Fundación Prima, cooperación científica por el Mediterráneo

La Fundación Prima financia proyectos cooperativos de Investigación y Desarrollo destinados a atajar los retos de los países mediterráneos, en los que viven 500 millones de personas: el cambio climático, la buena gestión de los recursos hídricos y el impacto de la agricultura y la comida

El Mediterráneo es mucho más que uno de los mares de la Tierra. El Mediterráneo baña las costas de muchísimos países de tres continentes, desde España, Francia o Italia en Europa, hasta Marruecos, Argelia o Egipto en África y el Líbano e Israel en Asia. El Mare nostrum vio nacer grandes civilizaciones, jugando un papel importantísimo en la antigua Grecia y Roma. El Mediterráneo, en definitiva, es vida.

Sin embargo, en el siglo XXI, los países bañados por el mar tienen una serie de retos que es vital atajar. Los territorios mediterráneos son unos de los que más estrés hídrico sufren en el mundo y la disponibilidad de agua depende de una buena gestión de los recursos hídricos y de la promoción e innovación en el sector agroalimentario. Además, por sus características y por la influencia del Sahara, el impacto del cambio climático es mayor, con incrementos de temperatura un 20% superiores al resto del mundo. Esto deriva en mayor estrés hídrico, mayor necesidad, más desertización y la pérdida de la rica biodiversidad que ha caracterizado al Mediterráneo en su historia. Además, hay que tener cuenta que viven 500 millones de personas cerca del Mare nostrum, con lo que hay que combatir con rapidez y presteza estos retos. Para ello nació en 2018 la Fundación Prima, con sede en Barcelona.

En palabras de Octavi Quintana, su director, “Prima es un programa en el que participan 19 países de la cuenca mediterránea, más algunos no bañados con el mar como Portugal o Alemania”. Este programa está dotado con 500 millones de euros a repartir en proyectos hasta 2024 aportados por la Comisión Europea y los países participantes. “Cada año repartimos unos 70 millones de euros a proyectos”, dice Quintana, que detalla que estos trabajos “deben tener la voluntad de resolver los problemas que hay en el Mediterráneo. El principal es el cambio climático y su impacto en el agua, la agricultura y la comida. Cada vez nos interesan más las relaciones, los nexos, entre los problemas”. Los proyectos, según explica el presidente de Prima, “deben tener como mínimo tres socios de tres países distintos, uno europeo, otro no europeo y el otro de donde quieran”, “La mayoría son de seis o siete socios. No tenemos ninguno de tres”, concreta.

Los proyectos que se financiarán los decide la misma fundación a través de su consejo de administración, en el que se sientan todos los países miembros. “Financiamos alrededor de 40 proyectos al año, 120 ya desde 2018. Es entre el 5% y el 7% de lo que nos llega. Nos gustaría que se acercara al 20% pero no podemos”, dice Octavi Quintana. En principio, la Fundación Prima tiene fecha de caducidad, 2024, cuando se acabarán los fondos, aunque reconoce que les encantaría seguir y por eso se someterán a evaluación para decidir si pueden seguir después. En 2020, según sus cifras, se destinaron 64 millones a 46 innovaciones. Las propuestas son tan dispares como el Sustainolive, que busca nuevos enfoques para promover la sostenibilidad del olivar en el Mediterráneo, en el que participan España, Grecia, Italia, Marruecos, Portugal y Túnez, o Watermed 4.0, una propuesta para desarrollar un sistema basado en el Internet de las Cosas (IoT) para mejorar la gestión del agua en zonas semiáridas, coordinada también por España y en la que participan Argelia, Alemania, Marruecos y Turquía. En esencia, Prima financia proyectos de investigación y su desarrollo, pero no su aplicación en el mercado, aunque buscan que esté lo más cerca posible del mismo. Todo, con un enfoque muy local.

La riqueza de la cultura

Más allá de los beneficios que la Fundación Prima tiene para el Mediterráneo, que son innegables, cabe destacar el compromiso y el trabajo en equipo de todos los países. Territorios que, en cualquier otro ámbito, no suelen entenderse, como Marruecos o Algeria o Israel con sus países vecinos. “Hemos aprendido muchas cosas”, asegura sin dudar Octavi Quintana. “La primera es que hemos llegado a la conclusión de que necesitamos reglas comunes que se apliquen para todos los países. Esto ha favorecido que muchos de ellos hayan cambiado sus normas para poder trabajar juntos”, añade. “La segunda, que hemos aprendido a usar un lenguaje similar, una forma de trabajar conjunta. Es muy importante”, sigue detallando antes de apuntar que “La diplomacia científica, después de los tripulantes aéreos, son los que mueven el mundo. El hecho de que hablemos continuamente con gente de todos lados y pongamos en común ideas nos permite entender que los demás no son distintos y que podemos trabajar juntos para solucionar nuestros retos”. Por último, Octavi Quintana asegura que “en tres años, nuestra relación ha cambiado mucho. En Europa estamos muy integrados, pero con los países africanos la situación fue más complicada, pero la integración fue posible. Ahora todos aceptan el funcionamiento del programa y sus proyectos”. Antes de terminar, y para ilustrar la importancia de Prima, Quintana, ilustra la situación. “Durante el Imperio Romano, los países mediterráneos eran autosuficientes, ahora se importa el 50% de la comida”.