El poder de la colaboración público-privada
El mes de marzo empezó y acabó con dos ejemplos significativos que constatan el poder positivo de la colaboración público-privada en la ciudad de Barcelona: el Mobile World Congress y la elección de la capital catalana como anfitriona de la Copa América de Vela en 2024. Sobre el congreso tecnológico y su impacto favorable desde que llegó a la Ciudad Condal en 2006 mucho hemos escrito ya en revistas anteriores. Precisamente su última edición asegurada será en 2024, que es cuando finaliza el contrato actual entre la GSMA y las administraciones públicas locales, regional y central, si bien los organizadores se muestran, salvo imprevistos, dispuestos a renovar una alianza que no solo trae negocio a la ciudad durante los días del congreso, sino que ha contribuido a que Barcelona sea un hub tecnológico internacional.
Respecto a la Copa América de Vela, Barcelona la ha hecho suya en un tiempo récord, con una candidatura elaborada a contrarreloj y a iniciativa de una asociación multidisciplinar que tiene como objetivo la proyección positiva de la ciudad: Barcelona Global. Junto al apoyo de las autoridades locales y autonómicas se ha impuesto sin apenas discusión al resto de candidatas: los organizadores reconocían que la elección había sido fácil por la calidez y flexibilidad que les habían ofrecido a la hora de organizar un evento que dura unos meses, pero cuyos preparativos se prolongan durante casi dos años.
Acoger el tercer mayor evento deportivo global tras los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol en audiencias e impacto local no es barato, ya que la candidatura de la ciudad ha aportado 70 millones de euros, pero espera un retorno de 1.000. Cabe destacar que 25 millones son avales aportados de su bolsillo por empresarios catalanes, que muchas veces lamentan que las administraciones no les tengan en cuenta en otros temas.