En busca de oportunidades en un entorno cada vez más volátil e incierto

Tenemos que acostumbrarnos a un nuevo entorno en el que hacer previsiones resulta más difícil que nunca pero donde, si te quedas quieto, retrocedes. Sólo aquel capaz de adaptarse a las condiciones cada vez más cambiantes y volátiles sobrevivirá. No es algo pasajero, es lo que vamos a vivir de ahora en adelante. Esta reflexión de una veterana gestora nacional interpreta de forma certera la dimensión y profundidad del convulso momento actual. El capital privado ha aprendido a ‘convivir’ con la incertidumbre tras haber superado dos crisis, como prueban las extraordinarias cifras de inversión de 2021 -7.680 millones invertidos-, el segundo mejor registro de su historia solo por detrás de 2019 con 8.890 millones. Pero la invasión de Ucrania y las consecuencias de la excepcional tensión internacional se empiezan a sentir en el sector. La primera lectura apuntaba a un coste humano devastador pero un contagio directo escaso por la casi nula exposición del sector nacional a Rusia, Ucrania y Bielorrusia.

A simple vista, nada hace presagiar que el favorable viento de cola de la industria y su frenético ritmo inversor vayan a frenarse, pero el impacto indirecto se prevé mayor del esperado. El escenario de riesgos ha vuelto a virar otra vez de forma importante y, en general, los fondos empiezan a asumir que la tensión bélica se alargará. Pocos profesionales consultados por elEconomista Capital Privado tienen la esperanza de una solución rápida o de un acuerdo estable. Para cualquier accionista o directivo no resulta fácil realizar una reflexión sosegada sobre el futuro de su compañía o tomar decisiones de inversión ¿Quién puede saber qué efectos tendrá la guerra en un contexto post-Covid ya de por sí complicado? ¿Hasta dónde llegará la escalada de precios energéticos y cómo impactará en las cuentas de resultados? Ese diagnóstico concentra ahora casi todos los esfuerzos sin dejar, en paralelo, de analizar oportunidades. “El impacto será desigual en función del sector y de la duración del conflicto”, señalan fuentes financieras.

Los fondos nacionales cuentan con una elevada cantidad de recursos disponibles -unos 5.000 millones- para abordar nuevas inversiones (dry powder en el argot financiero). La subida del precio de la electricidad y de las materias primas y su impacto en la práctica totalidad de los productos energéticos y alimenticios lleva a pensar que el foco inversor se concentrará en sectores poco afectados -salud, educación, renovables, telecos o infraestructuras, entre otros-, donde es probable que los precios intensifiquen su escalada. En general, el riesgo de ejecución de las operaciones es mucho más elevado. “Los fondos se piensan dos veces pagar unos múltiplos ya de por sí muy calientes y en aquellas transacciones que requieren de un apalancamiento elevado la inquietud es si podrán acceder finalmente a las condiciones de financiación previstas. Dependiendo de la exposición final de las compañías al conflicto y a los precios de la energía, algunas subastas pueden ser menos competitivas”, advierten las citadas fuentes.