Comercio y movilidad, urbanismo sostenible pensando en todos

Es indudable que la emergencia climática nos lleva hacia un nuevo modelo de ciudad, más verde, más amable con las personas, más sostenible. Lo apuntaba un informe de la Comisión Europea el pasado 24 de febrero de 2022. Barcelona es una ciudad prospera y universal y cuenta con muchos elementos que la posicionan, tales como la digitalización, la creatividad, la industria 4.0, el sector biotech, la medicina; pero también destaca por su economía de proximidad y en especial por su modelo de comercio urbano.

El sector del comercio minorista en Barcelona genera 98.000 empleos. Esta ocupación no podría ser sostenible sin el gasto realizado por los visitantes metropolitanos. Esta es la principal conclusión del informe La importancia de la economía del visitante de la RMB para re-economizar el centro de Barcelona elaborado por la Unión de Ejes Comerciales Turísticos, Barcelona Oberta. Dicho informe constata que el gasto de los visitantes de los municipios metropolitanos es vital para asegurar la viabilidad del modelo comercial de la ciudad de Barcelona. Más concretamente, el informe revela que los residentes de los municipios de la región metropolitana suponen una facturación de 3.900 millones de euros para el comercio de la capital catalana, un dato que representa el 28% del total del sector. El porcentaje es superior al gasto hecho por el turismo, que supone una facturación de 2.400 millones de euros, y el 18% del total. Finalmente, las compras de los barceloneses se elevan hasta los 7.500 millones de euros, representando poco más de la mitad de la facturación del comercio de la ciudad (54%).

Las políticas de urbanismo y su afectación a la movilidad son la principal amenaza del comercio de la ciudad. El 50,8% de visitantes metropolitanos se desplazan a Barcelona en vehículo privado, mientras que el 40,7% manifiesta llegar a la ciudad condal a través de transporte público. Por otro lado, el transporte público no supone una alternativa real de acceso a la ciudad, puesto que la gente que lo utiliza no tiene otra forma viable de ir. Según los resultados obtenidos, el 75% de los visitantes metropolitanos no usa el transporte público por problemas asociados al modelo y oferta existente. Entre ellos, se destaca el exceso de tiempo invertido (31,1%), el exceso de intercambios (14,2%), la falta de seguridad (9,6%), o la inexistencia de conectividad (6,7%). Por tanto, las compras de visitantes, principalmente del área metropolitana, son una infraestructura básica para mantener el modelo y la calidad del comercio de Barcelona. El impacto del visitante metropolitano en la ciudad no solo incide en el comercio. Según los datos del informe, el 79% de los visitantes metropolitanos también consume en el sector de la restauración y otras actividades relacionadas con el ocio. Más concretamente, el informe calcula que, de cada 3 euros en compras de los no residentes de la ciudad, se induce 1 euro de gasto a la restauración.

No es posible una ciudad sin actividad comercial, al igual que el comercio necesita de la ciudad como base de operaciones. Las políticas de movilidad del Ayuntamiento de Barcelona podrían tener una incidencia directa en la asistencia de los visitantes metropolitanos. De los visitantes que acuden en vehículo privado, el 26,3% disponen del distintivo B, y podrían ver limitada su circulación en la ciudad en caso de prohibir este distintivo en la Zona de Bajas Emisiones (ZBE). Por otro lado, el informe estima que la media de tiempo destinada a llegar a Barcelona desde el área metropolitana es de 35 minutos y la tolerancia a los atascos de los visitantes es de solo 24 minutos. El 58% de los compradores dejaría de venir a Barcelona si no pudiera acceder en coche. El 71% de los residentes de la región metropolitana asegura que cada vez es más complicado ir a comprar a Barcelona y el 58% de los compradores manifiesta que dejaría de venir a la ciudad de Barcelona si no pudiera acceder con su vehículo privado. Esta desconexión emocional y funcional entre Barcelona y su región metropolitana podría tener un impacto de entre 2.800 y 3.500 millones de euros, lo que supondría un impacto devastador para la ciudad. Una desconexión promovida por las medidas de urbanismo que dificultan el acceso en vehículo privado, la ausencia de alternativas adecuadas de transporte público y la aparición de nuevas polaridades comerciales generadas por el comercio electrónico, que presentan una oferta equiparable a la del comercio de la ciudad.

Barcelona Oberta concibe la movilidad como un derecho fundamental básico de las personas, y está a favor de una movilidad sostenible, ahora bien, se necesitan políticas de movilidad claras y consensuadas que faciliten el acceso de residentes y visitantes a los diferentes ejes comerciales. Si se limita la accesibilidad de la ciudad y la gente no acude a los comercios, acabaremos teniendo una ciudad dormida. Por eso es necesario acoger las nuevas tendencias urbanísticas globales entendiendo cómo es la ciudad, su funcionamiento diario, su morfología, la cultura, los desplazamientos que se realizan, etc., y crear una hoja de ruta consensuada que no perjudique la vida de la ciudadanía y que a su vez garantice la sostenibilidad, sin perder residentes y competitividad por el camino. Cualquier cambio de modelo tiene que contemplar la vertiente social y económica. Si al ciudadano se le prohíbe venir en transporte privado, ¿qué alternativas tiene para acceder a la ciudad con transporte público? O sin ir más lejos, según datos del RACC y Área Metropolitana, cada día entran en Barcelona 900 mil vehículos, esto equivale a 1,5 millones de personas. Si mañana decidieran dejar sus vehículos privados en casa, ¿dispone Barcelona de un transporte público metropolitano capaz de absorber esta demanda? No podemos dejar a nadie en la cuneta.

Las ciudades deben avanzar hacia un modelo más ecológico, sostenible y con un urbanismo más amable, con el mínimo perjuicio a sus residentes, visitantes y sin dañar su actividad económica. Barcelona es una gran metrópoli y sus planes urbanísticos y de movilidad deben ser planteados con visión a largo plazo, con base en el bienestar de sus residentes, conexión emocional con su región metropolitana y buena acogida a visitantes y esto solo se consigue con el diálogo.

El gran reto de transformación urbana de Barcelona para hacerla más sostenible y respetuosa con el medio ambiente pasa por recuperar su esencia de ciudad abierta, dialogante y buscando grandes consensos.