No todo son buenas noticias
El reportaje A fondo de esta revista dibuja un panorama de optimismo para Barcelona y alrededores. Un contexto de atracción de talento e inversión privada que garantiza la creación de trabajo y un ecosistema tecnológico dinámico que no deja de moverse y que se retroalimenta con la atracción de algunas de las ferias y congresos más importantes del mundo. Barcelona está en una situación privilegiada en cuanto a la atracción de talento y su posición geográfica, sus infraestructuras, que podrían mejorar, pero son efectivas, y su clima la convierten en una de las mejores ciudades para los emprendedores.
A la vista están las cifras. En los últimos meses han sido siete las compañías que han apostado por Barcelona, creando, de momento, 1.350 puestos de trabajo. Empleos de perfiles especializados altamente cualificados. Empleos de calidad que aportan oportunidades interesantes sobre todo a la gente joven, formada y preparada para atacar directamente a las demandas actuales del mercado laboral y para afrontar los retos que plantea la digitalización. Y son empresas de todos los sectores, desde Lidl y PepsiCo en la alimentación, hasta Microsoft en la electrónica, AkzoNobel en la pintura decorativa o The Knot Worldwide en la planificación de bodas. Las ofertas son dispares pero el objetivo final es el mismo, la digitalización.
Todo esto atrae nuevos congresos como el ISE (Integrated Systems Europe) o el Seafood Expo Global que por primera vez llegan a Barcelona en busca de más espacio y para dinamizar sus eventos. Todo redondeado con propuestas más pequeñas por parte del Ayuntamiento de Barcelona o asociaciones locales para dinamizar el ecosistema.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Al mismo tiempo que algunas multinacionales apuestan por Barcelona y su capacidad de captación del talento, la realidad es que el paro juvenil de Catalunya está entre los más altos de Europa con un 24,6% al final del año pasado. Por mucho que Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, se esfuerce en recordar que la ciudad es la localidad española en la que más cae la tasa de desocupación, las cifras son preocupantes, máxime si se tiene en cuenta que solo el 15,5% de los jóvenes eligen emanciparse, que la edad media de emancipación está en los 28,3 años, de nuevo entre las más altas de Europa y que, los pocos jóvenes que acceden al mercado laboral lo hacen bajo condiciones precarias y con contratos temporales, de prácticas, con remuneraciones ridículas y parcialidad horaria.
Está bien trabajar para que la marca Barcelona siga atrayendo la inversión extranjera, pero no debemos olvidar el resto. Las inversiones anunciadas en materia de trabajo juvenil parecen positivas, pero son insuficientes. 1.350 trabajos son pocos comparados con las decenas de miles de personas que hay en paro.