La intervención de SVB pone en jaque la financiación de ‘fintech’ y ‘startups’

Las grandes empresas de tecnología financiera suben en bolsa tras la intervención de SVB, el banco de cabecera de las startups de Silicon Valley. Su negocio también podrá beneficiarse de la situación pese a que su regulación, aparejada con el desarrollo de una mayor supervisión, sigue en el centro de la polémica.

La intervención de Silicon Valley Bank (SVB) en Estados Unidos hace apenas dos semanas ha removido las cenizas de la industria tecnológica y bancaria en todo el mundo durante los últimos días volviendo a poner en el foco al universo fintech. El hecho de que SVB fuese el banco de cabecera de las startups y, como consecuencia, de las empresas de servicios financieros que utilizan la última tecnología para ofrecer productos y servicios dentro de esta industria de lo más innovadores -“Somos el líder bancario de la industria fintech”, era el eslogan del propio SVB-, destapa riesgos, pero también oportunidades para unas compañías que han tenido la regulación, aparejada con el desarrollo de su supervisión, en el centro de la polémica desde su nacimiento. Pero va más allá de las fintechs y afecta a todo el ecosistema emprendedor. SVB era además el prestamista de los fondos de inversión para sus capital calls (solicitudes a los partícipes para que proporcionen capital adicional) y también uno de los bancos custodios más importantes de este sector en Estados Unidos.

Este movimiento que ha desatado la tormenta en la banca mundial aflora por el lado de los riesgos, según los expertos del sector, la posibilidad de que SVB pueda afectar a la financiación de estas compañías. “Su quiebra y el potencial contagio a neobancos podría interrumpir el flujo de capital hacia esta tipología de empresas”, señalan desde Accuracy. Fuentes de la consultora financiera indican que el riesgo reputacional podría contagiarse a algunos neobancos “de tal manera que los depositantes de esta tipología de entidades retiren sus depósitos” y las lleven así hacia una posición más débil.

Otras fuentes del ecosistema fintech español apuntan a que el encarecimiento de la financiación iniciado hace ya unos meses con la subida de tipos de interés podría recrudecerse por los acontecimientos de los últimos días. “El impacto podría haber sido gigante, aunque está contenido. Todo ha ocurrido muy rápido, pero la suspensión de pagos de SVB ha sido fruto de un error de gestión que se podría haber evitado”, confirma Alberto Gómez, socio fundador y managing partner del fondo español Adara Ventures, uno de los inversores nacionales de venture capital con mayor trayectoria en EEUU y con cinco compañías participadas afectadas por el colapso.

En cambio, destacan fuentes del sector, estas consecuencias pueden ser más visibles para aquellas startups más pequeñas, mientras que las que ya están consolidadas pueden identificar, en cambio, nuevas oportunidades. En este sentido se manifiesta también Fidelity, señalando que empresas como Adyen, una plataforma de pagos holandesa que cotiza en el Euronext, “podrían beneficiarse debido a la huida hacia la calidad y la seguridad”. De hecho, este tipo de compañías, en las que también se enmarcarían Paypal o SoFi, despegan desde el día siguiente del crash en bolsa y registran importantes revalorizaciones al calor de una tormenta, que siempre tiene ganadores. “El colapso pondrá el foco en una mayor diversificación de las fuentes de financiación más allá de la deuda bancaria lo que podría favorecer a las fintech”, concluye Diego López Silva, director de Debt Advisory de BlueBull.

Distintas fuentes del mercado financiero reconocen la gravedad del evento, ya que la mayoría de las startups con presencia en EEUU y Reino Unido tenían exposición directa a Silicon Valley Bank (SVB). “Su funcionamiento era casi como el de un circuito cerrado”, admite Javier García-Baos, director de Kenta Capital. “Emprendedores que montan startups de éxito y, posteriormente, canalizan sus desinversiones a través de fondos de venture capital o convirtiéndose en business angels volviendo a invertir en nuevas startups. Todo este circuito era usuario (directo o indirecto) del SVB y no solo en Silicon Valley, sino en todo el mundo. Habrá que evaluar las pérdidas en depósitos tras la intervención del FDIC. El colapso puede impactar directamente a las startups en búsqueda de financiación, es decir, aquellas que preparan rondas de capital y/o de venture debt ya que el fondeo o levantamiento de nuevo dinero será más difícil”, añade.

Otro fondo de venture capital español, Samaipata, también tenía una pequeña exposición indirecta a Silicon Valley Bank UK a través de cinco compañías participadas en Europa, como explica a elEconomista Capital Privado Íñigo Laucirica, Investment Associate de la firma, si bien la venta de la filial británica a HSBC rápidamente despejó las dudas.

