Andreu Gomà, director general de Escofet: “Muchas de las transformaciones urbanas rápidas por el Covid se convertirán en permanentes”

Escofet ha crecido junto a la ciudad de Barcelona desde que fue fundada en 1886, acompañando la explosión del modernismo, la Barcelona Olímpica, la del Fórum de las Culturas, la ampliación de Fira de Barcelona, la remodelación de la Diagonal y más recientemente la peatonalización vinculada a las súpermanzanas, entre otros

La huella de Escofet se puede ver literalmente en casi cada esquina de la capital catalana, dado que son los autores de la icónica baldosa con forma de flor de las aceras; de la loseta hexagonal gaudiniana del suelo de Paseo de Gracia; del suelo ondeante de La Rambla; del pavimento y mobiliario urbano de la mayoría de reformas de la ciudad -del paseo de Sant Joan a la plaza del Born, pasando por el distrito 22@ y la Rambla del Raval-, y también han aportado su grano de arena a edificios como el Palau Sant Jordi, la Sagrada Familia o la reconversión de la plaza de toros de Las Arenas en un centro comercial. En Escofet, con sede en Martorell (Barcelona), son referentes en elementos urbanos y arquitectónicos de hormigón, y por ello son reconocidos mundialmente, con proyectos firmados en más de 40 países junto a reconocidos arquitectos.

¿Qué peso tienen los proyectos en Barcelona en el total del negocio?

Escofet está vinculada a la ciudad desde los orígenes, pero en los últimos años se ha ido internacionalizando y ahora el gran peso del negocio es internacional. Barcelona sigue siendo un referente porque como ciudad es un modelo en arquitectura y diseño urbano y nuestra actividad está estrechamente vinculada a eso y hay una gran asociación de Barcelona y la marca Escofet. Pero desde el punto de vista de negocio, el peso es relativamente pequeño y no superará el 5%.

Es sobre todo una imagen de marca...

Sí. Nos ha ayudado muchísimo el estar emplazados en Barcelona porque desde el nacimiento de la empresa ha habido un ecosistema de arquitectos y diseñadores de primer nivel, y una de las características de Escofet es el diseño, y el haber trabajado con estos arquitectos, diseñadores y urbanistas nos ha dado una gran proyección internacional.

¿Y qué peso tiene el negocio en el resto de España y en el extranjero?

El 70% de nuestra actividad corresponde a exportación. Tenemos una presencia muy fuerte en Europa, Estados Unidos y Oriente Medio, y poco a poco vamos entrando en Asia y Europa del Este. El proyecto internacional se inició hace 20-25 años con una apuesta fuerte de la empresa y somos referente en mobiliario urbano de hormigón.

Escofet nació como empresa de pavimentos y actualmente cuenta con tres divisiones más: la mencionada de mobiliario urbano, hormigón arquitectónico e iluminación. ¿Qué peso tiene cada una?

Actualmente entre el 20% y el 25% del negocio corresponde a edificación con hormigón arquitectónico, con diseños únicos para edificios singulares, y básicamente de carácter nacional, aunque también tenemos proyectos internacionales. Y el resto es ambientación urbana -pavimento, mobiliario e iluminación-, con un grado de internacionalización muy alto y vinculado al proceso de transformación de las ciudades.

¿Cuántos de sus proyectos son diseños específicos y cuáles son venta de modelos existentes?

En hormigón arquitectónico es todo personalizado porque son edificios singulares, y en ambientación urbana la customización de productos suele ser un 15 o 20% del total, depende del año. El resto es producto estándar, aunque es cierto que muchos nacen para una obra y se incorporan luego al catálogo de Escofet.

¿Cuánto dedican a innovación y diseño?

Más que una cifra es un proceso constante, no hay una partida concreta. Innovamos en geometrías, moldes, materias primas, dosificaciones, hormigones y es un proceso constante. Intentamos hacer una I+D más disruptiva, pero viene básicamente por la relación permanente con los arquitectos y diseñadores. Es un proceso que tenemos integrado en nuestro día a día.

¿Prevén incorporar alguna división más en el futuro?

Ahora cubrimos un rango muy amplio de productos vinculados con la ambientación urbana e intentamos crear sinergias comerciales y de producto. En nuestros planes no está diversificar, pero sí tenemos oportunidad de desarrollar nuevos productos en cada una de las líneas de negocio, y recorrido y oportunidades en el ámbito internacional. Ahora, con la pandemia se han acelerado procesos que se estaban dando en las ciudades, como la recuperación del espacio público para las personas en vez de los vehículos. Esto provocará un cambio importante en el diseño de las ciudades que generará nuevas oportunidades para empresas que, como nosotros, intentamos incorporar elementos en el espacio público. Se van a sustituir muchos metros cuadrados destinados al coche para el disfrute de las personas. Es algo que estamos viendo en Barcelona. Y también hay tipologías de producto que van cambiando y ahí vemos bastantes oportunidades.

¿Hay planteamientos urbanísticos que van a cambiar para siempre?

Algunos tienen un carácter coyuntural. En los medios está apareciendo el concepto de urbanismo táctico: transformaciones rápidas con un horizonte de corto plazo que se ejecutan en las ciudades -como nuevos espacios para las terrazas de los bares y para peatones-, pero muchas de estas transformaciones al final se quedan y se convierten en permanentes. Adaptarnos a estas nuevas necesidades y dar respuesta forma parte de nuestro horizonte a medio plazo.

