Cinco años después del ‘1-O’: el languidecer silencioso

Este 1 de octubre se cumplió el quinto aniversario del referéndum ilegal de independencia que celebró Catalunya, y que todavía tiene consecuencias en la economía y la política catalanas. El tiempo ha ido apagando la incertidumbre para las inversiones, pero la práctica totalidad de las sedes empresariales que huyeron de Cataluña no han regresado ni tienen previsión de hacerlo.

Su negocio sigue teniendo las bases en Cataluña, pero los centros de decisión se han perdido, en un silencioso languidecer que recuerda al que experimentó la región canadiense del Quebec tras su propio referéndum de ruptura. Si en el punto álgido del procés se debieron trasladar por obligación legal los consejos de administración y juntas de accionistas, ahora cada vez más compañías optan por explicar también sus planes estratégicos fuera de Cataluña, y no solo grandes cotizadas, sino también pymes, atraídas especialmente por Madrid, donde se concentra el poder y la generación de la opinión pública.

Una muestra palpable de la pérdida de influencia económica de Cataluña fue la apertura de la temporada 2022-2023 del Gran Teatre del Liceu de Barcelona a finales de septiembre. El antaño templo lírico de la burguesía catalana tuvo entre sus asistentes más destacados a representantes políticos -y tampoco los de primer nivel- y de entidades públicas, mientras que los empresarios y altos directivos de las compañías catalanas más conocidas se podían contar con los dedos de las manos. Un laborable entre semana, no estaban en la ciudad.

Y mientras tanto, los partidos secesionistas están más divididos que nunca y han provocado la enésima crisis del gobierno catalán en un momento muy delicado en la coyuntura macroeconómica europea.