Las megacompras entre fondos de capital riesgo se disparan en España

El 2022 pasará a la historia como el año de las megacompras de ‘secundarios’ entre ‘private equities’ en España. En ocho meses se han cerrado un total de 11 grandes compraventas de compañías españolas entre fondos de capital privado por un importe total de más de 7.000 millones de euros.

El private equity enfila septiembre en cifras récord para las megracompras entre fondos (secondary buyouts) gracias a la creciente competencia y a la decidida apuesta de los inversores internacionales por España, que ya concentraron más del 88% del volumen invertido en el primer semestre según la patronal SpainCap. Durante lo que llevamos de año se han registrado un total de 11 grandes compraventas de compañías españolas involucrando a fondos de capital privado nacionales e internacionales por un importe total que supera los 7.000 millones de euros (deal value).

En un momento de liquidez histórica, el sector necesita devolver caja y rotar carteras. La conclusión es que cada vez más fondos españoles se están apalancando en otros fondos internacionales para vender con éxito sus mejores activos obteniendo TIRes de doble dígito.

A la cabeza de las grandes compraventas entre fondos de private equity destaca el gigante esmaltero Altadia, adquirido por Carlyle a Lone Star por más de 1.900 millones de euros. El propio Carlyle ha vendido la pizarrera Cupa a Brookfield por 900 millones. Investindustrial, el fondo de los Bonomi, destaca entre los players más activos con tres desinversiones: la venta de Neolith a CVC por 700 millones; el traspaso de la chocolatera Natra a la gala CapVest por 500 millones y su desinversión en las clínicas de fertilidad Generalife, vendida al fondo estadounidense KKR por 400 millones. Ardian también ha completado la compra de la teleco Adamo a la gestora sueca EQT por más de 1.000 millones.

Una ‘voraz competencia’

Otro de los grandes secondaries buyouts ha tenido como protagonista otra teleco, Aire Networks, vendida por Magnum a Ardian por cerca de 600 millones. Diana Capital se ha desprendido del grupo de renovables Gransolar a favor de Trilantic por 420 millones. Este año Portobello Capital ha traspasado también una de sus participadas más maduras, Eysa, a HIG Capital por 200 millones de euros.

Las dos últimas posiciones de la tabla las ocupan también transacciones entre fondos nacionales e internacionales. La gestora italiana Charme Capital Partners y el fondo español Miura Partners han comprado Indiba, la firma de tratamientos de radiofrecuencia que utilizan Rafa Nadal y otros deportistas de élite, a Magnum por unos 150 millones. Y, en último lugar, la gestora española Artá Capital ha vendido su participación en la empresa española de comunicaciones marítimas Satlink al fondo belga Ergon reinvirtiendo después en la compañía. La elevada competencia por los activos de calidad (high quality assets) ha derivado en mediáticos procesos de venta en compañías top, algunos aún pendientes de cierre, y que en su mayoría han culminado en secondary buyouts (SBOs).

Estas compraventas de activos de calidad han despertado un gran apetito en el mercado, facilitando a sus propietarios jugosas plusvalías. Con la venta de Neolith, líder global de superficies de piedra sintetizada y referente en encimeras de cocina, el fondo británico CVC duplicó su inversión en apenas tres años con una rentabilidad muy atractiva.

La llegada de nuevos private equities al mercado español y el creciente número de gestoras extranjeras aterrizando con oficina local también aviva esta feroz competencia. Esta fortaleza del mercado de secondary buyouts facilita, según los expertos, que los fondos estén desinvirtiendo las compañías más maduras de sus portfolios. Ricardo Miró Quesada, socio y Head of Private Equity de Arcano, confirma que “los secondaries están ganando peso como mecanismo de salida y de desinversión de los fondos de capital privado en España donde, tradicionalmente, han pesado menos”. En Francia o Reino Unido, el porcentaje de compraventas entre fondos es más elevado, cercano al 30%, por lo que todavía hay recorrido de crecimiento en un contexto de mercado en el que parece claro que las carteras de los fondos de capital riesgo deben rotar en España. A esto se suma “la elevada liquidez que atesoran las gestoras tras varios años de captación récord de nuevos fondos y la mayor calidad de los activos controlados por el private equity en España”, como apunta José Antonio Zarzalejos, socio de Corporate Finance y M&A de KPMG. Ante la mayor inestabilidad, el capital privado está haciendo crecer compañías españolas que ya han contado con un private equity como socio y que, por tanto, tienen estándares de calidad presumiblemente más elevados. La pandemia ha obligado a ampliar los plazos de desinversión más allá de lo previsto y, ahora, esas carteras maduras están en el foco y en el punto de mira de los inversores internacionales.