Así interactuamos con la inteligencia artificial en nuestra vida diaria

La tecnología de inteligencia artificial (IA) ya está presente en muchas aplicaciones y servicios que utilizamos diariamente. Sin embargo, muchas veces escuchamos hablar de ella como si fuera algo del futuro. Incluso hay quienes la relacionan con una distopía en la que las máquinas dominarán a los seres humanos. Nada más lejos de la realidad.

Quizás la confusión parta de su entendimiento. La IA es un uso avanzado de la computación y la programación para entrenar a máquinas de manera que imiten comportamientos humanos y procesos de pensamiento. Esto lo consiguen analizando datos para resolver problemas y aprendiendo de las respuestas para mejorar continuamente. Que quede claro, todo esto se basa en instrucciones humanas. Las máquinas no toman decisiones por sí mismas.

Partiendo de este punto es el momento de identificar múltiples usos de la IA en nuestro día a día que la mayoría de las veces pasan desapercibidos. Dos de los dispositivos más populares del momento como son Alexa y Google Home utilizan el procesamiento del lenguaje natural (NLP), que no es sino una aplicación de IA, para generar respuestas adecuadas a las solicitudes de sus usuarios. Y lo hacen buscando en sus bases de datos solicitudes similares de otros usuarios y clasificando datos. Estos sistemas se vuelven más inteligentes aprendiendo de las interacciones con una supervisión básica.

La IA está detrás de cada una de las recomendaciones personalizadas que nos hacen plataformas como Netflix, Spotify o Amazon para visualizar películas/series, escuchar música o comprar productos basados en nuestras experiencias anteriores. La variante denominada inteligencia artificial emocional es ampliamente utilizada en numerosos Call Centers. Mediante una computación afectiva las aplicaciones IA pueden detectar el estado emocional de los clientes considerando aspectos como la velocidad con la que hablan, su entonación, las pausas, etc. Combinando estos estados se crea un algoritmo que presenta al personal guiones alternativos y personalizados para cada cliente. La utilización de la IA y el Internet de las Cosas en las fábricas es crítica para producir bienes de forma más rápida y eficiente. Muchos dispositivos de su cadena de producción incorporan sensores que recopilan múltiples datos, desde la temperatura a la presión, e incluso sirven para valorar la productividad del personal y el mantenimiento de las máquinas. Con esta información pueden determinarse las mejores condiciones de fabricación. Por ejemplo, X empleados utilizando la máquina Y a Z temperatura logran una producción optimizada.

El sector de la salud ya se está beneficiando también de la IA. En el diagnóstico de cáncer es necesario comparar decenas de imágenes actuales y del pasado. El ojo humano muchas veces no es capaz de encontrar el estadio inicial. La IA puede ocuparse de eso permitiendo que los médicos inviertan su tiempo mejor en el cuidado del paciente en vez de en estas laboriosas tareas.

Poco a poco se han ido incorporando otros sectores, como los deportes, la música y las artes. La IA compite con la suerte, la motivación y el entrenamiento a la hora de ganar pruebas o partidos. En tiempo real pueden analizarse múltiples datos para predecir comportamientos. En la NBA ya se utiliza como táctica para contrarrestar ciertas jugadas.

Su uso para componer música o letras promete erradicar cualquier bloqueo que tengan los autores. Google ha experimentado creando artificialmente música de piano que acompañe a otro pianista a modo de dueto. Y en DopeLearning es posible crear letras de rap siguiendo reglas que el usuario determine. Por su parte, mediante algoritmos de Deep Learning se están creando obras de arte analizando el trabajo de los artistas más reconocidos del mundo, incluyendo nuevas propuestas culinarias que complementan las recetas de los chefs.

Como vemos, el alcance de la Inteligencia Artificial y la capacidad de las máquinas para aprender es, prácticamente, infinito en un mundo cada vez más digital y colaborativo. Cada vez más organizaciones se interesan por la Inteligencia Artificial convencidas de los beneficios que aporta para simplificar la toma de decisiones, acceder a nuevas oportunidades de negocio e impulsar ahorros. Pero su aplicación no está exenta de retos y no todas cuentan con la capacitación suficiente para maximizar y rentabilizar la IA.

A la complejidad tecnológica que tiene la incorporación de la tecnología IA, se une el desafío de tratar correctamente los distintos datos personales que son operados por los algoritmos. El uso de la Inteligencia Artificial siempre debe ser ético y ajustado a las normativas legales que velan por la privacidad y la seguridad de dichos datos personales.

Lanzarse en solitario a la Inteligencia Artificial puede resultar bastante temerario si no se cuenta con el suficiente conocimiento. Los proveedores de tecnología somos conscientes de estas carencias de partida y de lo importante que es promover una utilización ética de la IA. La creación de Centros de Excelencia IA es una iniciativa que asegura despliegues exitosos gracias a la aplicación de mejores prácticas de la mano de científicos de datos, ingenieros y desarrolladores especializados.

Mediante un roadmap personalizado, que incluya consultoría, pruebas de concepto y mantenimiento/soporte, la IA no solo se hace accesible a todo tipo de organización, sino también segura y ética. De esta manera, se complementan las competencias tecnológicas internas para garantizar la evolución de la IA a las necesidades de la actividad o negocio y a las normativas legales de protección de datos. Estamos viviendo el inicio de una nueva revolución tecnológica y ahora tenemos la oportunidad de decidir su camino como palanca para mejorar nuestra calidad de vida. Eso es lo que hace que me sienta orgulloso de formar parte de un equipo vinculado al desarrollo de la IA, es un reto excitante lleno de posibilidades.