La Bolsa y sus beneficios para afrontar el reto del tamaño en la empresa catalana

El entorno macroeconómico y geopolítico en el que nos encontramos lamentablemente desincentiva la incorporación al mercado de las compañías, con un conflicto bélico en Europa que ha disparado los precios de la energía, desbordado las previsiones de inflación y acelerado la subida de tipos de interés a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, hasta en los momentos más adversos es posible encontrar valiosas oportunidades para aquel que las busca en el lugar adecuado. Y en este sentido, los mercados de valores son, sin duda, una de las mejores armas para desarrollar planes de expansión y crecimiento a largo plazo. Si el año pasado los flujos de inversión canalizados a través de OPVs y ampliaciones de capital fue de 24.000 millones de euros, a pocas semanas de finalizar 2022, esta cifra apenas sobrepasa los 5.000 millones. Dadas las condiciones de mercado antes comentadas, esta cifra no es, en absoluto, desdeñable. En los mercados de Renta Fija, las emisiones de deuda corporativa admitidas en el mercado regulado de Renta Fija de BME superan los 100.000 millones de euros, en línea con la cifra del año anterior, y el MARF también iguala prácticamente la cifra de emisión del año pasado, con 11.600 millones.

En cualquier caso, el mercado necesita que sigamos contribuyendo a darle visibilidad con jornadas como la que celebramos el pasado 8 de noviembre en Barcelona junto con la CNMV, la segunda del “Foro sobre las ventajas de cotizar en Bolsa”. Pero, también precisa un marco regulatorio favorable que elimine barreras y que incentive el acceso a los mercados. En poco tiempo dispondremos de una nueva Ley del Mercado de Valores y otra novedosa de Creación y Crecimiento de Sociedades, que agilizarán las salidas a Bolsa y mejorarán su competitividad. Con ello esperamos seguir mejorando el acceso a la financiación, que es el principal fin social de los mercados de valores. Porque el acceso a la financiación es una pieza determinante para el crecimiento, la expansión internacional y la creación de empleo. Según datos del Servicio de Estudios de BME, en la última década la dependencia del crédito bancario de las empresas cotizadas se ha reducido a la mitad, para situarse en el 26% del total de pasivos financieros. Esta dependencia, además, disminuye conforme aumenta el tamaño de la empresa.

Pues bien, el 99,8% del tejido empresarial catalán está formado por empresas pequeñas y medianas y el 70% de la población activa trabaja en una pyme. Estas cifras se sitúan en la región ligeramente por encima de la media del conjunto de España. Las empresas locales destacan por su talante emprendedor y su orientación a la innovación y a expandir el negocio fuera de nuestras fronteras. Muestran un notable arraigo de la empresa familiar, que tiene una gran aportación al conjunto de su economía, pero les vendría bien aumentar su escala, porque crecer en tamaño aporta sostenibilidad y ofrece cierto blindaje en tiempos adversos. Todos estos factores deberían incentivar su aproximación a las Bolsas en busca de oportunidades para afrontar los conflictos de sucesión, ampliar su base inversora y diversificar sus fuentes de financiación.

Algunos empresarios y gestores de pymes miran con desconfianza a la Bolsa porque temen que abrir la compañía a nuevos inversores pueda poner en peligro la independencia en la toma de decisiones. Sin embargo, la colocación de acciones en el mercado puede ser parcial y, por tanto, no comprometer el control de la sociedad. Además, contar con una valoración objetiva y diaria de la compañía puede ser tremendamente útil para que una empresa familiar pueda afrontar los desafíos de la sucesión a las siguientes generaciones. En cualquier caso, la incorporación de nuevos socios siempre aportará visiones diferentes y dotará de una visibilidad y reconocimiento por parte de la comunidad inversora que le permitirá ganar tamaño y continuar apelando a nuevos fondos de manera recurrente mediante sucesivas ampliaciones de capital. Este factor puede marcar la diferencia de una compañía que necesita expandir su negocio fuera de España o asumir una operación corporativa para su crecimiento inorgánico. En este sentido, los mercados BME Growth en la parte de capital, pero también el MARF por la parte de la deuda, suponen una excelente vía de diversificación y fortalecimiento de sus recursos financieros.

Veamos algunas cifras: un total de 27 compañías del mercado principal son catalanas. De ellas solo seis forman parte del IBEX 35 y representan el 14% del indicador por capitalización bursátil, frente a un peso del 20% de la región sobre el conjunto del PIB. En BME Growth, en cambio, hay 11 empresas de esta región, que en su conjunto han triplicado su valor de mercado desde 2018, hasta situarse en torno a los 880 millones de euros. En Renta Fija también encontramos emisores con una vinculación histórica a los mercados y una enorme contribución al desarrollo local, como Fuerzas Eléctricas de Cataluña (FECSA), Gas Natural (ahora Naturgy) o la Empresa de Transportes de Barcelona. ¿Sabían que la construcción del Túnel del Cadí se financió con una emisión de bonos en AIAF? También destacan las operaciones de las antiguas cajas de ahorros catalanas y de los grandes grupos financieros actuales CaixaBank y Banco Sabadell. Y no podemos olvidarnos de las empresas medianas que se financian en el Mercado Alternativo de Renta Fija. Compañías catalanas tan importantes como Mango, Audax, Fluidra, Vall Companys, Sorigué o García Munté disponen de una financiación en el MARF que supera los 1.000 millones de euros. Muchas de ellas han debutado en los mercados a través del MARF, por cierto.

En el sector público, las emisiones de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona han sido pioneras en la financiación regional y replicadas después por otras Comunidades Autónomas. Es decir, que los mercados de valores catalanes son, como vemos, una gran fuente de financiación pública y privada, está bien arraigada en Cataluña y ofrece una contribución histórica a la generación de crecimiento para su economía y prosperidad para sus ciudadanos. Pero esta contribución puede y debe seguir aumentando en los próximos años. Por eso enviamos un mensaje claro y directo a las empresas que miran al mercado como algo ajeno, lejano y complejo. Estamos convencidos de que es un asunto que les atañe, que está a su alcance y que puede abordarse de manera ágil y, sobre todo, sencilla.