Tendencias en reestructuración: un otoño-invierno navegando en la incertidumbre

La pandemia, la invasión rusa de Ucrania, el nuevo orden geopolítico y sus efectos directos e indirectos (proceso inflacionario energético y del resto de materias primas, desorden de la cadena logística, etc.) hacen que el contexto económico actual sea un ejemplo extremo de un entorno VUCA (volatility, uncertainty, complexity, ambiguity: volatilidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad).

Como ejemplo de lo anterior, los indicadores macro se han disparado resultando en:

- Una inflación récord que los bancos centrales tratan de atajar a través de subidas de tipos. En España, la subida de precios acumulada en 2022 se sitúa en el 6,1%, (10,5% interanual a agosto) y se espera que supere el 7% para el total del año, según Banco de España;

- Una alta volatilidad en los mercados bursátiles, con una vcaída en el S&P 500 y el Euro Stoxx 50 del 20 % hasta la fecha;

- Un repunte de las primas de riesgo; con España superando los 120 puntos básicos en el mes de agosto, el doble que hace un año, y un encarecimiento de las emisiones de deuda pública, con un interés del 2,5% en los bonos a 10 años cuando rozaba el 0% el año pasado;

- Y un estancamiento del crecimiento del PIB, habiendo registrado EEUU un crecimiento negativo por segundo trimestre consecutivo.

Con todo esto, el volumen europeo de préstamos ha caído significativamente, situándose la emisión total de préstamos a finales de agosto en 37,1 billones de euros, un 61% inferior para el mismo período del año anterior (95,9 billones de euros). Por su parte, los bonos basura (high yield) han caído en un 81%, reduciéndose el volumen de 87,5 billones a 16,5 billones de euros.

Si bien la actividad de reestructuración se ha mantenido baja, se observa un aumento en los indicadores de dificultades que pronostican un aumento de la misma. Entre estos, el Itraxx Crossover Index, una medida de la volatilidad que mide el coste de los CDS, se ha acercado más recientemente a los niveles observados durante la pandemia. Además, el porcentaje de créditos distressed (medidos en el European Leveraged Loan Index como aquellos con un precio inferior a 80 cts) también ha aumentado de 1,92% en enero de 2022 a 3,41% en agosto de 2022.

En España, las entidades financieras no muestran aún signos de incremento sustancial de las tasas de morosidad, y las continuas subidas de tipos van a hacer que muestren cifras récord en resultados. No obstante, ya se empieza a ver una tendencia de incremento de la venta de carteras y de cambio en la calificación de riesgo. Adicionalmente, el efecto “campaña” por las próximas elecciones en 2023 podría atenuar las reestructuraciones mediante la inyección de liquidez a través de esquemas de ayuda a pymes y sectores. Esto unido a la dificultad de refinanciación de los préstamos avalados por el ICO y la incertidumbre preliminar sobre la aplicación de la Nueva Ley Concursal, hace que anticipemos un incremento significativo de las operaciones de reestructuración, pero que no se produzca hasta quizás el primer trimestre de 2023. Por sectores, cabe destacar:

Agricultura: el sector está sometido a fuertes presiones inflacionarias, ya que Rusia y Ucrania representan una cuarta parte de las exportaciones mundiales de trigo y una quinta parte de las de maíz. Además, las acciones proteccionistas de otros países en respuesta a la invasión rusa han resultado en aumentos sin precedentes en los precios de los alimentos.

Automoción: las ventas de automóviles nuevos en Europa en junio de 2022 cayeron un 16,9% respecto al año anterior, con un volumen de nuevas matriculaciones que ha sido el menor para la Unión Europea desde 1996. Sin embargo, se observa una mejora en la venta de vehículos de segunda mano, que se ha acelerado debido a los largos plazos de entrega de los vehículos nuevos, lo que hace que los precios se mantengan altos.

Construcción: las compañías del sector experimentan tensiones en la caja derivadas de las presiones sobre los costes de las materias primas y la escasez de mano de obra. La generación de negocio nuevo, que permite a contratistas minorar las tensiones gracias al pago por adelantado de los clientes, ha caído un 18% en los últimos tres meses hasta julio de 2022.

Energía: las empresas renuevan generalmente sus contratos eléctricos en los meses de abril y octubre. Las renovaciones que se realizan ahora para octubre están experimentando aumentos de precios superiores al 300%.

Industria: Incluso aquellas empresas que pueden repercutir el incremento en costes a sus clientes tendrán que enfrentarse a un incremento en necesidades de circulante debido a las demandas de los proveedores de energía de plazos de pago más cortos, o depósitos por adelantado para renovar los contratos. Este paradigma está llevando a que algunas empresas tengan programadas paradas en la producción durante el invierno. Esperamos de este sector una focalización en su cartera estratégica, con una desinversión en activos secundarios y con un incremento de la actividad de M&A.

Retail: si bien la pandemia desencadenó un gran desarrollo del comercio online, las preocupaciones sobre la actual crisis están empujando a los consumidores a volver a las tiendas físicas en búsqueda de opciones de menor coste y descuentos (el gasto online se ha reducido de un 16% en 2021 a un 14% durante 2022). Esto ha llevado a una disminución en las valoraciones de comercios online, donde se prevé que sucedan operaciones de distressed M&A y reestructuraciones.

Turismo: según la encuesta de consumo de PwC realizada en julio, los consumidores prevén incrementar el gasto en las vacaciones de 2023. La demanda embalsada gracias a un menor miedo a la Covid-19 y la capacidad en aeropuertos ya regularizada podría impulsar el crecimiento de este sector en 2023.

En definitiva, nos encontramos en un panorama económico lleno de retos que afectarán de manera muy diferente a cada empresa dependiendo de su sector, de su tamaño y de la situación financiera de partida. La clave para navegar en la incertidumbre de los próximos meses será la anticipación de los problemas de liquidez y solvencia a través de estrategias preventivas de financiación, refinanciación o reestructuración, en función de cada caso concreto. ¡Abróchense los cinturones, hay que estar preparados!