Carles Aleman, presidente de ICL Iberia y consejero delegado de Iberpotash: “Súria se va a electrificar para hacer una de las minas más modernas del mundo”
ICL ha culminado este verano el grueso de las inversiones previstas en el plan Phoenix, que le ha permitido asegurar la continuidad de la actividad minera de potasa y sal en la comarca del Bages, y afronta ahora una fase de modernización con criterios de eficiencia y sostenibilidad.
Aleman se define como químico de corazón, y en este sector ha desarrollado el grueso de su trayectoria profesional, en la vertiente industrial, aunque de estudiante pensaba en dedicarse al diseño de fármacos. Además de licenciado con Máster en Química por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), lo es en Farmacia por la Universitat de Barcelona (UB) y en Ciencias Empresariales por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), así como MBA (Márketing) por Esade. Llegó a ICL Iberia en 2013 como responsable del negocio de la sal, después de nuevos desarrollos, y desde 2017 ocupa la máxima responsabilidad de la filial ibérica del grupo israelí ICL.
Se estrenó en el cargo en 2017 solicitando y consiguiendo una prórroga de actividad de dos años para el depósito salino del Cogulló, que debía cerrar por orden judicial...
Empecé en febrero y el Cogulló debía cerrar en junio según la sentencia vigente. Sin prórroga para el Cogulló, la viabilidad de la empresa estaba en entredicho porque suponía parar la mina de Sallent, y el juez aprobó dos años más de margen, vinculados a compromisos ambientales. Dio estabilidad porque la situación era muy crítica, ya que se estaba invirtiendo más dinero del previsto, y para la continuidad necesitábamos las inversiones del plan Phoenix y acabar los proyectos que estaban empezados.
¿Qué ha supuesto el plan Phoenix?
Ha servido para poner las bases del presente y el futuro, y ahora viene la etapa de la eficiencia, mejorar la productividad y ser sostenibles con la economía de escala de unir las instalaciones. Iberpotash era de los productores de potasa más caros del mundo, y los más caros han cerrado.
Con la nueva rampa de la mina de Súria inaugurada en julio culmina el grueso de inversiones del plan Phoenix. ¿Qué inversión ha supuesto el plan hasta ahora y qué queda pendiente?
La rampa nos permite duplicar la producción en Súria hasta el millón de toneladas anuales desde el año que viene y eliminar tráfico de camiones. Cada día hacíamos 800 transportes cargados con 25 toneladas de mineral a través del pueblo, de forma que desaparecen esas molestias y emisiones y aumenta la seguridad vial. También lo conseguimos con el aumento del transporte ferroviario hasta nuestra terminal del Puerto de Barcelona. Hasta el año pasado hacíamos 2-3 trenes diarios, este año 3, y el año que viene 4, pasando además de 21 a 24 vagones, y tenemos firmado hasta 7 trenes diarios. Asimismo, si queríamos llegar a mercados más lejanos con la sal, que es de menor valor económico que la potasa, debíamos mejorar la logística. Ahí entra la nueva terminal portuaria de 2020 en Barcelona y la carga de megabarcos de hasta 80.000 toneladas. Ahora nos cuesta menos llevar una tonelada por mar a Estados Unidos o Brasil que en camión de Súria a Zaragoza. No seremos el productor de potasa más barato del mundo, estaremos por la mitad de la tabla, pero sí de los más competitivos logísticamente, si no el que más.
¿Y en sostenibilidad? Las reclamaciones ambientales contra la actividad minera han sido una constante en la trayectoria de la compañía...
Hemos sido la primera empresa europea que ha recibido el certificado de minería sostenible. Ahora queremos trabajar de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y producir toda la potasa que podamos pero sin lanzar más sal a las montañas, y para hacer eso hemos firmado con la Generalitat el nuevo colector de salmueras y traemos agua de la depuradora de Manresa a Súria. Sin olvidar la restauración de Sallent, donde están las montañas salinas del Cogulló y la Butjosa. Ya ha bajado 5 metros de altura uno de los sectores de la Butjosa, montaña de sal que está previsto desmantelar en 5 o 6 años. El colector nuevo en Sallent, previsto para 2024, permitirá acelerar la restauración, y luego empezaremos con el Cogulló, donde estamos estudiando hacer una planta solar. El futuro colector de salmueras nos supondrá 98 millones de inversión de los 110 totales, ya que una parte es de aportación pública. El tramo Manresa-Sallent estará operativo en 2024, como he dicho, y el ramal que va a Súria-Cardona en 2025.
Hemos invertido más de 500 millones de euros con el plan Phoenix, y queda por finalizar el colector y todo el apartado de modernización.
¿En qué se quieren modernizar?
Súria se va a electrificar para hacer una de las minas más modernas del mundo, pero un camión de los que circulan por la calle no vale en la mina, porque deben subir pendientes del 20% con temperatura y ambiente salino. Cada batería de estos camiones para la mina pesa 5 toneladas. Los jeeps tampoco son los habituales porque tienen una cubierta reforzada por si hay desprendimientos. También hay planes de digitalización de la mina y de la gestión de la sal. Este año hay un presupuesto aprobado de 72 millones de euros y para 2022, 70 millones de euros, dentro del plan quinquenal 2022-26, incluyendo inversiones de mantenimiento y de crecimiento.
¿Cuál es la inversión ordinaria anual?
Solo mantenimiento de estructura, sin maquinaria, son unos 20 millones anuales, aunque depende del año.
