La electrificación abre la nueva edad de oro del motociclismo catalán
La llegada de Silence, Cooltra y Ray Electric Motors ha supuesto un importante impulso a una industria que tenía en Rieju la última marca catalana superviviente desde el siglo pasado. Con Gas Gas, propiedad de KTM, produciendo en Terrassa, el sector catalan de la moto mira al futuro con optimismo.
La electrificación también afecta al sector de las dos ruedas, aunque la velocidad a la que debe afrontar esta transformación es muy distinta a la que tendrá que tomar la industria del automóvil. Y es que todavía se podrán vender motos de combustión a partir de 2035. Lo cierto es que la realidad de ambas industrias es bien distinta y el nivel de emisiones de las motos más modernas en comparación con los coches no tiene punto de comparación. Aun así, eso no quiere decir que los fabricantes de motos no se vayan a electrificar. De hecho, todo lo contrario, ya que la electrificación brindará a Catalunya una nueva edad de oro del motociclismo.
Porque Catalunya y motociclismo siempre han ido de la mano. Bultaco, Montesa, Ossa, Derbi... Los fabricantes catalanes han gozado siempre de un prestigio y un pedigrí internacional. Desde que Simó arrancara la producción en serie de motos en la región en 1924, la historia ha dejado modelos memorables. Ardilla, Taber, Rex y Belfo acompañarían a Simó en esa primera aventura de dos ruedas, a la que darían forma las marcas citadas al principio junto a Sanglas y Rieju. Desgraciadamente, de todas ellas solo Rieju sobrevive en la actualidad, con Derbi en el seno del grupo italiano Piaggio y produciendo fuera de Catalunya tras el dramático cierre de la planta de Martorelles en 2013.
La primera gran crisis para la moto catalana ocurrió en los 80, cuando desaparecieron Bultaco y Ossa y firmas como Montesa o Semsa pasaron a formar parte de las japonesas Honda y Yamaha, respectivamente. Solo Rieju sobrevivió a la purga, dando a luz además una nueva marca, Gas Gas, firma que ahora es propiedad de la austríaca KTM dentro del grupo Pierer Mobility. La industria catalana de la moto estaba de capa caída y toco fondo durante la crisis de 2008, cuando Honda dejó de fabricar en Santa Perpètua de la Mogoda, cierre que siguió al de Yamaha en Palau-Solità i Plegamans en 2012 y al de Derbi en 2013.
Nuevas marcas
Cuando parecía que únicamente Rieju y Gas Gas, ya dentro de la estructura de KTM, sostendrían la industria catalana con sus plantas de Figueres y Salt, respectivamente, llegaron las motos eléctricas y la nueva movilidad. Pese a que, como hemos comentado anteriormente, la realidad de la moto es distinta a la del automóvil, la movilidad eléctrica supuso una nueva oportunidad de negocio, sobre todo en las ciudades. De esa oportunidad nacieron un buen puñado de marcas como Silence, la más representativa, Cooltra o Ray, firmas que, desde el principio, piensan en eléctrico.
Silence es el mejor ejemplo de esta nueva oleada de marcas que han surgido con la electrificación y su crecimiento podría compararse, en el sector de la carga, al de Wallbox. Es una compañía que nació en el momento justo, con ideas muy interesantes y un plan de negocio muy trabajado. El resultado es que, desde 2010, la marca ha crecido hasta convertirse no solo en la marca de motos eléctricas líder en España, sino en Europa.
En 2021, Silence facturó 38 millones de euros y se espera que su producción acumulada alcance alrededor de 41.000 unidades al cierre de 2022. No obstante, la cifra final del año pasado no está confirmada y desde Silence reconocen a elEconomista.es que la cifra de producción reflejará un crecimiento muy notable y una subida significativa de dos dígitos bastante altos. Sin adelantarnos la cifra final, sí nos confirman que será récord histórico para la compañía. Ante estas buenas noticias, lejos de conformarse, Silence seguirá creciendo tras su desembarco en la planta de Nissan en la Zona Franca de Barcelona, donde cuenta con 60.000 metros cuadrados destinados a la producción de sus motos eléctricas y del minicoche eléctrico S04 a partir de 2023. Como nos reconocieron desde la compañía, será la fábrica más grande de Europa para este tipo de vehículos.
