Nissan confirma el abandono de su actividad productiva en Barcelona

La decisión implica el cierre de tres fábricas y el despido de 3.000 trabajadores y comprometerá el empleo de otras 20.000 de los proveedores de la marca. Frank Torres, director general de Nissan Motor Ibérica entre 2007 y 2011 liderará el cierre de la planta y será el encargado de negociar todos los detalles.

Lo que era un secreto a voces finalmente terminó confirmándose el pasado 28 de mayo. Nissan anunció ante la prensa internacional sus intenciones de cerrar sus plantas de Barcelona, en la Zona Franca, Montcada i Reixac y Sant Andreu de la Barca, dejando en la calle a 3.000 personas de forma directa y poniendo el peligro el empleo de hasta 20.000 personas más que trabajan en los proveedores de la compañía en Catalunya. La firma japonesa mantendrá abiertas sus factorías de Ávila y Cantabria, que se integrarán en la estructura logística de las plantas de Renault en Francia. Antes del anuncio oficial, Nissan confirmó a sindicatos y al Ministerio de Industria su voluntad de bajar la persiana de su fabrica catalana. No obstante, los rumores de cierre arrancaron semanas antes, cuando se filtró que la firma nipona barajaba el cierre de una factoría europea en el marco de un nuevo plan estratégico orientado a la reducción de costes. El rumor fue cogiendo forma con informaciones procedentes de medios del mismo país asiático hasta que el miércoles 27 parecía casi confirmado tras el nuevo plan comercial y de producción presentado por la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi. Este plan reorganizaba las zonas geográficas específicas de liderazgo para cada marca, dejando a Renault como líder europeo y desvaneciendo las pocas esperanzas que le quedaban a Barcelona.

El cierre de la planta de Nissan en Barcelona es la culminación de un largo período de penurias que ha tenido planes de austeridad, pérdida de modelos e inversiones muy bajas como norma general. Antes de la pandemia del Covid-19, la factoría producía al 20% de su capacidad y después, tras el reinicio de la actividad, aún se redujo más fabricando solo el Mercedes-Benz Clase X, un pick-up producido para Daimler y que terminó de ensamblar el mes pasado. Además del pick-up, Nissan produce en Barcelona la eNV200, el Renault Alaskan y el Nissan Navara, aunque no ha salido ninguna unidad de estos por sus puertas desde que se volvió al trabajo tras el coronavirus. Desde entonces, la plantilla de la factoría se mantiene en huelga indefinida.

También trascendió el pasado día 28 de mayo que será Frank Torres, actual responsable de negocio de Nissan en Rusia, el encargado de liderar el cierre de la planta barcelonesa en detrimento de Genís Alonso, actual director general de la compañía en el país. Torres es conocido en Barcelona tras su etapa como director general de Nissan Motor Ibérica entre el 2007 y el 2011, en el que tuvo que pactar un plan de competitividad para la factoría que, entre otras medidas, aplicaba recortes en materia laboral y rebajas salariales para conseguir una inversión de 130 millones de euros y la adjudicación de nuevos modelos, que fueron la eNV200 y el Pulsar, un compacto que dejó de producirse el año pasado cuando murió su ciclo comercial. La eNV200, por su parte, pasará a fabricarse en la planta francesa de Mauberge.

A Torres le espera un largo, y arduo, camino por delante. Desde el Ministerio de Industria ya advirtió a la firma que le saldría más caro cerrar la planta que invertir en ella: el cierre podría llegar a costarle más de 1.000 millones de euros, mientras que cifró en 300 millones la inversión para producir un nuevo modelo. Mientras la Generalitat exige a la marca que revierta su decisión y recuerda que ha otorgado 25 millones en los últimos 15 años en concepto de ayudas a la producción y que, juntamente con el Gobierno, les presentaron hace unas semanas un plan de competitividad que incluía 100 millones a fondo perdido. A partir de ahora tocará negociar.