Las cooperativas muestran sus fortalezas
ante el Covid

El modelo cooperativo demuestra ser especialmente resistente ante la crisis del Covid-19 por sus características solidarias y su negocio enfocado al socio y a garantizar la solvencia

La pandemia protagonizada por el coronavirus ha tenido un impacto enorme en todos los sectores económicos. La rapidez con la que llegó y el parón en la actividad -provocado sobre todo durante la primera ola- ha lastrado las cuentas de muchas empresas. Por estas páginas, en 2020, han pasado análisis de varios sectores, con cifras escalofriantes que conforman un crudo retrato de lo que ha supuesto el Covid-19.Miles de pequeños negocios echarán el cierre y grandes multinacionales han tenido que aprovechar al máximo los instrumentos legales a su disposición para salvar su estructura. Han llovido los despidos, algunos con Ere, se han aplicado Erte, pero la incertidumbre sigue aquí, no se conoce cuándo terminará esta situación. No obstante, también ha habido ganadores. El comercio electrónico ha crecido y los servicios de paquetería, por poner dos ejemplos, también han mejorado. La pandemia, asimismo, ha servido para poner a prueba algunos modelos de negocio y validarlos o desmentirlos. Entre los que se reafirman, encontramos a las cooperativas, que han visto como su modelo de unión permite resistir mejor en este contexto ante otras empresas del mismo sector.

Una cooperativa es una asociación autónoma de personas o empresas unidas voluntariamente para formar una organización democrática cuya administración y gestión debe llevarse a cabo de la forma que acuerden los socios. Esta estructura permite hacer frente de un modo eficiente a las aspiraciónes y necesidades económicas comunes a todos los socios. En Catalunya hay ejemplos muy conocidos, como Caixa d’Enginyers en el sector financiaro, o Coselva, una cooperativa de la provincia de Tarragona que ha cumplido 120 años en 2020. Estas y otras cooperativas consultadas por elEconomista admiten que el virus ha sido un golpe inesperado y muy importante, pero han sobrevivido gracias a su modelo de funcionamiento.

Joan Cavallé, director general de Caixa d’Enginyers, admite que “ha sido un año extraordinario”, un año complicado que ha permitido comprobar el buen funcionamiento de la entidad y la buena valoración que sus socios hacen de la misma. Cavallé explica que antes del Covid-19 presentaron un plan estratégico con propuestas de digitalización para llevar a cabo entre 2021, 2022 y 2023, “toda una serie de planes de actuación para reforzar la digitalización se han activado ya”, se han acelerado por la pandemia. “En apenas cinco semanas teníamos el 95% de la plantilla trabajando a disposición del socio. Seguramente, sin el virus hubiéramos tardado dos o tres años más, ha sido un año increible y solo puedo agradecer el esfuerzo al equipo de la entidad, que ha trabajado para conseguir estar lo más cerca posible de los socios”, añade.

Según Cavallé, entre los puntos fuertes del modelo de Caixa d’Enginyers está la transfarencia, la resiliencia y la proximidad. “El valor que se crea se queda dentro de la cooperativa. Este modelo tiene mucha fuerza en tiempos de crisis, es muy resiliente, emerge en momentos de dificultades económicas por la solidaridad y la cooperación”, explica. Caixa d’Enginyers ha trabajado para ofrecer “soluciones a los problemas de los socios, que se unen a nosotros porque otros usuarios se lo recomiendan a partir de su experiencia”. Cavallé define el servicio de su entidad como “transparente, honesto y que busca establecer relaciones de confianza aportando soluciones. El enfoque está siempre en lo que necesitan los socios porque son los dueños de la entidad”. “Los beneficios van para ellos y lo que queda se reserva para dar solvencia a la entidad”, dice antes de afirmar que este “es un elemento diferencial respecto a otros modelos de negocio”. En cuanto a la proximidad, Cavallé apunta a que “este concepto es entender la problemática del socio para poder ayudar a resolver sus necesidades”. Para poner un ejemplo, el director general de Caixa d’Enginyers, dice que, fijándose solo en el Excel, muchas operaciones de crédito no se llevarían a cabo. “Nosotros revisamos cada caso y si vemos que es viable y esta creando valor lo aprobamos. La proximidad aporta un valor de inteligencia, al final es entender con quién estás”, finaliza.

