Año nuevo, restricciones antiguas y retos persistentes

El año 2022 ha empezado de una manera que nadie esperaba hace tres meses, cuando parecía que la vacunación le ganaba el pulso a la pandemia. Pero llegó la variante Ómicron para desmentirlo y dejar paso a unas Navidades que en Catalunya han pasado con restricciones casi tan duras como las de 2020, incluyendo el toque de queda nocturno y la prohibición de los encuentros de más de 10 personas, además de limitaciones de aforos en hostelería, comercio, deporte y cultura, y el ocio nocturno, una vez más, con la persiana bajada.

Las nuevas restricciones, que persiguen frenar el elevado poder de contagio de Ómicron, suponen una carga adicional para las empresas, que llevan casi dos años sufriendo limitaciones, y que claman a las Administraciones compensaciones inmediatas para poder sobrevivir. La burocracia y lentitud de los trámites públicos es un reto persistente desde tiempos inmemoriales, pero sigue estando pendiente de resolver. Lo aprendido de los errores con las ayudas de la pandemia repartidas hasta ahora, y con las primeras convocatorias de los fondos europeos Next Generation, debería servir para encontrar una solución este 2022.

Está en juego la supervivencia de miles de empresas -muchas en situación de insolvencia no aflorada por la moratoria concursal ligada al Covid-19- y el ritmo de recuperación postpandemia, si es que llega algún día este pretérito perfecto que de momento es un presente continuo. Mientras tanto, además de gestionar la crisis sanitaria y sus consecuencias económicas, no deben olvidarse retos pendientes desde antes de la explosión del coronavirus, y que deberían formar parte de los propósitos políticos del nuevo año. La sostenibilidad y la digitalización que pretenden impulsar los Next Generation son asuntos clave, pero hay más, como la mejora de la formación básica y continua.