Transición energética: una oportunidad de inversión de más de medio billón de euros para el capital privado

Cumplir con los objetivos del Pacto Verde Europeo y de la estrategia nacional de descarbonización a largo plazo va a requerir una inversión sin precedentes y una transformación radical de nuestro tejido productivo. Solo en España, financiar este cambio requiere una inversión de más de 700.000 millones de euros y se espera que el capital privado aporte en torno al 80%. Los fondos de infraestructuras y de private equity ya están desplegando capital en un amplio abanico de compañías y activos reales.

El Pacto Verde Europeo y los criterios de inversión ESG: vientos de cola para invertir en transición energética

Europa ha tomado la decisión de ser neutral en carbono en el año 2050 y reducir en un 55% las emisiones de CO2 en el año 2030. Este objetivo del Pacto Verde Europeo está acompañado de un paquete legislativo en materia de reducción de emisiones, apoyo a la descarbonización de los hogares, la economía circular, así como movilización de fondos en todas las áreas y países de la Unión Europea. Adicionalmente, los criterios de inversión ESG están impulsando los planes de descarbonización de las empresas y ayudando a incrementar la demanda de activos y servicios sostenibles.

Transformación de nuestro tejido empresarial: todos los sectores de actividad

La transición energética afecta a todos los sectores de actividad. El sector eléctrico, el segmento residencial y el transporte deberán reducir prácticamente la totalidad de sus emisiones en 2050. La industria, el campo y la gestión de residuos deberán, además, buscar alternativas de captura de carbono. Esta descarbonización requiere no solo un despliegue masivo de renovables, sino también de redes energéticas, soluciones de almacenamiento, digitalización, herramientas de gestión de la energía y cambios radicales en los patrones de consumo.

Además, los usos térmicos actualmente cubiertos por gas natural demandarán soluciones a gran escala como el hidrógeno renovable, con proyectos de generación todavía en etapas tempranas, sin un modelo claro de gestión de infraestructuras, y con requisitos de adaptación técnica para los consumidores. Un proyecto de transformación necesario que tardará casi diez años en consolidarse y que ofrecerá oportunidades de inversión.

La oportunidad para el capital privado

La descarbonización de nuestra economía requiere la participación de tres tipos de actores diferentes. Por un lado, las empresas energéticas, que están ya liderando la descarbonización, adaptando su propia actividad y desplegando capacidad renovable. Por otro lado, el tejido económico, que debe realizar las inversiones necesarias y transformarse para poder descarbonizar sus operaciones. El otro actor clave es la comunidad inversora, que debe financiar los más de 700.000 millones de euros requeridos para adaptar la infraestructura energética y todos los activos productivos que consumen energía y que contribuyen actualmente a las emisiones de gases de efecto invernadero.

Se espera que los fondos de infraestructuras, con bajos costes de capital, sigan invirtiendo en activos de renovables y en redes, y que continúen explorando oportunidades en nuevos vectores energéticos como el hidrógeno, conforme vaya reduciéndose el riesgo implícito y la incertidumbre subyacente del despliegue tanto en producción como en consumo.

Por otro lado, los fondos de private equity están también abrazando las tesis de inversión de la transición energética. No solo los fondos de impacto -Artículo 8 y 9-, sino también los fondos más generalistas, buscan empresas que puedan crecer y ser rentables bajo los requerimientos que impone la descarbonización, como por ejemplo productos y servicios requeridos para la transformación, posicionamiento sostenible frente a sus competidores o costes de suministro energético más bajos.

Oportunidades tangibles de inversión: infraestructura, tecnología y servicios

Desde KPMG estamos observando un apetito inversor en soluciones y vectores energéticos diferentes al solar fotovoltaico y al eólico onshore en el último año. En gases renovables, las energéticas y los fondos están combinando inversiones transformacionales de futuro como el hidrógeno con operaciones a más corto plazo como el biogás, que aprovecha la disponibilidad de materia orgánica del sector agroalimentario o del sector de gestión de residuos. En movilidad estamos experimentando interés por soluciones de producción de biocombustibles de segunda generación en base a residuos (ej.: aceites, neumáticos) y por el despliegue de infraestructura de recarga de vehículo eléctrico. Por último, en soluciones de descarbonización de los hogares estamos observando un despliegue masivo de solar fotovoltaica distribuida, soluciones de almacenamiento y aerotermia, y también el desarrollo de comunidades energéticas como las redes de distrito con biomasa o geotermia.

Para los fondos de infraestructuras el reto es asegurarse exclusividad en procesos de M&A cada vez más competitivos, y encontrar proyectos con seguridad de demanda y precio, en activos que proporcionen buenas oportunidades de crecimiento a través de build-up o de una mayor utilización de las inversiones.

Más allá de invertir en empresas de tecnología y servicios para la transición energética, los fondos de private equity están incorporando criterios ESG a sus tesis generales de inversión y deberán incluir la sostenibilidad en los planes de creación de valor de sus participadas. Esta inversión de más de 700.000 millones de euros es una gran oportunidad que no pueden dejar escapar.