Capital público y privado, aliados en el ESG y la ‘inversión sostenible’

La colaboración público-privada impulsa la transición energética para transformar la sostenibilidad en un factor de éxito. Con este compromiso en el horizonte, inversores, bancos, empresas y asesores caminan hacia un mayor esfuerzo en reporting, visibilidad y transparencia de los criterios ESG.

Todos a una. Inversores privados y fondos, tanto jugadores de equity como de deuda, complementan el apoyo público y la financiación bancaria con la movilización conjunta de recursos para apoyar la inversión sostenible. Un buen ejemplo del efecto tractor de este esquema de colaboración público-privada es la iniciativa de Axis, filial del ICO, que está trasladando su apuesta y compromiso por la sostenibilidad a las últimas convocatorias del Fond-ICO Global, su fondo de fondos público de capital riesgo. En la cuarta edición del evento Inversión, sostenibilidad e impacto: Construyendo el futuro, organizado por Suma Capital en Madrid, Guillermo Jiménez, director general de Axis, detalló que “la digitalización y sostenibilidad de las empresas y proyectos se han consolidado como criterios cualitativos a valorar en la selección de fondos, otorgando mayor puntuación a aquellos vehículos que se inscriban en los artículos 8 y 9 según el reglamento de la Unión Europea. Vamos a ampliar la iniciativa para que puedan incorporarse más fondos de iniciativa social”, indica.

Suma Capital, referente en inversiones ESG e impacto en España, está invirtiendo su tercer fondo de impacto climático e infraestructuras sostenibles (Climate Impact Fund III) -incluido como Artículo 9, según el Reglamento de Divulgación Financiera Sostenible (SFDR)- del que dos tercios se invertirán en España y un tercio en Europa, con Francia como destino clave. Como confirma Enrique Tombas, socio fundador y presidente de Suma Capital a elEconomista Capital Privado, “hasta la fecha hemos gestionado dos fondos relacionados con las infraestructuras sostenibles que han invertido en 21 compañías que, a su vez, han participado en una centena de subproyectos tanto en el ámbito privado como público, en la industria, en el sector terciario y en el residencial. A través de estas 21 compañías hemos desplegado más de 350 millones. Nuestro tercer fondo, SC Climate Impact Fund III, plenamente operativo, invertirá en unas 12 nuevas participadas que añadirán más de 500 millones de nuevo volumen invertido, tanto en proyectos de transición energética como de movilidad limpia y descarbonización”.

El sector asegurador se zambulle también de lleno en la sostenibilidad, especialmente sensibilizado. En el marco del evento organizado por Suma Capital, Elena Nabal, Subdirectora General y Directora de Inversiones en Grupo Catalana Occidente, puso el foco en lograr una mayor transparencia y visibilidad de cara al mercado. La gestora de fondos de inversión del grupo Catalana Occidente aplica criterios de inversión socialmente responsable (ISR), por lo que sus inversiones se guian por principios sostenibles y financieros. “Con una trayectoria de 150 años en el mercado, somos una empresa familiar cotizada, la cuarta por volumen en el sector en España, y nos piden dar un paso más allá. Cada vez es más importante ser transparente y hacer más visible qué estás haciendo en materia de sostenibilidad”, añadió Nabal. ”El sector financiero juega un papel fundamental canalizando inversiones hacia productos y servicios respetuosos con el medio ambiente e integrando la sostenibilidad en los procesos de gestión de riesgos y estrategias de negocio”.

En 2021, BBVA creó el área global de sostenibilidad, liderada por Javier Rodríguez Soler, Global Head of Sustainability de la entidad, quien puso el foco en el binomio riesgo-retorno a la hora de ayudar a los clientes en su transición hacia un futuro sostenible. Con el compromiso de canalizar 300.000 millones de euros entre 2018 y 2025 en financiación sostenible, el banco español basa su apuesta en dos pilares fundamentales: innovación tecnológica y sostenibilidad, siempre muy ligada al negocio. “Desde que montamos la unidad en 2018, nos marcamos el objetivo de movilizar y prestar en torno a 300.000 millones de euros en sostenibilidad hasta 2025. El pasado mes de diciembre de 2022 habíamos alcanzado 136.000 millones. Pero lo más importante es que todo esto lo estamos haciendo de forma rentable, la única forma de poder sacar adelante las operaciones tras su paso por el comité de inversión. Junto a fondos como Suma Capital que lideran el cambio, estamos concediendo deuda y financiación para los proyectos. En algunas tecnologías, como las renovables, la banca ya apoya el despliegue de placas solares porque los números salen inmediatamente. La banca compite con fuerza. Pero también estamos financiando la puesta en marcha de placas en los hogares y apostando por el coche eléctrico, donde es muy importante y relevante la ayuda y el apoyo del sector público y privado”, añadió.

