El cuento de nunca acabar

Aquién no le gusta tener la razón? Es lo que buscamos todos en una discusión, habitualmente sobre temas banales. El “te lo dije” es la frase que a nadie le gusta oír, pero una de las que, cuando las dice uno mismo, más placer nos hace sentir. Todo, por supuesto, con el debido respeto. Sin embargo, hay veces que no, que fastidia decir que, sí, que teníamos razón porque, en realidad, quisiéramos no tenerla. En el editorial de la revista Catalunya de elEconomista del mes pasado, es decir, de marzo, ya vaticinamos que no sería fácil convencer al partido de Carles Puigdemont, JxCat, y hacerles ceder para entregar la presidencia de la Generalitat a Pere Aragonès. Tras dos investiduras fallidas, la cuenta atrás está en marcha y la repetición electoral, aunque lo más probable es que al final se llegue a un entente y se invista al candidato de ERC, es ya una opción real.

También anticipamos que no, que la pandemia sería de lo último que hablarían las fuerzas independentistas en las negociaciones, como tampoco lo serían los ciudadanos, el paro juvenil o los planes de vacunación. Creímos que, como el pez que se muerde la cola, la independencia sería el eje central de todos los debates y que, entre las disputas sobre el camino con el que conseguir la ansiada meta, las fuerzas afines a dividir España acabarían por entregarse al electoralismo pensando en sus intereses. Curiosamente, la CUP fue la primera en ceder en ciertos aspectos y encomendarse a Aragonès para iniciar una investidura y a trabajar. Ojo, pero trabajar no para atajar los principales problemas de la sociedad, ni rastro de Covid, pues sus principales exigencias también iban en la línea ideológica, como la revisión del modelo policial tras los disturbios por el encarcelamiento de Pablo Hasel, sino para trabajar en lo de siempre, la independencia. Sorprendió, eso sí, que fueran los que defienden la unilateralidad los primeros en pactar con ERC, siempre defensor de una vía más centrada en el diálogo. JxCat es otra cosa.

JxCat es el recuerdo de un político que vive de la épica. Que supo generar un relato tan fuerte que millones de catalanes aún le compran su figura de mártir, de exiliado político. Cabe recordar que hay políticos que están entre rejas por perseguir una idea, que han ido con ella hasta la última consecuencia. Se podrá estar de acuerdo o no con ellos, pero han asumido el resultado de sus actos sin huir y pretender gobernar una de las regiones más importantes, a nivel económico, de Europa a miles de kilómetros. Todo, además, con una representante en Catalunya, ya nombrada nueva presidenta del Parlament de Catalunya, imputada por el Supremo por cuatro presuntos delitos de falsedad documental, fraude, prevaricación y malversación de caudales públicos. Todo esto, como dijo un conocido locutor catalán de radio, es “el mismo cuento de siempre”, un cuento que, añadió, “ya empieza a ser aburrido”. Acabamos esta editorial como acabamos la anterior. ¿Alguien ha hablado de Covid, de paro juvenil o de crisis económica?