La sequía arrasa las cosechas y amenaza a la producción energética

Las cosechas de cereales, fruta dulce y fruta de hueso han sufrido caídas muy importantes por culpa de la sequía y las pérdidas se cuentan por millones, aunque la situación no es todavía crítica. Peor es el contexto de los pantanos, a mínimos de su capacidad amenazando con detener la producción de energía

Muchos, cuando piensan en el cambio climático y la emergencia climática, piensan en el calor que han pasado este verano durante las sucesivas y sofocantes olas de calor que han azotado Catalunya. Sin embargo, las consecuencias del calentamiento global van mucho más allá del calor y puede tener repercusiones devastadoras para la economía, sobre todo en el sector primario y en la generación de energía, debido a la escasez de lluvias desde hace muchos meses y por tanto de reservas de agua en los pantanos.

La sequía y las altas temperaturas sufridas este año no son solo cosa del verano. Ya en febrero se tuvo que adelantar la cosecha del cereal tras dos meses de sequía. Cuando se adelanta una cosecha, el problema que se encuentran los agricultores es que hay menor cantidad y menor peso, por lo que, generalmente, adelantar una cosecha es sinónimo de perder dinero. En el caso del cereal, no solo la sequía incidió en la merma de las cosechas, sino el extremo frío, con muchas noches de helada, durante el invierno, también consecuencia del cambio climático. El resultado, según datos de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja), fue una reducción de las cosechas, desde febrero, del 32% respecto a la temporada pasada, lo que se traduce en la recogida de 890.014 toneladas -especialmente de cebada, trigo y avena-, una cifra corta en comparación con los 1,3 millones de toneladas del año pasado. Según la Unió de Pagesos, esta caída supone unas pérdidas de 180 millones de euros.

Con todo, la situación del cereal no es extremadamente preocupante ya que la guerra de Ucrania ha provocado un incremento de la demanda desde países como China y los márgenes del sector se sitúan entre el 10 y el 15% con la subida de precios, aunque los costes fijos operativos también se han disparado por la inflación. Según fuentes de Unió de Pagesos, es todavía pronto para saber las ganancias que dejará la cosecha de cereal en Catalunya, pero no consideran que la situación sea grave, todavía, ya que las consecuencias negativas del cambio climático se han compensado por otros elementos que otras temporadas no entrarán en juego, mientras los efectos del calentamiento global no solo persistirán, sino que empeorarán.

La fruta dulce, la gran afectada por la sequía

Como en el caso de los cereales, el sector de la fruta dulce también empezó a notar los efectos negativos del clima mucho antes del verano. Concretamente, los productores de melocotón y nectarina rezaron para que el pasado mes de abril cesaran las heladas, que amenazaban con azotar sin piedad sus cultivos. Desgraciadamente, la temperatura en el cuarto mes del año fue mucho más baja de lo esperado, con heladas que alcanzaban hasta los seis grados bajo cero en la peor helada en más de cuatro décadas.

Este frío extremo provocó la pérdida de la mayor parte de la cosecha, afectando negativamente a los ingresos de los agricultores y al empleo de las personas que trabajan en el campo. Mientras, la manzana y la pera sí aguantaron ese frío extremo. Su problema sería el calor de mayo, y la ola de calor que terminó por adjudicarle el adjetivo de histórico, y la sequía persistente que sufre Catalunya desde entonces, que no ha mejorado incluso con el incremento de las lluvias en agosto. Este calor sí ha afectado a la manzana y la pera y la fruta de hueso, obligando, otra vez, a adelantar las cosechas y a que los agricultores se encuentren un género más pequeño y dañado.