Agricultores y ganaderos

El caso de Caixa d’Enginyers es uno de esos pocos en los que una crisis refuerza un modelo de negocio. En el campo, las cooperativas catalanas lo han pasado mal, aunque, de nuevo, han demostrado que el modelo de cooperativa ha servido para resistir la situación provocada por la pandemia. “La pandemia ha afectado a todos los sectores y nosotros no somos una excepción”, admite Ramon Sarroca, presidente de la Federación de Cooperativas Agrarias de Catalunya (FCAC). Aun así, también considera que “el cooperativismo ha hecho un buen trabajo y ha sido bastante resiliente a esta crisis causada por el virus. Resiliencia es volver a los orígenes y en muchos momentos hemos vuelto a los orígenes”.

Sarroca explica que “a nivel económico está yendo todo un poco por barrios”. Hay sectores, como el de la fruta dulce que han experimentado un incremento de la demanda gracias a una subida de las exportaciones, y otros como el del vino, cuyo principal canal de distribución es el Horeca, que ha estado muy castigado. “Estas cooperativas están sufriendo y nos da miedo que sigan sufriendo muchísimo”, lamenta el presidente de la FCAC. Sarroca defiende que “somos cooperativas y hemos superado crisis muy importantes como la del pepino o la de los aranceles de Trump, aunque no ha habido nunca nada similar a la situación creada por el coronavirus”.

A diferencia de lo que pudiera parecer, en el sector cooperativista las entidades no se apoyan entre sí, es decir, una cooperativa que esté mejor no ayuda a la que está peor, pero sí forman parte de un ente, la FCAC, que trabaja para que todo siga adelante. “El Sabadell nunca le dará dinero al BBVA si le va mal, pero entre nosotros sí que intentamos y hemos intentado durante mucho tiempo buscar soluciones para nuestros problemas. Una cooperativa no ayuda a la otra, pero buscamos soluciones transversales como el acceso a subvenciones, los programas de ayuda de la Conselleria de Agricultura o el Ministerio... Esta es una misión de la FCAC y de todas las organizaciones agrarias”. Para ilustrar este trabajo conjunto, Sarroca recuerda que durante los primeros meses de la pandemia se evitó que las fábricas y las explotaciones tuvieran que parar gracias a “una compra conjunta de equipos de protección individual y colectiva, dando información a los asociados sobre todo lo que iba ocurriendo y las medidas que se iban decretando desde los gobiernos” . Todo, sin olvidar que las cooperativas deben su existencia al cliente del territorio. “Ayudamos a la sociedad y a los pueblos, colaboramos con ONG y el banco de los alimentos y garantizamos la producción de productos alimentraios a la sociedad. El cooperativismo es un modelo de éxito y solidario”, añade.

Del mismo modo, Sarroca expone que no todo se basa en reaccionar ante las crisis, sino en aprovechar los períodos de bonanza para prepararse para el siguiente reto. “Es importante que, para no encontrarnos en situaciones de crisis por falta de tamaño, lo que hacemos es poner encima de la mesa del Govern, a través del plan de competitividad, proyectos que se puedan consolidar para que las cooperativas ganen musculatura financiera y que les de capacidad de superar estos retos”, detalla Sarroca. “Intentamos que las cooperativas con proyectos de intercooperación ganen tamaño y, a partir de ahí, trabajar juntos para que se puedan sostener en caso de crisis”. “La FCAC sirve para que nos ayudemos entre todos por distintos canales, aunque nunca directamente”, sentencia Sarroca.

También ha contribuido a su resiliencia el hecho de que las cooperativas son muy diversas. “No hay un único modelo empresarial, hay grandes entidades dedicadas a la exportación, otras más pequeñas encaradas al producto de proximidad, al consumidor final... La mayoría son multisectoriales y multifuncionales”, explica Sarroca. Esto se debe a la evolución natural de las empresas. En ese sentido, durante los últimos años la cifra de cooperativas ha ido cayendo sostenidamente, aunque no porque hayan desaparecido, que algunas sí, sino porque se han ido concentrando. El director de Coselva, Pere Farré, apunta que durante la última década, la facturación de las cooperativas catalanas ha crecido un 30%, pese a que hay un 21% menos respecto a 2009, pasando de 246 cooperativas a 194. Farré lo compara con el sector bancario. “Si miras las estadísticas, cada vez hay menos bancos y empresas. El mundo se está concentrando, ha habido uniones para hacerse más grandes y fuertes. Lo mismo ocurre con las cooperativas en Catalunya”, dice.