El comedor escolar universal y gratuito puede ser una realidad

Llega el mes de septiembre y con él, el inicio del curso escolar. Es tiempo de descubrir, de aprender nuevas cosas, de reencontrarse con los amigos y amigas, de jugar y compartir. En la escuela, donde los niños y niñas pasan muchas horas cada semana, se estudian materias como matemáticas o lenguas, pero también aprenden a relacionarse, viven experiencias y adquieren habilidades que les acompañarán toda la vida. Y dentro de la escuela, el espacio del comedor y el tiempo del mediodía tienen un papel fundamental en su educación.

En un primer momento, pensar en el comedor escolar es pensar en asegurar la correcta alimentación del alumnado, básica para su desarrollo físico, mental y emocional. Comer de manera nutritiva y completa es clave para evitar problemas de salud relacionados con la malnutrición, como la obesidad. Sin embargo, esto es solo una pequeña parte del conjunto de beneficios que comporta para las niñas y niños el hecho de comer en la escuela.

Hay que entender el espacio del mediodía –las horas que transcurren entre las clases de la mañana y las de la tarde- como un tiempo que forma parte del derecho a la educación. En esas casi tres horas, además de asegurar su alimentación, tenemos la oportunidad de seguir dando herramientas a nuestras hijas e hijos para que adquieran habilidades sociales, gestionen mejor los conflictos y aprendan cosas distintas de las que les enseñan en el aula. En definitiva, que sigan desarrollando todo su potencial como personas.

Pero además, el comedor escolar puede ser una herramienta para prevenir el absentismo escolar. En las escuelas en las que trabajamos hemos detectado que es más probable que los niños y niñas que van a casa a comer y están solos en la vivienda porque ninguna persona adulta puede estar con ellos, no regresen a la escuela y se salten las clases de la tarde. Y finalmente, sabemos que quedarse a comer en el colegio contribuye a la conciliación de las familias. No solo para aquellos padres y madres que trabajan al mediodía, sino también para aquellas personas que se encuentran en búsqueda de empleo, para que puedan hacerlo con la tranquilidad de saber que sus hijos e hijas están cuidados y bien alimentados.

En España, de los casi 2 millones de niños y niñas que van a los centros públicos de primaria, más del 44% -unos 860.000- se quedan a comer en el colegio. El comedor escolar es una opción para muchas familias, que pueden escoger entre llevar a sus hijos e hijas, o no hacerlo, en base a sus preferencias. Sin embargo, para muchas otras es un lujo que no pueden permitirse. En las escuelas públicas de primaria de España se computa un coste anual de casi 737 millones por curso de los que las administraciones públicas competentes sólo asumen 191 millones en forma de ayudas y becas. El resto, es decir 546 millones de euros, sale de los bolsillos de las familias. Además, solo el 11% de los alumnos que come en la escuela recibe algún tipo de ayuda o beca para el comedor. Un porcentaje insuficiente si tenemos en cuenta que, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística analizados por Educo, el 33,4% de los niños, niñas y adolescentes viven en situación de riesgo de pobreza o exclusión. Constatamos, una vez más, que como sociedad estamos dejando atrás a los que más lo necesitan.

La situación en Cataluña no es mucho mejor. A pesar de que las administraciones catalanas destinan más de 49 millones de euros en ayudas y becas para que los hijos e hijas de las familias más desfavorecidas se queden a comer en la escuela, estos fondos son insuficientes para llegar a todos los hogares que los necesitan. Son miles los que se quedan fuera cada curso. El que ahora empieza, también.

Para poner sobre la mesa la importancia del comedor escolar como parte del derecho a la educación, en Educo hemos lanzado el informe Comedor escolar universal y gratuito: un objetivo alcanzable. Un análisis que demuestra que el comedor universal y gratuito puede ser una realidad si se convierte en una prioridad política.

Para que todo el alumnado de primaria de las escuelas públicas de España pueda ir al comedor escolar –casi 2 millones de niños y niñas- los Gobiernos deberían invertir 1.664 millones de euros. Siendo la cuarta economía en crecimiento de Europa, se debería tener la capacidad de conseguirlo en un plazo aceptable. Lo mismo ocurre en el caso catalán. Cataluña debería aspirar a que todos los niños y niñas de primaria de los centros públicos –más de 318.000- pudieran tener la oportunidad de ir al comedor, lo que supondría un coste de 360,4 millones de euros anuales.

Los cambios de este tipo requieren tiempo y análisis. Pero para la infancia más vulnerable, la necesidad existe aquí y ahora, en el presente. Ellos y ellas no pueden esperar. Mientras se trabaja por la universalidad y la gratuidad del comedor, es urgente asegurar que todos los niños y niñas de España y Cataluña que lo necesiten accedan al comedor escolar. Y aunque pueda pensarse lo contrario, hay que dejar claro que no van todos los que deberían ir. Las ayudas y becas públicas son insuficientes. Cada curso se quedan fuera más de 482.000 niños y niñas en riesgo de pobreza y exclusión, de los cuales 65.000 viven en Cataluña. Facilitar su acceso al comedor supondría una inversión de 1.073 millones de euros, y para ello hace falta un compromiso real con la infancia más vulnerable.

Desde Educo creemos firmemente que esta inversión es posible y asumible. Es un objetivo razonable, pero conseguirlo implica que deben tomarse decisiones políticas y presupuestarias que tengan en el centro a la infancia. Es nuestra obligación velar por sus derechos. Nos comprometimos a hacerlo cuando España ratificó la Convención sobre los Derechos de la Infancia y debemos cumplir con ello. El cambio hacia una sociedad más justa y equitativa solo puede llegar si se toman decisiones valientes y urgentes. Para ello es importante el compromiso de todas y todos. El nuevo curso escolar es también una nueva oportunidad. No la desaprovechemos y abramos las puertas del comedor escolar a toda la infancia que lo necesita.