Banca privada y gestores profesionales: el ‘pequeño ahorrador’ se abre paso

Ya es una realidad: la entrada en vigor de la rebaja de la inversión mínima en capital riesgo a 10.000 euros, aprobada en la Ley de Creación y Crecimiento Empresas (Crea y Crece), transformará el private equity por completo. Los expertos apuntan a que la modificación potenciará la industria y cambiará la composición de las carteras de banca privada. Gestores profesionales, entidades, pequeños ahorradores y el sector financiero en general se preparan para afrontar el gran cambio normativo que, desde el próximo 10 de noviembre, abre la puerta a que la banca distribuya un producto cuyas expectativas de rentabilidad lo convierten en un oasis para los inversores. No en vano, históricamente ha batido los índices bursátiles y resistido mejor los ciclos económicos.

En el escenario actual de espiral inflacionista y subidas de tipos, los retornos superiores y menos volátiles del capital riesgo se muestran capaces de sostener la pérdida de poder adquisitivo de otros productos con enfoque en renta fija. Los datos así lo demuestran, con una rentabilidad media en las últimas dos décadas del 14% versus el 8% de la renta variable.

El nuevo cambio normativo modifica el artículo 75.2 flexibilizando el régimen para inversores no profesionales. Como alternativa a la exigencia de 100.000 euros de inversión inicial, se permite la comercialización a minoristas siempre que accedan a través de la recomendación de una entidad autorizada para poder prestar el servicio de asesoramiento. Su patrimonio financiero no debe superar los 500.000 euros y la inversión no puede representar, a su vez, más del 10% del mismo. Unos requisitos de importe y porcentaje que desaparecen cuando el patrimonio financiero del cliente supera la citada cifra.

La llegada del pequeño ahorrador facilitará la creación de nuevos fondos y gestoras especializadas en el segmento minorista para captar el ahorro. Permitirá que nuevos inversores incorporen el activo por primera vez a sus carteras y contribuirá a que los ya existentes diversifiquen más y mejor, al poder comprometer en un mayor número de fondos con un importe inferior.

En definitiva, el nuevo régimen de distribución, más abierto, abre una vía de obtención de liquidez para el sector muy significativa que, previsiblemente, será aprovechada por los fondos de middle market y, en mayor medida, por el venture capital. Un cambio de paradigma que, sin duda, requiere un esfuerzo comunicativo y formativo por parte de profesionales y entidades en el riguroso proceso de análisis de idoneidad que debe realizar el intermediario. El sector se enfrenta al desafío de dar a conocer el producto y sus riesgos en términos de posibles minusvalías y de menor liquidez.