Resultados dispares en una temporada de esquí complicada

Las estaciones de esquí cierran con buen sabor de boca pese a la sequía y las altas temperaturas, pero el esquí nórdico culmina uno de sus años más desastrosos.

Son el ejemplo perfecto de supervivencia. Si preguntáramos en la calle a cualquier paseante cómo cree que ha sido esta temporada de nieve en las estaciones de esquí, probablemente responderá que, supone, ha sido muy mala. Entre finales de 2022 y 2023 se están notando de lo lindo los efectos del cambio climático con temperaturas por encima de la media, de récord en algunas jornadas, y pocas precipitaciones. De hecho, la sequía en Catalunya es preocupante y las restricciones ya han arrancado. Ante este panorama, es poco probable que la temporada haya sido buena. No obstante, con los datos en la mano, las estaciones de esquí catalanas han cerrado con muy buen sabor de boca en una de las temporadas más complicadas de la historia. Superponerse ante la adversidad significa haber cerrado uno de los años más calurosos y secos desde que hay registros con 2,2 millones de forfaits vendidos, lo que supone igualar la segunda mejor cifra de la historia.

Estas buenas noticias no pueden enmascarar, sin embargo, una realidad incómoda. Y es que el cambio climático complicó sobremanera las cosas a estaciones como el Port del Comte, en el pirineo leridano, Puigmal 2900 y Vallter 2000, que tuvieron que cerrar antes de lo deseado por la falta de nieve a raíz de las altas temperaturas y las pocas precipitaciones registradas. Desde el Port del Comte insisten en que mantendrán su estrategia de inversión en máquinas para la fabricación de nieve artificial (el año pasado se destinaron 600.000 euros, pese a que las elevadas temperaturas también limitan la puesta en marcha de los cañones) para mantener su actividad en el futuro. La estación del Solsonès suele facturar unos 1,5 millones al año y ganar alrededor de 150.000 euros mensuales.

Resultados sorprendentes

Pese a las noticias que llegan desde las estaciones que cerraron antes de hora, la mayoría de estaciones cumplieron con creces sus objetivos de ventas. Las que son propiedad de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya -La Molina, Vall de Núria, Espot, Port Ainé, Boí Taüll y Vallter 2000- acabaron con un total de 830.000 forfaits vendidos, lo que supone mejorar en un 1% respecto a la temporada anterior pese al cierre prematuro de Vallter 2000. Contribuyó a estos resultados especialmente la estación de Boí Taüll en la Alta Ribagorça, que con 172.702 días de esquí vendidos superó la cifra de 2022 por un 30%. Según comparten desde FGC, las estaciones del pirineo de Lleida acumularon hasta 2,5 metros de nieve, siendo la estación ribagorzana la que más beneficiada se vio en ese aspecto.

Paralelamente, Baqueira-Beret cerró la temporada en el trono de las estaciones catalanas, como suele ser habitual. El complejo de Val d’Aran terminó con 990.032 forfaits vendidos y 136 jornadas con todos sus kilómetros de pistas disponibles. Los 29 días de nevadas y la producción de nieve de entre 33 y 45 días -según el área- han permitido estas cifras. En la Cerdanya, en Masella contabilizaron casi 380.000 esquiadores, una cifra inferior a la de 2022 pero positiva, según cuentan, porque el año pasado fue de récord y las condiciones no eran las mejores. La otra estación en la comarca, La Molina, de FGC, recibió 324.000 visitantes, un 8,1% menos respecto al año pasado. Con todo, las cifras finales resultaron sorprendentes y todas las estaciones muestran su satisfacción con una temporada que se anticipaba muy complicada.

Descalabro en el esquí nórdico

Peores resultados registraron las estaciones de esquí nórdico, seriamente afectadas por la falta de nieve. El balance final ha sido de una caída del 27% en la venta de forfaits respecto a la temporada pasada y un 25% por debajo respecto a la temporada anterior a la pandemia. Según el balance de Tot Nòrdic, fueron 44.441 los esquiadores que acudieron a las estaciones de esquí de fondo de los pirineos. En esta cifra se engloba los deportistas que acudieron a esquiar, a hacer raquetas y otras actividades relacionadas con la nieve.

Según la entidad, que agrupa todas las estaciones de la zona, la temporada fue, a todas luces, mala, principalmente por la imposibilidad de empezar la temporada cuando lo deseaban y por la imposibilidad de estirarla todo lo que querían y estar obligados a realizar un cierre precipitado. De hecho, la mayoría de pistas no se pudieron abrir hasta después de las vacaciones de Navidad, eliminando de la ecuación tanto esas fechas, como el puente de la Purísima y la Constitución de diciembre, fechas muy fuertes tradicionalmente. La mayoría de estaciones no pudieron ofrecerse a sus clientes hasta finales de enero.

Tras abrir, el mes de febrero trajo nevadas que significaron un respiro de tranquilidad y reactivaron las esperanzas para un cierre de temporada bueno para, volviendo al objetivo primario de todas las estaciones, salvar los muebles. No obstante, las esperanzas quedaron en nada con la gran subida de temperaturas a finales del mes, dejando la temporada vista para sentencia a mediados de marzo, concretamente el día 16.

Por tipos de visitante, Tot Nòrdic destaca la gran caída de ventas de los pases de temporada, uno de sus grandes canales de venta y un indicador del interés del aficionado, porque demuestra el nivel de fidelización de los deportistas. Al final de la temporada, solo fueron 1.357 los forfaits vendidos en esta modalidad, un 12%. Sí mejoró, no obstante, la venta de forfaits a los grupos escolares, un 5% en este caso.

Más preocupantes fueron, con todo, las cifras de los aficionados que acudieron a las pistas a practicar raquetas y los deportistas que optaron por un forfait del día. En el primer caso, una actividad tradicionalmente ligada al turismo familiar ocasional, la caída fue del 38% interanual, mientras que en el segundo fue del 51% respecto al año anterior.

La temporada de esquí terminó definitivamente para dejar en los registros uno de los años más difíciles de la historia con resultados muy dispares. Las estaciones de esquí acabaron mayoritariamente con un buen sabor de boca, pero el esquí de fondo acabó pensando ya en la temporada que viene. El cambio climático, desgraciadamente, anticipa más años como estos.