En este sentido se manifiesta también Francisco Velázquez, presidente ejecutivo de la gestora de capital riesgo Axon Partners, en declaraciones para elEconomista Capital Privado. “Afortunadamente, con la solución alcanzada tanto en EEUU como en Reino Unido la operativa se ha reestablecido y las compañías han podido acceder a los fondos. Por tanto, se ha eliminado el impacto en el corto plazo”, apunta, si bien recuerda “para las compañías en fase growth que estaban posponiendo acudir al mercado en busca de nuevas rondas de financiación de equity, es una mala noticia ya que SVB estaba muy activo en la parte de venture debt y, por tanto, esas compañías se han quedado sin esa pata de financiación. No obstante, entendemos que otros jugadores en el mercado podrán sustituir a SVB en el medio plazo”. El presidente ejecutivo de Axon Partners no cree que el colapso vaya a tener un impacto directo relevante “dado que la mayor parte de las startups españolas no tenían mucha operativa con SVB en comparación con otras geografías como Latam, EEUU, UK o Israel”.

Presión supervisora

¿Cómo evitar que vuelva a suceder algo así? La supervisión acapara gran parte del análisis del sector. Miguel Fernández, cofundador y CEO de la fintech Capchase, que apunta a nuevo unicornio español, reconoce que la regulación bancaria tendrá que adaptarse a la nueva realidad, para lo que existen varias palancas que acelerarán el proceso. “En primer lugar, requerimientos de reserva más elevados, un balance más adecuado en la exposición para evitar una crisis de liquidez, junto a la concentración del sector en los bancos más grandes (too big to fail) que estarán asegurados por el Gobierno. A esto se suman costes de capital más elevados para los bancos más pequeños, lo que dificultará la capacidad de conceder crédito a la mediana y pequeña empresa”, concluye.

Stefano Scardia, CEO de la fintech valenciana Colibid, incide en otro mensaje clave: la diversificación. En declaraciones a elEconomista Capital Privado, asegura que “las startups (y en general cualquier empresa) debería mantener sus fondos en 4 ó 5 bancos diferentes para asegurar su liquidez y protegerse ante quiebras como la del SVB, con la que se ha visto claramente la imprudencia de mantener todos los fondos en un único banco”, asegura. “Es difícil predecir qué va a ocurrir. Afortunadamente la rápida acción del gobierno de EEUU ha evitado que cundiera el caos en los mercados y la bolsa, como ocurrió en 2008. Sin embargo, esto pone de manifiesto dos cosas. Por un lado, los bancos están demostrando una vez más lo frágiles que son sus estructuras frente a cambios bruscos del mercado, como el crecimiento desmedido de la inflación y los tipos de interés”. En su opinión, las fintech tienen mucho que ganar. “Nuestras estructuras más pequeñas y flexibles nos hacen más rápidos a la hora de adaptarnos a las distintas situaciones, aunque subidas de tipos de interés como éstas, nos hacen daño a todos”.

El propio SVB lanzó el pasado mes de noviembre un informe donde analizaba el estado de situación de las fintech y señalaba que “mientras las instituciones financieras tradicionales lidiaban con una montaña de nuevas regulaciones, las empresas de tecnología financiera creaban plataformas tecnológicas con menos supervisión”. Si bien indicaba que hoy en día “están supervisadas por docenas de agencias federales”, la diferencia entre unas y otras es todavía muy abultada. En este sentido, en el gráfico adjunto se puede ver cómo el universo startup ha crecido en EEUU mientras la regulación iba por detrás.

Cogiendo como referencia esa misma curva (ver gráfico a la izquierda), se puede observar cómo, por ejemplo, Stripe ya estaba valorada en más de 500 millones de dólares antes de que se permitiese a las fintech obtener licencias de bancos nacionales y se regulasen los activos digitales. Para cuando esto sucedió, su valoración rondaba los 1.500 millones y ya era seguida de cerca por SoFi, otro de los ahora grandes actores del sector en EEUU. Sin embargo, con el estallido del Covid-19, recién estrenado el año 2020, las grandes fintech respaldadas por el capital riesgo despegaron. Casi al mismo tiempo, SVB logró que los depósitos de su balance creciesen de forma exponencial pasando de 70.000 millones de dólares en 2020 a 173.000 en apenas dos años. Este crecimiento fue, en parte, el punto de partida del desenlace que hace unas semanas llevó al terremoto de los mercados que afectó a toda la banca.

De estas diferencias en regulación emergen las oportunidades para estos nuevos agentes del mercado. En ese sentido, Fernández no tiene dudas de que las fintech saldrán reforzadas debido a su capacidad para adaptarse al nuevo entorno “de la manera más rápida”. Gracias a “nuestra habilidad para entender muy bien los datos y diseñar productos adaptados a cada empresa y a sus circunstancias de forma personalizada y automatizada”, concluye.