Mitigación y adaptación al cambio climático

La noche del 25 de marzo tuvo lugar La Hora del Planeta, iniciativa nacida en Sidney en 2007 como un gesto simbólico para llamar la atención sobre el problema del cambio climático. Actualmente participan países, instituciones, empresas y ciudadanos de todo el mundo, que apagan las luces de edificios y monumentos durante una hora, pero la lucha efectiva contra la emergencia climática avanza lentamente, demasiado lentamente. Las administraciones públicas elaboran leyes para reducir las emisiones contaminantes que son criticadas por el sector productivo por poner en peligro algunos negocios, mientras otros colectivos reprochan que son medidas insuficientes.

Unos países reivindican su derecho al desarrollo después de que otros contaminasen antes, y poblaciones que viven de la naturaleza junto al mar sufren las consecuencias climáticas de quienes han derrochado recursos y contaminado en exceso a miles de kilómetros. Todos tienen sus argumentos, pero nadie saldrá victorioso si el planeta llega a un punto de no retorno. Este pasado mes de marzo, la comunidad internacional fue incapaz de consensuar objetivos en la Conferencia Internacional del Agua 2023, que organizó la ONU en Nueva York, mientras Catalunya celebró su particular cumbre de la sequía el día 31 a iniciativa del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.

Mirando hacia atrás en la historia, muchas son las especies y civilizaciones que han sucumbido debido a cambios climáticos, y no parece que la sociedad actual llegue a ponerse de acuerdo a tiempo sobre cómo frenar los desequilibrios en el ecosistema que ha desencadenado la propia acción humana. La última esperanza radica en que el desarrollo tecnológico actual permita a la humanidad adaptarse a un planeta recalentado y con fenómenos climáticos extremos.