Para los inversores las cuestiones ESG ya no son un extra en sus procesos de inversión, sino que forman parte fundamental del análisis, toma de decisión y seguimiento. Nadie duda de que el ESG se percibe como un elemento clave a tratar en todo el ciclo de inversor: desde el análisis de la inversión hasta el momento de la salida, donde esperan que el trabajo realizado en materia ESG sea tenido en cuenta en el momento del exit. Es decir, que las participadas con una agenda de sostenibilidad real y puesta en práctica puedan suponer un plus a la hora de atraer a potenciales compradores.

En este sentido, los inversores son cada vez más conscientes de la oportunidad que supone desarrollar aspectos ESG como palancas de creación de valor que permitirán incrementar la valoración y hacer que las compañías participadas resulten más atractivas de cara a la desinversión.

Medidores y ‘reporting’

Para cumplir los estándares en materia de sostenibilidad, en el marco de las operaciones se realiza, de forma sistemática, una due diligenge ESG durante el proceso de inversión, como parte de los procedimientos y análisis obligatorios, presentando sus conclusiones en los comités de inversión e incluso reportando las mismas a sus inversores (LPs).Como confirma Álvaro Mas-Bagá, socio de Corporate Finance de KPMG en España, “la mayoría de inversores “ya están trabajando también en desarrollar medidores de esos principios ESG que se puedan incorporar a los sistemas de reporting periódicos y que, por lo tanto, puedan ser tenidos en cuenta a lo largo de todo su ciclo inversor. Es importante saber definir los KPIs relevantes y ser capaces de medir adecuadamente para identificar áreas sobre las que actuar y que permitan demostrar mejoras durante el ciclo de inversión”, concluye.

Criterios de exclusión

En los procesos de captación de fondos la sostenibilidad cobra cada vez más fuerza: ha dejado de ser un check procedimental para convertirse en un motivo por el que conceder o no fondos e incluso un condicionante para definir las condiciones de la financiación. Buena prueba de ello es que, como confirma Toni Sarmiento, director de PwC responsable de ESG Deals, muchos proveedores de financiación “exigen ya presentar un análisis ESG detallado y la monitorización de ciertos parámetros al igual que tradicionalmente se ha monitorizado el cumplimiento de covenants financieros”.

Tradicionalmente, los criterios relacionados con el medioambiente podían ser un deal breaker si, por ejemplo, en la due diligence ESG se identificaba un riesgo de vertidos o contaminación de suelos, pero cada vez más, los aspectos sociales y de gobernanza han cobrado importancia y los riesgos identificados en este sentido pueden suponer un deal breaker, ocasionando que la transacción no se lleve a cabo. También “están bastante extendidas las exclusiones de determinados sectores dentro de los propios acuerdos con los inversores (LPs), con referencias a porcentajes mínimos de inversión en nichos de negocio que puedan ser considerados sostenibles”, añade Toni Sarmiento. “A la hora de analizar potenciales targets, la exclusión es, probablemente, la forma más simple y primitiva de llevar a cabo inversión sostenible. Pero este enfoque ha evolucionado significativamente, partiendo de la exclusión de targets por motivos morales, religiosos o éticos de los inversores hasta enfoques cada vez más sofisticados que ahora evalúan negativamente un conjunto mucho más amplio de criterios ESG”, añade Sarmiento. Criterios que limitan las posibilidades de inversión de los gestores y que, por lo tanto, pueden condicionar la rentabilidad. “La aplicación de este tipo de exclusiones está muy relacionada con la tipología del inversor. Algunos de ellos, como los fondos de pensiones, sí que aplican estás exclusiones con carácter general”, matiza el director de PwC.