El Ayuntamiento de Barcelona repartió bloques de hormigón en la calzada para separar el espacio de circulación del peatonal ampliado por la pandemia. Ahora serán retirados por su peligrosidad en caso de accidentes de tráfico ¿Desde Escofet han propuesto alternativas?

Pensamos que el hormigón como material es muy apropiado para las nuevas actuaciones en el espacio público, por sus características de durabilidad, bajo mantenimiento y fácil instalación. Si exportamos en todo el mundo es porque desde un punto de vista formal, el producto encaja muchísimo con este tipo de actuaciones. En este caso es verdad que en la época de confinamiento el Ayuntamiento tuvo que tomar medidas drásticas y rápidas en extensiones muy amplias de calle y tenía algunas deficiencias vinculadas con la seguridad. Hemos propuesto una alternativa al ayuntamiento con algún elemento que tenga en cuenta la seguridad del motorista y el vehículo.

Su especialidad es el hormigón, pero también trabajan con metal, madera, cristal y plástico ¿se plantean ampliar la gama de materiales o potenciar alguno de los existentes?

Nosotros investigamos permanentemente en el ámbito de los hormigones y ahora hay nuevas composiciones que permiten formas complejas muy orgánicas. Además, hace muchos años que trabajamos con madera y metal, y queremos trabajarlo a fondo, y también hay oportunidades para elementos multimaterial, sobre todo en asientos, segmento en el que somos muy fuertes. También tenemos aparca bicicletas y papeleras, y los diseños de los elementos urbanos van a cambiar, como el típico banco de fundición. Hay nuevas zonas con usos más diversos, no solo de asiento, por lo que el elemento tiene que tener un aspecto distinto. También hay potenciación de áreas de pícnic, y de jardineras para renaturalizar la ciudad. Las supermanzanas son un ejemplo de espacios donde se intenta potenciar usos nuevos, y con elementos urbanos que tienen características multiusos: de asiento, de espacio de juego, para comer, para tumbarse... Se trata de elementos que crean espacios que permiten interacción.

¿Han modificado modelos existentes para adaptarlos a la pandemia?

Nuestros procesos de diseño son largos. La adaptación de los elementos que ya están en la calle la han hecho los ayuntamientos.

¿Cuánto se tarda desde que idean un concepto hasta que llega a la calle?

Pueden pasar años, porque trabajamos bajo prescripción de la mano de los arquitectos, desde el inicio del proceso. En los productos customizados, desde que se dibuja hasta que se coloca en la calle pueden pasar dos años o más. Y para productos nuevos de catálogo, pasan entre dos y cinco años. Los que más vendemos ahora se generaron hace 10, 15 y 20 años y todavía son productos perfectamente vigentes.

¿Tienen todo centralizado en Martorell?

En Martorell tenemos las oficinas centrales y la parte técnica e industrial, y también tenemos una filial en México con un socio local y producción local. Es un proyecto que iniciamos hace seis años con dos áreas de negocio: edificación principalmente hotelera, y mobiliario urbano. Para el resto de países, tenemos formato de exportación desde Martorell con distribuidores y agentes.

¿Cómo ha afectado la pandemia a Escofet?

En el primer semestre el impacto fue mayor, con el confinamiento, y en el segundo nos hemos recuperado bastante y hemos acabado mucho mejor de lo que esperábamos cuando se inició la pandemia. En el mercado español lo hemos notado mucho porque en España se han paralizado muchas obras, pero en muchos países la construcción se ha considerado una actividad esencial, y más o menos han mantenido una actividad similar a otros años, y eso ha hecho que los proyectos en cartera se hayan podido ejecutar.

¿Cuántos proyectos suelen tener en un año?

Hacemos unos 1.500, pero de tamaños muy diversos, desde la plaza de un pueblo a grandes proyectos internacionales.

En 2019, Escofet facturó 14 millones de euros. ¿Cómo ha evolucionado en los últimos años, qué balance hacen de 2020 y qué objetivos de futuro tienen?

Como todas las empresas vinculadas a la construcción, nos vimos afectados por la crisis de 2008, y a partir de 2012-2013 nos fuimos recuperando. El año 2020, teniendo en cuenta cómo empezó, ha sido razonablemente bueno para nosotros, y ahora encaramos 2021 con ciertas incógnitas, porque hay mucha incertidumbre.

Cementos Molins entró en Escofet en 1989 con el 25% del capital y fue creciendo, hasta el 76% anunciado este enero. ¿Cómo queda el resto del accionariado?

Es básicamente familiar. Molins nos ha acompañado como accionista importante durante muchísimo tiempo y conoce a la empresa perfectamente.

¿Cómo ayuda a Escofet pasar a formar parte del grupo cementero?

Nos permite reforzar y fortalecer el modelo de negocio, desde el punto de vista corporativo, técnico-industrial y financiero. Nos ayudará a incorporar criterios de gestión mucho más profesionalizados, y crear sinergias muy grandes. Asimismo, Molins nos puede acompañar en nuestro proyecto internacional puesto que también es una empresa catalana con dimensión internacional potente. También compartimos el afán por la innovación y la sostenibilidad.

¿Cuál es la política de deuda de Escofet?

Sin entrar en detalles, Escofet ha sido una empresa históricamente poco endeudada, y siempre ha intentado trabajar con recursos propios.

¿Cómo se imagina Escofet la Barcelona del futuro?

Si quiere seguir siendo referente en el ámbito del urbanismo, debe liderar el proceso de cambio hacia ciudades reorientadas a las personas y la naturaleza. Nosotros primamos cinco ejes: la ciudad pacificada, jugable, verde, accesible y sostenible.