Un gran paso para coser cicatrices urbanas, aunque falta pasar a los hechos

El soterramiento del ferrocarril en el Área Metropolitana de Barcelona es una de las asignaturas pendientes históricamente, y que sirve para coser las cicatrices urbanas que deja el tren a uno y otro lado de la vía. El desbloqueo de la integración ferroviaria en Montcada y Reixac (con relicitación del proyecto de por medio por la inflación) y el primer paso para hacer lo propio en L’Hospitalet de Llobregat son avances de gigante en esa dirección, si bien falta pasar del papel a los hechos, mientras los tiempos de la obra pública son largos y tediosos.

El Gobierno no se atreve a poner plazos para L’Hospitalet para no decepcionar a los vecinos, en palabras de la ministra de Transportes y exalcadesa de Gavà, Raquel Sánchez, si bien la primera edil de L’Hospitalet, Nuria Marín, augura no menos de una década para ver la obra terminada. El objetivo del Ejecutivo central es poder completar el estudio informativo de la obra antes de fin de año, pero para entonces habrá elecciones generales, y después todo quedará en manos del nuevo Gobierno.

En cualquier caso, una vez se superen los trámites administrativos, deberán impulsarse las licitaciones y adjudicaciones, y después también habrá que lidiar con los recurrentes bajos niveles de ejecución de la obra pública en Cataluña.

Parece que el actual plan de inversiones en Rodalies va bien encaminado, según explicaba en el número anterior de esta revista el coordinador del plan, Pere Macias, que en sus trabajos ya tenía la vista puesta más allá de 2030, para proyectos como la nueva línea Barcelona-Cornellà de Llobregat-Castelldefels, que incluye la opción de un nuevo túnel que cruce Barcelona hasta el distrito 22@.

Mucho ha llovido desde que en 1848 comenzó a funcionar entre Barcelona y Mataró la primera línea ferroviaria de España. El despliegue de la red fue seguido del crecimiento de las ciudades, hasta quedar al pie de las vías, que se convirtieron en una frontera artificial tan infranqueable como una montaña o un río.

Ahora que el tren se erige como el medio de transporte de larga distancia más limpio, tiene también el reto de retejer las heridas urbanas del pasado, para prepararse para el futuro y para que la sostenibilidad que aporta no sea solo en emisiones, sino en cohesión territorial, accesibilidad y en reducción de accidentes, con la eliminación de pasos a nivel, pasos inferiores y pasarelas elevadas.

Sea como sea, para llegar a la meta hay que empezar por la línea de salida, y cada paso cuenta para alcanzar el objetivo, así que bienvenidos sean los proyectos de soterramiento.