en España, en una selección de sectores como el material sanitario, la alimentación o ciertos tipos de vestido y calzado para colectivos profesionales”.