Claves de los retos contractuales ante las disrupciones en la cadena de suministro global

El escenario de incertidumbre de los últimos tres años, alimentado primero por el impacto socioeconómico de la pandemia, luego por la inflación sostenida y ahora por la guerra de Ucrania, hace prever interrupciones más frecuentes y graves de la cadena de suministro global implicando que los materiales no lleguen a destino o que lo hagan tarde y con un incremento sustancial de precios. Estos riesgos inflacionistas y de desabastecimiento acumulan sus efectos a lo largo de todos los eslabones de la cadena, afectando a las relaciones proveedor-productor y productor-cliente. En muchos casos, dichas relaciones se articulan mediante contratos a precio alzado o que carecen de mecanismos efectivos de ajuste (v.gr., cláusulas de revisión de precios), generando una situación de inestabilidad e incertidumbre, disminución de beneficios y potenciales conflictos con terceros. La situación está llevando a incumplimientos de plazos contractuales (penalizaciones por demora, resoluciones de contratos, etc.) y a fuertes desequilibrios en las prestaciones que afectan a los sectores de la construcción, industria, automoción, agricultura y turismo, entre otros.

Crisis en la cadena de suministro: la “tormenta perfecta”

Las cadenas de suministro globales, sustentadas en el transporte marítimo, habían demostrado una importante resiliencia ante la mayor parte de los retos impuestos por las principales perturbaciones socioeconómicas sufridas durante las dos últimas décadas, desde los atentados del 11-S hasta el Brexit, pasando por la crisis financiera de 2008. Sin embargo, la crisis actual ha revelado una creciente fragilidad del sistema de producción mundial y riesgos asociados a la reducción de inventarios, la deslocalización de actividades manufactureras clave y la fuerte dependencia de China para el suministro de productos esenciales. Se explica por varias causas entrelazadas. En primer lugar, por la reactivación de la demanda post-pandemia, consecuencia del aumento del consumo privado, que no se vio correspondida por la capacidad productiva, generando una recuperación asimétrica que provocó retrasos, escasez de materiales y mayores costes en todos los eslabones de la cadena de suministro global. A esto se suma la congestión portuaria y la escasez de contenedores para el transporte de mercancías, que derivó en un desorbitado incremento del coste de los fletes. Al inicio de la pandemia, el sector marítimo reaccionó a la caída de demanda de productos no esenciales con un reajuste de su capacidad de carga, reduciendo buques y suprimiendo escalas. Pero no respondió con la misma agilidad a los cambios en los patrones de consumo y el aumento de la demanda posterior. Los buques son insuficientes para atender la demanda, se cierran puertos por Covid, se ralentizan las descargas y los contenedores se apilan en los puertos. La escalada de los precios de la energía obligó a muchas empresas, especialmente en industrias electro-intensivas, a aplicar parones de producción. El problema de la escasez de mano de obra se ha acentuado por la pandemia en sectores como transporte, agricultura y construcción, donde los costes laborales se disparan. La guerra de Ucrania no ha hecho sino agravar aún más unas deterioradas cadenas de suministro globales, sumándose a las disfunciones persistentes por la pandemia, y el estricto confinamiento de Shanghái, cuyo puerto -el más importante del mundo en tráfico de contenedores- está parado desde hace semanas y atestado de contenedores arrumbados en sus muelles. El conflicto bélico está generando importantes impactos en la economía dada la relevancia de ambos países en la producción y exportación de productos básicos: cereales, entre otros, en el caso de Ucrania; y níquel, aluminio, gas y petróleo en el caso de Rusia.

¿Cómo gestionar esta situación?

Todos nuestros clientes están luchando para mitigar el impacto de las tensiones en la cadena de suministro. En esta fase surgen múltiples preguntas: ¿Cuál es el alcance de la situación? ¿Cómo impacta en mi estructura de costes/nivel de servicio? ¿Cómo afecta a mis compromisos contractuales adquiridos? Pese a que la intervención del área de Forensic suele asociarse a la asistencia en litigios y disputas, en la crisis actual abogamos por la búsqueda de soluciones negociadas que permitan frenar o mitigar los impactos contractuales y, a un tiempo, preservar las relaciones con terceros. El desafío actual ha expuesto los riesgos asociados al paradigma competitivo basado en costes, resaltando la importancia del desarrollo de relaciones más colaborativas y resilientes con proveedores y clientes críticos. El punto de partida es un previo diagnóstico jurídico: resulta clave identificar qué contratos están o pueden estar afectados y conocer los resortes legales y contractuales de los que disponemos para aterrizar posibles soluciones (negociar, reclamar o defendernos).

Desde la óptica legal y contractual, se ha planteado considerar la rotura de la cadena de suministros como causa de fuerza mayor, en la medida que imposibilite el cumplimiento de la prestación. Sin embargo, deben considerarse las consecuencias de que los contratos se incumplan por fuerza mayor, lo cual en nuestro ordenamiento implica la liberación de la obligación, con el consiguiente riesgo de resoluciones en cadena, cuyos efectos resultarían devastadores por el “efecto mariposa” en la logística globalizada. Otra posible solución para intentar reequilibrar las prestaciones contractuales es la doctrina de la Rebus Sic Stantibus, aplicable a supuestos en los que la prestación no ha devenido imposible, pero sí más onerosa. Su presupuesto de aplicación es la concurrencia de situaciones extraordinarias, posteriores a la celebración del contrato, que alteren la ecuación económica del mismo en forma anormal y grave. Esto resalta la importancia del análisis económico-financiero, que debe ser capaz de aportar un juicio objetivo y de rigor técnico incuestionable sobre la ruptura del equilibrio económico del contrato, determinando las causas del mismo. No basta en este punto una simple operación aritmética. Se requiere un análisis de correlación de aquellas variables que explican los incrementos de precios, utilizando modelos econométricos, separando los impactos asociados a riesgos funcionales o de orden técnico de aquéllos extraordinarios e imprevisibles, no explicados por la evolución normal del negocio. A partir de ahí, obtenemos la cuantificación del impacto económico directamente asociado a los incrementos de los precios. Únicamente la solidez, la objetividad y la seguridad ofrecida por la realidad de los datos y de los resortes legales aplicables ofrecen la oportunidad de afrontar una negociación o un eventual procedimiento judicial con garantías de éxito.