Faro Barcelona, décadas de éxito adaptándose a las necesidades de iluminación

El consejero delegado de Faro Barcelona explica su modelo de negocio basado en el diseño democrático y en la coherencia, buscando ser responsables con la sociedad

Saber identificar las necesidades del mercado, las de los clientes, las de los trabajadores... Conocer la realidad en la que vivimos y adaptarse a la misma para ofrecer un producto coherente, moderno y asequible. Si se reúne todo esto, y además se suma un producto necesario para todo el mundo, como en este caso es la luz, la receta solo puede desembocar en éxito. Faro Barcelona lo tiene todo, filosofía que hereda probablemente de su condición de empresa familiar. Esta marca de iluminación ha sabido reinventarse con el paso de los años, variando su negocio según las necesidades de la sociedad para no dejar de crecer. “Faro Barcelona nació en 1946 como un pequeño negocio de pilas tras la Boqueria”, recuerda Xavier Martín, consejero delegado de la compañía. “Luego se convirtió en una fábrica de flexos en una época de posguerra en la que se hacían piezas de ensamblaje en casas. Esto lo fueron trabajando durante 20 años”, añade. Solo estas declaraciones demuestran la evolución de una compañía que, cuando entró su actual presidente, Carlos López, volvió a dar un vuelco a su negocio.

“Carlos convirtió la compañía en importadora de producto asiático de iluminación. Quería cumplir el máximo número de necesidades del sector retail. El negocio en España estaba microsegmentado y había mucha especialización en cada nicho de mercado”, expone Martín. “Dándose cuenta de eso, Carlos pensó que aunarlo todo en una sola oferta sería muy eficiente”, añade. Así, Faro Barcelona consiguió alcanzar los 7.000 clientes entre España y Portugal en una fórmula que funcionó hasta bien entrado el nuevo milenio. “El producto chino estaba estigmatizado como producto barato de poca calidad. En 2003, cuando entré yo en la empresa, cambiamos el modelo porque vimos que importar mucho producto asiático ya no era eficaz”, concreta Martín. Con su llegada a la empresa, Faro Barcelona se convirtió en fabricante y diseñador y buscó internacionalizarse expandiéndose a otros mercados. Actualmente trabajan en 117 países de todo el mundo y han ganado muchos premios de diseño. “Tenemos un catálogo de diseño propio y otro con artículos de trading. Tenemos una gran oferta”, señala.

Diseño democrático

Lo que en Faro Barcelona llaman diseño democrático es el punto diferencial de su negocio en la actualidad. “Trabajamos el nicho del diseño asequible. Las empresas debemos ser más conscientes del momento en el que vivimos. Ya no hay sitio para la empresa que no tiene en cuenta el precio justo”, dice el consejero delegado. “Buscamos ofrecer un producto con un precio que el resto perciba que es justo y que además está en el entorno de la sostenibilidad, del impacto social importante, que tiene poco impacto ambiental...”, repasa. El modelo de negocio de Faro Barcelona es B2B, es decir, venden sus productos a otras empresas. “Lo que pasa es que nuestros distribuidores van luego al consumidor final”, recuerda Xavier Martín antes de detallar que “diseñamos pensando en la utilización, en el confort lumínico. La luz es un elemento de vida”. “Siempre pensamos en cómo se va a utilizar, búscamos su propósito. No es lo mismo una luz para que una persona pueda leer mejor en la cama que la iluminación de un salón”, explica el directivo.

Todo ello, pero, sin que se dispare el precio. “Obviamente queremos ganar dinero”, dice Martín. “Pero una cosa es ganar dinero y la otro excederse. La riqueza hay que distribuirla para que nos vaya mejor a todos. Hay cosas que son inmorales en el mundo del diseño y del lujo”, lamenta Martín. “Nosotros, como fabricantes, sabemos cuánto cuestan las cosas y cuando vemos según que márgenes nos parece indigno”, dice antes de matizar: “entiendo que hay que pagar el I+D, el marketing, pero no entiendo todo lo demás”. Esta mentalidad de ganar dinero de una forma responsable es propia de su historia como empresa familiar. “El capital es paciente. Buscamos rentabilidad pero no apretar. Esto también se traduce en un mejor trato de los trabajadores porque nos centramos en las personas, no en los números”, expone Martín. “Yo creo que toda esta filosofía acabará penetrando en la sociedad y las compañías que la sigan serán las que tendrán sentido. Las compañías antipáticas o indignas serán expulsadas del mercado, así como las que mientan diciendo, por ejemplo, que son sostenibles si no lo son”, vaticina.

Con todo, pese al paso del Covid-19, que tuvo cerrado el negocio durante los meses más duros, Faro Barcelona mantuvo motivados a sus trabajadores con reuniones virtuales. Al cierre del año, Martín recuerda que “la caída de la facturación fue del 9%, con buenos resultados en rentabilidad y sin ninguna baja directa en el personal”. Para este año, prevén crecer un 20 o 30% respecto a 2020 porque el año pasado sacrificaron mes y medio de producción. “Espero acercarnos a 2019”, termina.