La inversión extranjera reconoce el potencial de Catalunya

Nos gusta mucho hablar de lo malo y destacar lo negativo, pero también es necesario explicar las cosas buenas. Parece que, tras verse claramente perjudicada, en términos de inversión extranjera, por un contexto político inestable marcado por el desafío independentista, Catalunya vuelve a coger carrerilla en ese sentido y vuelve a convencer al inversor internacional para que apueste por la región. Las empresas alemanas dictan el tempo de un flujo de dinero procedente del exterior que, por fin, vuelve a subir.

Esta afirmación tiene varias lecturas y, por mucho que sean los políticos precisamente los que ahora celebran las cifras, no todo se debe a su trabajo y buen hacer. Conviene recordar que en este país, y también en Catalunya, el pasatiempo favorito de la clase política es bloquear cualquier medida que lance su oposición. Pactos como los vistos en Barcelona entre el PP, BComú y el PSC son impensables a escala nacional y regional y eso provoca que se lleven a cabo asociaciones indeseables. No es, en este caso, precisamente la clase política la que transmite seguridad.

De hecho, las cifras avalan estas afirmaciones. Desde la Generalitat celebraron que en 2022 atrajeron mediante su intermediación más de 600 millones de inversores profesionales, de nuevo con los alemanes liderando la larga lista de países presentes. Pese a que fue el montante más elevado de la historia, es todavía bajo en comparación con la inversión extranjera total registrada en Catalunya, que se acercaba a los 4.000 millones de euros. Con todo, ambas siguen muy lejanas de los más de 17.000 millones que recibió la Comunidad de Madrid, que aprovechó como nadie la caída de la popularidad catalana por culpa del procés.

En todo caso, el responsable del atractivo catalán es, precisamente, un contexto empresarial propicio para la inversión. Ejemplos son el sector de la salud y el farmacéutico, que agradecen un sistema de salud público formado por profesionales muy cualificados y por investigadores de entre los mejores del mundo. Cambiando al tecnológico, más de lo mismo, con Barcelona erigiéndose como cuna de startups del sector, con un talento joven y muy preparado y con unas empresas que no solo no recela de lo nuevo, sino que lo abrazan para impulsar, entre todos, un contexto en el que las compañías extranjeras confían.

En los próximos meses viviremos unas elecciones que lo pueden cambiar todo y no quedan muy lejos las próximas elecciones en Catalunya. Mientras los políticos se disputan los votos, seguirá siendo el talento, una sociedad abierta, unos centros de investigación de primer nivel y el impulso privado el que siga alimentando un ecosistema que tiene el potencial de volver a colocar Catalunya como el motor de España.