En búsqueda del equilibrio que permita la supervivencia del turismo
Se acerca el verano, el segundo verano tras la aparición de un virus que ha cambiado el modo en el que vivimos, nos relacionamos, trabajamos y consumimos. Hace tanto que muchos ya nos hemos adaptado a esta ‘nueva normalidad’, pero cabe recordar que otros tantos, como los 35.000 profesionales del sector hotelero que siguen en Erte solo en Barcelona, no solo no pueden trabajar, sino que no saben si podrán hacerlo siquiera este año. La vacunación y una evolución alentadora de los indicadores de la pandemia tras la semana santa permiten creer el turismo podrá reactivarse este verano, sobre todo gracias al turismo local y a lo poco que pueda venir de otros países. La realidad, sin embargo, es que todavía queda mucho trabajo por cumplir.
La incertidumbre impera en la actualidad. No sabemos cómo evolucionará la pandemia, si estamos a salvo de una cuarta ola antes de que vuelva el frío, si es el principio del fin o, simplemente, un respiro, si el turismo internacional, sobre todo procedente de países con una vacunación avanzada, recobrará volúmenes importantes o si podrán celebrarse algunas ferias importantes como el Mobile World Congress, programado para finales de junio. Tanta es la incertidumbre que, por no saber, no sabemos cuándo habrá un gobierno esable en Catalunya, en busca aún de presidente tras semanas de disputas entre varios grupos políticos que buscan lo mismo: la independencia y la hegemonía del independentismo. Y ahí está el problema: no vale solo con ganar, hay que dejar en fuera de juego al rival.
Entre tanto, el sector turístico reclama más facilidades para reactivar su negocio. El fin del toque de queda, un horario más amplio de la restauración, la admisión de los cruceros internacionales o las facilidades de viaje para personas vacunadas serían algunas de las medidas que facilitarían la entrada de turistas procedentes de otros países. Pero tampoco es cuestión de abrir rápidamente para favorecer al negocio, pues los indicadores podrían descontrolarse y generarse una nueva ola de contagios, sobre todo sabiendo que en Catalunya la cifra de vacunados está lejos todavía de lo deseable para el mes de mayo.
Encontrar el fino equilibrio entre la actividad y la prevención se antoja ahora más importante que nunca, ya que el sector turístico no clama por capricho, sino por necesidad. Los 2.100 millones que dejaron de ganar los hoteles de Barcelona en 2020 son solo un ejemplo de lo mal que lo está psando. Según datos del Gremio de Hoteles de Barcelona, el 30% de sus hoteles ya ha abierto, quedando aún siete de cada 10 cerrados. El problema es que algunos, todavía no se sabe cuántos, no volverán a abrir. La creciente inversión hotelera es motivo de optimismo, pero no debemos apresurarnos, aunque tampoco dejarlo todo como está. Desde el Govern deberían aparcar sus diferencias, formar gobierno y, por una vez, actuar.