La automoción necesita una apuesta decidida y consensuada entre todos sus actores

El cierre de los centros de Nissan en Barcelona sacudió la actualidad como un terremoto, pero lo cierto es que era la crónica de una muerte anunciada. La situación de la planta catalana hacía años que era delicada y Nissan ha creído que debía prescindir del centro catalán en el marco de una reestructuración que afectará a toda la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi y centrará la actividad del consorcio en Francia bajo el liderazgo de Renault. De Nissan en Europa solo quedará la planta inglesa de Sunderland y se especula que, en las negociaciones del ERE que la japonesa ya ha presentado para despedir a su plantilla de Barcelona, propondrá mantener el centro técnico de la Zona Franca y sus 300 empleados. Los sindicatos no ven con buenos ojos esta proposición porque creen que mantener el centro técnico abierto, que trabajará para Sunderland, ya estaba en los planes de Nissan.

Pero ¿qué se ha hecho desde el Gobierno, el Govern y el Ayuntamiento de Barcelona para solventar la situación? Protestar y amenazar que su fuga será más cara que haberse quedado, algo, a todas luces, falso a largo plazo. El problema de Nissan, como el de muchas otras marcas alrededor del mundo, es que produce más coches de los que puede vender, y el coronavirus solo ha acelerado un proceso de reestructuración que, tarde o temprano, y más con las nuevas tendencias que rodean a la movilidad con una clara pérdida de protagonismo del coche privado, tendrían que haber llevado a cabo. La producción de Renault, por ejemplo, bajará desde los nueve millones de coches anuales hasta poco más de cinco millones en tres años y recortará hasta 15.000 empleos. Pese a que se podría discutir que la reacción de las administraciones públicas no ha sido la adecuada y ni tan siquiera han hecho que Nissan se replantee su decisión, lo cierto es que la automovilística japonesa tenía muy claro el cierre y nada podría haberles hecho cambiar de opinión. ¿Quiere decir eso que hay que asumir su marcha y seguir adelante sin más? Absolutamente no.

Queda patente que la industria de la automoción está pasando por una de sus grandes transformaciones históricas con la electrificación y Catalunya y España no están en la mejor posición para ser competitivos en este nuevo escenario. A nivel de país, solo el Grupo PSA, con plantas en Madrid, Zaragoza y Vigo, producirá eléctricos, En Catalunya, lo más parecido será el ensamblaje del híbrido enchufable Cupra Formentor. Tampoco parece que se vaya a hacer un esfuerzo para producir baterías, algo que daría una ventaja competitiva tremenda a la región y al país sobre otros territorios. Es necesario que industria y administraciones remen en una sola dirección, esa que garantice la competitividad de la automoción catalana, que representa el 10% de su PIB. De lo contrario, como advierte Lucas Casasnovas, responsable de Seat Mó, “podría quedar un desierto de industria nada competitiva”.