‘Private Equity’ en 2023: remando contra viento y marea

Qué nos deparará el Private Equity en 2023? Todo parece indicar que, en general, va a ser un comienzo de año con relativa poca actividad para los fondos de capital privado en nuestro país, tanto desde el punto de vista de la inversión como de la desinversión, después de una actividad frenética tras la pandemia, cuando los datos de inversión en España por parte de los fondos de capital privado registraron récords históricos, tanto en 2021 como en la cifra acumulada hasta el tercer trimestre de 2022.

Según los últimos datos de SpainCap, hemos visto una desaceleración progresiva de la actividad de M&A durante los últimos meses de 2022 debido al viento en contra del contexto económico y geopolítico, con un importante reflejo en los elevados precios de la energía y en el incremento de la inflación y de los tipos de interés.

Esta ralentización está teniendo un impacto mucho más significativo en las operaciones de mayor tamaño debido tanto al endurecimiento de las condiciones de financiación como a la incertidumbre sobre la evolución previsible de los activos a corto y medio plazo. Se ha incrementado el gap de valoración entre compradores y vendedores, dificultando así el cierre de transacciones.

Las operaciones que se cierran lo hacen tras largos periodos de negociación y análisis, y sólo tras lograr bastante confort a través de una buena due diligence comercial y operacional. En muchos casos, los procesos también se están abortando tras haberse lanzado y, otros directamente se han interrumpido antes de lanzarse al mercado, esperando que lleguen tiempos mejores.

Sin embargo, los fondos de capital privado no están parados. Al contrario, han seguido activos y durante los próximos meses seguirán poniendo el foco en intentar generar el mayor valor posible en sus portfolios actuales. Para ello, apuestan por una gestión más activa de los ingresos y de la rentabilidad, del working capital y la financiación, o activando otras palancas de creación de valor como puede ser la búsqueda de adquisiciones para sus compañías participadas (add-ons), la obtención de sinergias o la puesta en marcha de planes de sostenibilidad o de transformación digital.

Sigue habiendo una gran cantidad de liquidez disponible para invertir tanto por parte de fondos nacionales como internacionales y, aunque a un menor ritmo, también se siguen levantando fondos y el peso del capital privado sobre la economía española seguirá creciendo. Por tanto, no debemos tomar esta reducción de actividad del capital privado en España como una crisis tradicional, sino como un descanso temporal de los fondos, sobre todo de los grandes, para poder coger impulso y saltar más fuerte.

Si tenemos en cuenta todos los factores citados y la experiencia después de tantos años de evolución y crecimiento del sector en España, vemos un túnel relativamente corto y, a su final, un buen pipeline de operaciones esperando a que los actuales indicadores macroeconómicos se estabilicen un poco y a que se reajusten las expectativas de valoración entre compradores y vendedores.

Nos va a costar tener paciencia durante este primer semestre de 2023, pero seguramente en la segunda mitad del año veremos una explosión de actividad para la que tenemos que estar bien preparados. Al fin y al cabo, no podemos olvidarnos de que a todos nos interesa que la rueda siga girando... y lo hará.