Silence basa su modelo de negocio en varias ramas. El primero es la comercialización de sus modelos, la S01 y la S02, al modo tradicional. El segundo es la producción de motos para terceros, como la Seat Mó 125. El tercero es la venta a operadoras de flotas de movilidad compartida, así como su gestión. Por último, han arrancado el modelo de batería como servicio, que propone que el cliente que compre la moto no pague la batería, sino una suscripción mensual que le dé acceso al componente y al uso de sus estaciones de intercambio de batería, donde se puede dejar la agotada y coger una cargada en un minuto.
En pleno proceso de crecimiento también están Cooltra y Ray. La primera, establecida a través de su modelo de negocio de movilidad compartida, está presente en siete ciudades europeas con una flota de 9.500 vehículos entre motos y bicicletas eléctricas. Además, acaba de cerrar una ronda de financiación de 25 millones de euros para expandir su presencia en Europa, donde trabaja en ocho mercados. Cooltra cerró 2021 facturando 31,7 millones de euros y, según adelantan a elEconomista.es, prevé superar los 45 millones de euros en 2022.
Ray Electric Motors, por su parte, nació en 2021 y ya ha lanzado la 7.7, un escúter eléctrico ideado para su uso en ciudad y autovías gracias a una velocidad máxima de 125 km/h. Su plan es facturar 35 millones de euros para 2024 y, para ello, ha invertido hasta el momento 8,5 millones de euros. Tras empezar a producir la 7.7 en agosto, en 2022 prevén facturar alrededor de 5,5 millones euros y crecer hasta los citados 35 millones en dos años. Actualmente, Ray cuenta con 30 empleados, pero su previsión es alcanzar los 120 en cuatro años, mientras escalan su producción de 750 unidades anuales hasta las 10.000 para 2026.
Rieju, gasolina y electrificación
A Rieju y a Gas Gas les toca representar la tradición en esta nueva oleada del motociclismo catalán, pero sin renegar de la electrificación, que, según adelanta Alejandro López, director comercial de Rieju, “será muy importante en la movilidad urbana”. No obstante, López recuerda que “la moto eléctrica en la actualidad solo sirve para la ciudad, pero sus características no la hacen competitiva en la vía interurbana”. Rieju, según confirma López, cerró 2022 con 22.200 unidades producidas -lo que significa duplicar la cifra de 2019- y prevén que en el año 2023 se fabriquen entre un 5% y un 10% más de unidades. “Variará en función del mercado, tanto en el modelo de enduro como en nuestra gama convencional de 50 y 125 centímetros cúbicos”. Precisamente, es esta gama comercial la que coloca a Rieju como la líder del mercado europeo en estos segmentos, sobre todo tras la desaparición de Derbi. “El 65% de los escúteres vendidos en el mercado son Rieju”. En cuanto al negocio de competición y enduro, a través de una plataforma de Gas Gas desarrollada y comercializada como Rieju, López explica que “estamos creciendo” y que permitirá a la marca llegar a nuevos mercados como Finlandia, Australia, Estados Unidos y Sudamérica. “Estamos abriendo nuevos canales a través de importadores con este producto de enduro, que además nos permite introducir el resto de nuestra gama”, señala.
En cuanto a la moto eléctrica, Rieju ya produce la Nuuk, un escúter eléctrico que, entre otros, ha elegido Correos para su flota de vehículos. De cara al futuro, Rieju sufrió un revés al quedar excluida del Perte del vehículo eléctrico del Gobierno, para el que presentó un proyecto que contemplaba la construcción de una planta en Vilamalla de 25.000 metros cuadrados y para crear una cadena de producción dirigida al vehículo eléctrico. López admite que “sin el Perte la inversión se retrasará”.
Desde Rieju no pueden adelantar cifras ni fechas, pero sí que “la inversión dependerá de cuándo empecemos a trabajar en la planta”. “Estar fuera del Perte no evitará que lo hagamos, pero variará los tiempos”, acaba López.