¿Se hará una segunda planta de cristalización de sal vacuum y potasa blanca (sal y potasa puras), como se contemplaba cuando se abrió la primera?
La parte principal de la planta actual va para industria electroquímica (cloro y sosa), una parte para tratamiento de aguas y alimentación, y la potasa blanca para fertilizantes o industria electroquímica. Estaba en estudio hacer otra planta, pero de momento está en stand by, porque el mercado del cloro ha tenido muchos cambios y preferíamos esperar a ver cómo iba la primera para mejorar el diseño de la segunda. Y la sal de deshielo parece el patito feo porque vale poco, pero es la que se vende más, y estamos haciendo una nueva planta en Súria para finales septiembre, externalizada. Sustituye a una anterior y aumenta la productividad. Este año hemos vendido toda la producción porque fue un invierno duro, pero el anterior no porque nevó menos; dependemos del tiempo. La logística competitiva con los megabarcos nos ayuda para vender a destinos lejanos como Estados Unidos, que es un mercado muy importante en sal de deshielo.
La rampa y la nueva terminal del Puerto de Barcelona ya están operativas pese a los retrasos, ya que estaban planificadas para 2015. ¿Llegan en buen momento?
Siempre son bienvenidas, y también tenemos una nueva planta de carga de camiones y trenes en Súria que ha entrado en funcionamiento ahora. Hubiese sido mejor antes, porque nos hubiésemos ahorrado problemas. Sin la pandemia, hubiésemos tenido todo el año pasado. Aunque solo cerramos dos semanas, la movilización y desmovilización supone cuatro o cinco meses de afectación. Cuando paras la mina, no puedes cerrarla e irte, necesitas un equipo mínimo de mantenimiento de las galerías y sacar toda la maquinaria fuera para que no sufra desperfectos.
¿Prevén nuevos usos y mercados para el incremento de producción?
Usos no pero mercados sí, aunque ya exportamos el 80% de la producción. La potasa tradicional va para fertilizantes, la sal vacuum para industria química y tratamiento de aguas y alimentación, y la potasa blanca para fertilizantes y química. Ya vendemos potasa a todo el mundo. Brasil, China, India y Europa son los principales consumidores de potasa, y Marruecos también es importante. En la potasa funcionamos comercialmente como grupo, con la matriz de Israel, intentando optimizar la logística. Y la sal de deshielo va sobre todo a Europa y EEUU, pero queremos incrementar la presencia en EEUU. Por su parte, la sal vacuum va a la industria electroquímica nacional, y con la pandemia no paró la sal porque se necesitaba para cloro y lejía. Y la sosa es básica para la industria química.
¿En cuánto se incrementará el consumo de agua con el aumento de producción?
Crecerá pero en menor proporción que la producción: ahora utilizamos un 26,33% menos por tonelada tras las mejoras de eficiencia. También tenemos un programa de eficiencia energética y toda la electricidad que compramos actualmente es verde. Siempre buscamos optimización de procesos. Por ejemplo, con secaderos más eficientes que se están haciendo, con una máquina que estará operativa entre finales de este año y principios de 2022 y secará más cantidad de material con menos consumo eléctrico. Y también estamos trabajando el tema de la economía circular.
¿Cuál es la vida estimada de la mina de Súria?
Tenemos concesión hasta 2067 y aún habría más mineral, no lo acabaremos. Hacemos sondeos a 5-10 años vista, a medida que vamos avanzando. El mar cantábrico llegaba hasta Montserrat, y luego se cerró por el norte y quedó un espacio como el mar muerto sobre el que estamos.
La mina de Vilafruns, entre Sallent y Balsareny (Barcelona) preveía cerrar en 2015 pero se retrasó por la demora en la rampa de Súria. La producción de la mina quedó parada sin plazo de reanudación el pasado 25 de junio tras la muerte de un trabajador, el segundo en el periodo de un mes...
La producción está parada pero se están mirando posibilidades de futuro, todavía no se ha decidido el cierre. Quedan 20 empleados allí para mantenimiento de la mina y la restauración de la Butjosa, y el resto están en Súria, e incluso hemos contratado más trabajadores y prevemos contratar más el año que viene.
¿Cuántos empleados tiene ICL y las diversas subcontratas con las que trabaja?
ICL Iberia tiene 800 empleados, más contratas de actividad diaria de 400-450 personas, y contratistas para proyectos concretos, que es una cifra muy variable.
Durante la pandemia cayó la demanda y el precio de la potasa. ¿Cómo está ahora?
La demanda china bajó porque cerraron todo y bajó el precio. Paramos producción 15 días, pero retomamos después de Semana Santa y en junio ya estábamos al 100%, con una subida gradual de la producción, y teniendo en cuenta las limitaciones de la pandemia. Ahora los precios están subiendo y estamos recuperando los precios de principios 2020.
¿Les ha impactado la elevación de costes del transporte marítimo?
Sí, han subido más del 50%, pero le han subido a todo el mundo, así que seguimos siendo competitivos.
¿Cómo les afecta la falta de mejores accesos al Puerto Barcelona y Tarragona?
El sector químico es muy importante para Cataluña y España. Antes de llegar a ICL trabajé en el polígono petroquímico de Tarragona con Basf, y el Corredor Mediterráneo es necesario. Nosotros estamos centralizando la actividad portuaria en Barcelona y de momento no nos afecta gracias a nuestra conexión directa entre la mina y el puerto con FGC, pero si queremos llevar sal para el sur de Francia sí nos afecta el no tener ancho de vía internacional. Pero no es que sea necesario solo para nosotros, lo es a nivel economía española.