La Fageda o cuando ayudar no es una opción, es la misión

El fabricante de yogures, helados y mermeladas cumplirá 30 años con la misma misión y voluntad con que se fundó: dar empleo a personas con discapacidad y con dificultades

Muchas empresas hoy en día destinan recursos a iniciativas sociales que buscan ayudar a ciertos colectivos como pueden ser las personas discapacitadas, las personas en riesgo de exclusión social o personas con enfermedades mentales. Estas compañías usan estas iniciativas en muchos casos para mejorar su imagen de cara al resto de la sociedad, al tiempo que realmente sirven de impulso para estas personas. Asimismo, la mayoría reciben ayudas de las administraciones públicas por llevar a cabo, por ejemplo, contrataciones de personas con alguna discapacidad. No obstante, por loables que sean sus intenciones, la misión de estas compañías sigue siendo la misma de siempre: hacer dinero vendiendo sus productos o servicios. En una sociedad hipercompetitiva no se puede pedir más y que se destinen recursos a ayudar a los más desfavorecidos ya es, de por sí, una gran noticia. Sin embargo, empresas como La Fageda se antojan imprescindibles en este mundo, compañías que nacieron para ayudar y que ahora, décadas más tarde de su fundación, siguen remando en la misma dirección. La Fageda fue fundada en 1982 por Cristóbal Colón, que llegó a la comarca de La Garrotxa, Girona, tras un viaje que le cambiaría el modo de ver el mundo. “Colón era sastre, pero su inquietud le llevó a descubrir el mundo de los manicomios”, empieza a explicar Albert Riera, director de comunicación de La Fageda. “Fue entonces cuando pensó que ya no quería ganar más dinero, sino ayudar a la gente. A partir de ahí empezó a viajar por varios centros psiquiátricos hasta llegar a Salt, Girona. Allí llevo a cabo talleres para más de 900 internos, pero con el tiempo vio que necesitaba crear una empresa de verdad para poder ayudar”, añade.

Fue entonces cuando nació la Fageda, con la única misión de dar trabajo, hogar y sentido a las personas adultas que presentan discapacidad intelectual o trastornos mentales severos. Riera admite que “crear una empresa que funcione es difícil. Lo era antes y lo es ahora”. Asimismo, cuenta que para la Fageda fue duro porque “al principio debíamos encontrar el lugar ideal para cada persona, valorar su perfil, buscarle una vivienda, motivarlos, etc., el tema se complica. Además, la dificultad primera, porque el entusiasmo lo teníamos, era acertar a nivel de mercado porque teníamos que ser autosuficientes”, detalla Riera. La visión de La Fageda es que solo siendo autosuficiente se tiene la independencia para hacer lo que realmente se quiere sin depender de nadie. Durante años, La Fageda fue creciendo, poco a poco, hasta que en 1992 empezaron a producir su producto estrella, el yogur. No fue un boom, sino un proceso escalonado que, diez años más tarde, llevaría a La Fageda a ser conocida por todo el territorio catalán. Sus productos son sinónimo de calidad, obtenidos con materias primas de proximidad y de un modo sostenible y producidos por personas que, sin la compañía, probablemente hubieran tenido muchos problemas para introducirse en el mercado laboral. Según explica Riera, aproximadamente el 70% de la plantilla tiene un certificado de discapacidad. “Las administraciones ayudan, ciertamente, pagando la mitad del SMI de las personas con discapacidad”, admite Riera, que también se queja de que la ayuda de 12.000 euros por trabajador con discapacidad contratado, pese a ser obligatoria, nunca ha llegado. La compañía de La Garrotxa no solo ayuda a las personas ofreciéndoles un trabajo, sino que también dispone de servicios asistenciales como el hogar o la terapia ocupacional, servicios que tiene concertados con la Generalitat. Gracias principalmente al yogur, pero también a sus otros productos, como los helados o las mermeladas, La Fageda es autosuficiente, ha podido superar la peor parte del Covid-19 y sigue teniendo la misma misión de siempre. “La Fageda es una entidad sin dueños, sin ánimo de lucro y que responde ante la administración pública. La voluntad es ser un proyecto puramente social”, especifica el director de comunicación.

Seguir invirtiendo y mejorando

Es esa voluntad de mantenerse fiel a sus valores y principios la que les permite seguir ideando nuevas formas de ayudar. El año pasado, la empresa fundó la empresa de inserción El Faig de La Fageda S.L. “Esta iniciativa procede de nuestra voluntad de ampliar los colectivos que atendemos. Históricamente han sido personas con enfermedades mentales, discapacidades intelectuales, etc. Ya atendíamos a toda la gente que está a disposición de trabajar y no hay lista de espera en la comarca”, concreta Riera. “Entonces, queriendo abrir el espectro, nos propusimos atender también a jóvenes en riesgo de exclusión o parados de larga duración, personas mayores que no encuentran trabajo. Así vimos que la figura administrativa ideal para contratar estas personas era la empresa de inserción. Ahora tenemos 26 trabajadores más que nos motivan a diversificar nuestros productos y a crear nuevos puestos de trabajo”, añade.

Con una propuesta creada y enfocada únicamente en dar trabajo a personas que, de otro modo, presentarían muchas dificultades para conseguirlo, La Fageda se ha convertido en toda una institución en La Garrotxa, así como una marca de referencia en Catalunya. No obstante, la empresa no contempla expandirse. “Trabajamos a nivel de comarca porque estamos asociados al consorcio comarcal y sus servicios nos derivan los casos. Con el Hospital Comarcal de Olot, por ejemplo, tenemos un convenio. No tenemos la pretensión de expandirnos”, dice Riera, que matiza que “hacemos dos jornadas de emprendedores sociales al año con los que compartimos nuestra experiencia”. Riera apunta que otros proyectos, como Ampans en el Bages, Barcelona, o la Cooperativa L’Olivera, Lleida, “lo están haciendo muy bien”. Con todo, según Riera, el futuro ideal de La Fageda pasaría por “haber pagado todas las letras que tenemos, que continuemos siendo nosotros y que sigamos disfrutando del reconocimiento que tenemos ahora”. Quizá eso les diferencia del resto, que su ambición es, simplemente, seguir remando.