Aplanar la curva (otra vez) vuelve a ser responsabilidad de todos

Esa peliculera escena que refleja a toda una familia en el sofá mirando las noticias en la tele ha vuelto a ser real. Lejos de guerras o proezas dignas de recordar como la llegada del hombre a la luna, las familias se han reunido últimamente para conocer las últimas novedades acerca del estado de la pandemia. Con un contexto que se asemeja demasiado al vivido en marzo, medidas como el toque de queda han sido recibidas como un jarro de agua fría y Catalunya y toda España miran con temor y recelo como el Covid-19 se apodera de todo otra vez. En el horizonte, una campaña navideña que hay que salvar y la esperanza de poder comer las uvas con nuestros seres queridos. Nada más lejos de la realidad, y ya lo avisó Sánchez, “todos queremos eso”, pero la situación es la que es y, si la curva no se aplana, Navidad confinada.

Han vuelto a ser comunes, de nuevo, las quejas a la clase política, regional y estatal, por unas medidas que muchos consideran demasiado restrictivas y otros consideran que lo único que hacen es molestar porque, ¿qué evitas cerrando las calles de 22.00 a 06.00 -en el caso de Catalunya-? Es evidente que pedir a los políticos coherencia, medidas firmes y una respuesta a la altura de la situación no es un privilegio, sino un derecho, pero la población debe asumir su parte de culpa, acatar y actuar con responsabilidad. Si bien es cierto que los políticos siguen a lo suyo, con el Conseller de Interior, Miquel Sàmper, recordando en la rueda de prensa de presentación del estado de alarma que las medidas planteadas por Pedro Sánchez “no son las que pedíamos”, ningún político disfruta encerrando a los ciudadanos.

Muchos de los que leerán estas líneas serán personas responsables que han asumido y seguido todas las recomendaciones de políticos y expertos de la salud, pero también es cierto que ciertas imágenes, como tiendas llenas, supermercados abarrotados, bares con más personas de lo permitido, y sin rastro de mascarillas, o los recurrentes botellones han sido habituales en los últimos meses. No todo es culpa de los políticos, que bien podrían quejarse de muchos de sus ciudadanos. Ahora toca, más que nunca, ser responsables. Aplanar la curva está en nuestras manos y solo remando todos en la misma dirección podremos salvar no solo la Navidad en familia, sino también los bares, los restaurantes, los cines, los artistas y muchas pequeñas tiendas que viven al día y están a un fin de semana de confinamiento, una de las medidas que estudia la Generalitat, de echar el cierre permanente. No solo está en juego nuestra salud, sino la salud de los barrios, pueblos y ciudades. Nadie aguantaría tres meses más de confinamiento salvo algunas grandes empresas y por mucho que nos autoconvenzamos de que no lo pueden volver a cerrar todo, las UCI se están volviendo a llenar y la cifra de fallecidos por Covid-19 vuelve a escalar a niveles alarmantes. Recordemos aquel anuncio de la DGT que preguntaba cuántas víctimas al año sería una cifra aceptable. Pues eso: objetivo cero.