En cifras, según la patronal Afrucat, la recogida de fruta de hueso será alrededor de un 70% más baja, pasando de más de 550.000 toneladas a apenas 160.000, lo que supone una caída muy significativa que se traducirá en pérdidas de 450 millones de euros. En cuanto a la manzana y la pera, la cosecha se reducirá en un 25%. A diferencia que el sector del cereal, estas cifras sí son preocupantes, porque los márgenes operativos son realmente justos y amenazan con reducir la rentabilidad hasta un extremo poco sostenible. Máxime si se suma un incremento, según cálculos de Afrucat, del 35% en los costes operativos derivados del combustible, el transporte, la logística... Con todo, a menos trabajo, menos trabajadores y desde el sindicato UGT calculan que en la provincia de Lleida se registrará una caída del 75% en el número de temporeros que trabajarán el campo durante este año.

El último sector afectado será el de la uva, que también se ha tenido que adelantar por culpa del calor, lo que, otra vez, repercute en la cantidad, tamaño y calidad del fruto, clave en el sector del vino y el cava catalanes. Según cálculos de la Unió de Pagesos, en este caso la vendimia de 2022 será, “como mínimo”, un 25% menor que la media de otros años “por la sequía que ha sufrido gran parte del territorio y las temperaturas extremadamente altas”. En comarcas como el Alt Camp ya hace días que se está recogiendo la uva de variedades como chardonnay, pinot o macabeu. Según los primeros datos, la cosecha está cayendo entre un 25% y un 50% según la uva. La uva cuenta, además, con el hándicap de un precio realmente bajo, ya que se vende alrededor de 40 céntimos el kilo. La Unió de Pagesos considera este precio “injustificado”, y más teniendo en cuenta que la mayoría de la producción se vende a las 12 denominaciones de origen presentes en Catalunya. “Las DO deben valorar la calidad que exigen estas denominaciones”, dicen antes de cerrar que “además, el extraordinario incremento de costes hace insostenible los precios que se están pagando”.

Pero no todo tiene que ver con el campo. La sequía tiene efectos muy negativos para la generación de energía, hecho crítico teniendo en cuenta un contexto internacional de crisis energética.

La producción más baja en 20 años

Según datos de Endesa, la sequía de 2022 ha provocado la mayor caída de la producción hidroeléctrica en la provincia de Lleida en más de 20 años. Endesa es la principal concesionaria de la provincia y, según confirma, está barajando cerrar o reducir la producción energética de la mayoría de centrales de la provincia a partir de este mes de septiembre. A este vaticinio tan desalentador se suma el cierre de la planta del pantano de Rialb, gestionada por Acciona. El embalse de Rialb se encontraba en agosto al 6,9% de su capacidad, después de que el año pasado por estas fechas se situara casi en la mitad, en el 49%.

Según Endesa, hasta julio la generación de energía en los embalses de Lleida era un 18% menor y un 35% menor en comparación con la media de los últimos 10 años. Entre las centrales que podrían resultar afectados, Endesa destaca la de Camarasa, que podría cerrar tras la temporada de riego en septiembre si la situación no ha mejorado, pero no es la única. El pantano de Oliana, por ejemplo, ya ha restringido en varias ocasiones la dotación a sus regantes y podría ser otro de los pantanos que ve detenida su producción energética. Según la compañía energética, están también bajo amenaza de cierre o reducción de producción la presa de Sant Antoni, en la Noguera Pallaresa y las de los pantanos de Escales, Canelles y Santa Ana, en la Noguera Ribagorçana. Además, podría reducir el caudal del canal de Seròs.

Ante esta situación, desde el Govern se ha creado una Comisión Interdepartamental de Sequía para informar y evaluar la situación y así tomar decisiones personalizadas en cada unidad del territorio en función de los escenarios previstos en el Plan Especial de Sequía. Entre estas medidas destacan algunas como la no trasvasación del pantano de Siurana al de Riudecanyes, en Tarragona, porque la sequía ha dejado el primero en un nivel bajísimo y supondría dejar en un muy mal estado el agua restante en el embalse, lo que además supondría un problema para la fauna del mismo. Desde Pimec, paralelamente, piden a la UE que financie infraestructuras relacionadas con el agua, mientras desde Europa insisten en la reutilización del agua en el sector agrícola. La situación es crítica y año a año irá peor.