‘Wait and see?’

Sin duda “wait and see” se ha convertido en una de las frases más manidas y utilizadas en el sector de fusiones y adquisiciones últimamente, especialmente en las conversaciones con los fondos de capital riesgo. La volatilidad de las materias primas, especialmente de los costes energéticos, la inflación y la subida de los tipos de interés han llevado a una percepción de incertidumbre que ha provocado una ralentización de la actividad.

Si bien afecta al sector y a la industria en su conjunto, la citada ralentización está teniendo un mayor impacto en los fondos de capital riesgo, de tal forma que la actividad de éstos, en muchos casos, está totalmente centrada en la gestión de las participadas, con un escaso apetito inversor y sin planteamientos de inversión en nuevos verticales. Igualmente hay sectores de actividad más afectados como el consumo y la industria, y otros más resilientes a la situación actual como la tecnología, la educación y la energía.

En este sentido, las preguntas que nos hacemos todos son principalmente dos: ¿cuánto durará está fase? y ¿qué impacto tendrá en el sector?

Sobre la duración de la misma, es difícil aventurarse, si bien parece lógico pensar que, en la medida que los factores citados anteriormente se vayan mitigando o sean asumidos como las nuevas reglas del juego, dejarán de ser un factor limitante y deberían factorizarse en los procesos de inversión como componentes más o menos permanentes.

Adicionalmente, se debería tener en cuenta el impacto de los fondos de recuperación en el middle market nacional, ya que el tejido empresarial no deja de estar tremendamente fragmentado, por lo que aquellos fondos enfocados en la modernización y digitalización de los negocios podrían tener un impacto positivo en la generación de valor de las compañías. Esto podría suponer una oportunidad de concentración que podría ser especialmente capturada para compañías del portfolio de los fondos.

El impacto claramente a corto es la citada “sequía” de operaciones que se vive en la actualidad, lo que probablemente haga que algunas se retrasen en el tiempo y que las percepciones de valor se tengan que ajustar respecto a los precios barajados en el pasado año.

Por otro lado, en la medida en que el sector se reactive se podría producir un efecto catch up que podría conllevar una actividad por encima de lo normal en cuanto el mercado repunte. Efecto similar al que vivimos con el Covid, con un primer momento de casi total paralización del mercado y que después revirtió en un elevado volumen de operaciones que habían estado embalsamadas durante los peores meses de la pandemia, demostrando el carácter cíclico del sector.

En definitiva, esperemos que esta situación de “wait and see” revierta, más pronto que tarde, en un nuevo escenario de inversión creciente y consistente, lo cual sería una magnífica noticia para el sector de fusiones y adquisiciones en particular, y del sector empresarial en su conjunto.