El mundo que vendrá después del coronavirus

El mundo, tal como lo hemos conocido, no será el mismo después de esta crisis global del Covid-19. Habrá una diferencia sustancial entre el antes y el después del coronavirus, una heterogeneidad cuyo alcance y dimensiones comenzamos ahora a vislumbrar.

Mientras luchamos contra la pandemia y comenzamos a entrever las consecuencias de este cambio de paradigma en la historia de la humanidad, nos abrazamos a las posibilidades de la tecnología y de la ciencia como verdadera tabla de salvación. Nunca antes en la historia nos habíamos apropiado de una manera tan global -en el corazón de la actividad de los hombres, de las compañías y de los Estados- de las posibilidades de la tecnología y habíamos puesto en tal alto grado nuestra confianza en ella para afrontar la supervivencia. Nos hemos sentido inermes, y en esta situación de extrema desnudez, nos hemos acogido -algunos países más que otros- a la potencia de la tecnología para superar aquello que nos hace sufrir y nos impide perseverar en la vida.

En consecuencia, el darwinismo tecnológico -la supervivencia de los tecnológicamente más adaptados- es la primera verdad evidente que nos deja la gestión de esta crisis. Su anverso es la corroboración definitiva de lo que Max Weber ya anticipó bajo la tesis del desencantamiento del mundo: la eliminación de toda magia o prestidigitación como técnica de salvación y supervivencia.

La segunda certeza que nos deja esta crisis es que la especie humana, los Estados y los individuos siempre eligen, entre un cierto número de maneras posibles de ser, aquello que son y pueden llegar a ser. La aparente oposición entre tecnología y libertad que se pretende inocular para limitar la aplicación y crecimiento de la primera no solo es falaz sino profundamente mitológica -y mágica a fin de cuentas-.

Al situar la tecnología en el centro de la acción contra el coronavirus, los individuos, las compañías y los Estados están pulsando de manera efectiva el botón de avance rápido en los cambios históricos y en muchas tendencias y tecnologías que ya estaban vigentes. De igual modo, este avance rápido ha puesto al desnudo a aquellos que no estaban preparados, así como ha incrementado las brechas digitales que -no lo olvidemos- ya existían antes del coronavirus.

Desde el teletrabajo a los eventos virtuales pasando por el big data para el control en tiempo real del virus y los robots móviles para su detección y desinfección, las tecnologías habilitadoras -que tal vez resultaban solo familiares para una comunidad tecnológica reducida de héroes- están ahora en el centro del escenario. Como es común en el caso de las respuestas en tiempos de guerra, es más que probable que estas tecnologías y los cambios que conllevan estén aquí para quedarse. ¿Cómo será por tanto la tecnología y el mundo que vendrá tras el virus? Estos serán algunos entre otros de sus protagonistas.

Robótica móvil: robots para la detección y desinfección. Los robots móviles -o vehículos de guiado automático- han demostrado ser un aliado muy potente para la detección del virus así como para la desinfección del trasporte público y los espacios afectados por el coronavirus. Su presencia en los sectores de la automoción, farma, e-commerce y servicios se verá incrementado tras el coronavirus.

‘Big data’: científicos de datos y recolección de datos en tiempo real. Es conocida la afirmación según la cual los datos son el nuevo petróleo en la actual economía digital. Hoy sabemos que esta aseveración está subestimando muy a la baja el impacto y la importancia de los datos. Baste un ejemplo como botón de muestra de lo que será el futuro mundo de los datos. Existe un grupo de trabajo en Estados Unidos integrado por 60 compañías, entre las que se encuentran Facebook, Google e IBM, que está estudiando el aprovechamiento de datos de ubicación y movimiento de los móviles en la lucha contra el coronavirus. Los científicos de datos y los analistas serán los perfiles profesionales más demandados en los próximos tres años.

‘Machine learning’: vacunas y medicamentos más rápidos. La Inteligencia Artificial puede ser un aliado excepcional para gestionar el descubrimiento de vacunas a mayor velocidad. Esta tecnología (por ejemplo, AlphaFold) puede analizar miles de millones de compuestos para detectar posibles fármacos y encontrar patrones de comportamiento en los ensayos de prueba.

Biosensores: atención medica en remoto. La startup tecnológica Medopad ha permitido que los médicos puedan controlar virtualmente a los pacientes enfermos con síntomas. Existen ya dispositivos móviles con biosensores que permiten controlar diferentes signos vitales y realizar el diagnostico automático de enfermedades con ayuda de la inteligencia artificial. Los brazaletes biométricos de control de temperatura y frecuencia cardiaca no serán una distopía tras el Covid-19.

Realidad virtual: comunicación y aprendizaje online. Estamos en el epicentro del mayor experimento de teletrabajo y aprendizaje online de la historia. Basta con observar el crecimiento exponencial de una herramienta de videoconferencia como Zoom que ha alcanzado una capitalización de mercado de 44 mil millones de dólares, cuando apenas hace un año era de 9 mil millones. Si bien la realidad virtual no ha tenido una capilarización suficiente como alternativa a las videollamadas, una vez superadas las barreras de costos es muy probable que asistamos a un crecimiento de esta tecnología que permite que las personas sientan que están juntas en el mismo espacio.

En definitiva, nadie sabe con certeza cómo será el mundo tras el coronavirus. Pero será distinto. Los Estados, las compañías y los individuos están justo ahora decidiendo su futura transformación que recogerá a posteriori la historia. Y esa historia se escribe con T de tecnología y de talento.