Ofrecer herramientas para evitar la fuga de talento

A veces parece que todo lo de fuera es mejor y optamos, de forma a veces inconsciente, por productos extranjeros. Esto ocurre a todos los niveles, desde la compra de comestibles hasta la elección de la universidad o de la empresa en la que queremos trabajar. Muchos sueñan con volar hacia universidades de renombre en el Reino Unido y Estados Unidos o con trabajar en las tecnológicas de Palo Alto o las automovilísticas japonesas. BMW, Mercedes-Benz o Toyota, por ejemplo, son polos atractores de talento internacional. Pero, ¿por qué no soñar con estudiar en Barcelona? ¿Por qué no querer trabajar en Seat/Cupra? La respuesta es fácil: no se dedica lo suficiente a crear planes de formación y ocupación adecuados para el talento local.

Porque sí, atraer talento internacional a Barcelona es un aspecto clave para que la ciudad continúe siendo uno de los centros europeos de innovación y de las urbes que más startup de éxito crean. Nombres hay muchos, pero el mejor ejemplo es Wallbox, una compañía catalana que se ha convertido en multinacional de éxito y referencia en su sector en solo siete años. Enric Asunción y Eduard Castañeda fabricaron su primer cargador en 2015 y pasarán a fabricar millones de cargadores este año entre las cuatro plantas con las que contarán a finales de 2022, incluidas las nuevas de Barcelona y Austin, Estados Unidos.

Wallbox es una de las empresas que atrae talento internacional, pero también supone una oportunidad para que ingenieros catalanes consigan un empleo en una de las compañías con mayor proyección internacional. Con dos plantas en Barcelona, en la Zona Franca y Sant Andreu, y su sede en la ciudad condal, aspira a facturar 1.000 millones de euros en 2025 liderando el sector de la carga doméstica y pública para automóviles. Por brindarles la oportunidad de formar parte de este increíble viaje, las administraciones deben invertir en formación y complementar una oferta que no deja de crecer en Barcelona y Catalunya a través de compañías que no solo ven el atractivo del tiempo y el networking de la región y la ciudad, sino también la capacidad de los jóvenes españoles para llevar las riendas de los proyectos del futuro.

Delante de los micrófonos todo es idílico, con una oferta de formación profesional que no dejará de crecer, una formación universitaria, en palabras de Pere Aragonès, “buenísima”, pero lo cierto es que el CFPA de Martorell, un increíble centro de formación profesional orientado a la formación dual para profesionales del sector del automóvil se ha pasado siete años parado, impidiendo que 1.200 alumnos anuales se formen en uno de los sectores que más se transformará en el futuro y que más ventanas de oportunidad dará al talento joven. Queremos que los catalanes tomen las riendas del futuro, o dejaremos que se vayan para que llegue talento de otros países.