El Covid-19 provoca una crisis incierta y sin precedentes históricos

Lo único que está claro ahora mismo es el enorme impacto que el coronavirus tiene y tendrá sobre la economía catalana, española y mundial. Se desconoce qué pasará después. Las previsiones más optimistas apuntan a una recuperación gradual de la actividad hasta recobrar la normalidad en un período no muy extenso, mientras que las más pesimistas dicen que nada volverá a ser como antes y que el Covid-19 marcará un antes y un después en muchos aspectos de la vida de las personas y la actividad empresarial.

Lo que también está claro, es que el Gobierno y el Govern deben trabajar para que los ciudadanos sufran lo menos posible esta crisis que nada tiene que ver con la vivida hace ya una década y que no tiene precedentes históricos en los que fijarse para actuar. El ejecutivo, con la boca pequeña, ya ha hecho cierta autocrítica, excusándose en que se deben tomar las medidas a toda prisa y según suceden los acontecimientos. Está claro que se han cometido, y se cometerán, errores. No obstante, la clase política debería unirse para facilitar la tramitación de cualquier medida que suponga facilitar la situación a la población, y no usar esta crisis con fines partidistas. No obstante, parece que buscar el voto está en el ADN de muchos de ellos, y no dudan de tirar de la crítica fácil a los integrantes del Gobierno y sus acciones. Hablar a toro pasado es más sencillo. Lo mismo ocurre en Catalunya, estando Quim Torra siempre en el centro del debate por su insistente petición para cerrar totalmente la región.

Con todo, la actividad económica está casi paralizada, prueba de ello es el desplome del mercado del automóvil en más de un 69% el mes pasado y, según datos de Pimec, un 90% de las pymes y los autónomos se han visto afectados durante el estado de alarma, y, pese a los paquetes de medidas impulsadas por el Gobierno y la Generalitat, parece que las consecuencias de este parón van a ser relevantes. Desde las patronales se ha criticado que el ejecutivo esté actuando “por improvisación” y sin tener en cuenta a las empresas a la hora de tomar medidas. Los autónomos, que tuvieron que pagar la cuota del mes de marzo, también han puesto el grito en el cielo, muchos de ellos con el negocio cerrado o su actividad parada y sin ningunos ingresos con los que subsistir. A todas luces, parece que, a día de hoy, todo es insuficiente. De momento, el impacto económico de una pandemia de la que apenas se hablaba hace tres meses, supera los 50.000 millones de euros en Catalunya y la sensación es que se desconoce que pasará próximamente, si se levantará el confinamiento y cuándo lo hará.

Un enemigo invisible lo ha parado todo y la población, entre aplausos y retos, intenta evadirse sin pensar en lo que vendrá. Gobierno y Generalitat deben actuar de la mano para facilitar que, tanto empresas, como autónomos y trabajadores puedan subsistir con el mínimo impacto posible.