Alternativas para afrontar los efectos de la inflación en la financiación de las empresas
El contexto macroeconómico actual derivado del fuerte incremento de la inflación está generando en las empresas problemas similares a los que se enfrentan las familias: incremento en el coste financiero de sus préstamos e hipotecas y subida del precio de los productos que consumen, reduciendo significativamente su renta disponible.
Por una parte, las empresas se enfrentan al incremento de los costes de su financiación. Tras un incremento de las materias primas en el año 2021, impulsado por la fuerte recuperación de la demanda post-Covid, la guerra de Ucrania ha supuesto la puntilla, provocando un incremento de la inflación hasta niveles que no habíamos visto en los últimos 30 años. Este escenario ha generado gran preocupación en los bancos centrales, que están tomando medidas para contener la inflación. La Reserva Federal estadounidense, como suele ser habitual, ha sido el primer organismo en reaccionar, y en lo que va de año acumula tres subidas de tipos, habiendo situado el tipo oficial entre el 1,5% y el 1,75%. El Banco Central Europeo ya ha anunciado que comenzará a subir los tipos de interés en el mes de julio.
Los mercados financieros ya llevan meses descontando estas subidas de tipos, y especialmente en los últimos meses se ha producido un fuerte repunte de los tipos de interés de referencia. A modo de ejemplo, desde comienzos de año, el tipo fijo de interés de referencia a 7 años en euros se ha incrementado en más de un 2%, a lo que hay que añadir el incremento de márgenes aplicados por los financiadores.
Al incremento actual en los costes financieros, se suma la incertidumbre sobre la evolución de los tipos de referencia a corto y medio plazo, que reduce la visibilidad sobre la cantidad de fondos a destinar por las empresas al servicio de la deuda en el caso de la financiación a tipos variable.
Un problema añadido es que se están endureciendo las condiciones para otorgar la financiación, tanto en el mercado bancario, como indica la última encuesta del Banco Central Europeo, como en los mercados institucionales, que han experimentado una drástica reducción en las emisiones de deuda desde el inicio del conflicto en Ucrania. Así, las emisiones en euros de préstamos y bonos apalancados en el periodo marzo-mayo de 2022 representaron únicamente un 10% del total de las realizadas en el mismo periodo del año anterior, lo que las sitúa en un nivel similar al experimentado en los peores meses del Covid-19.
Por otra parte, nos encontramos con el efecto de la inflación en el incremento de los costes y el alza de las materias primas, incrementos que no siempre se están pudiendo trasladar a los precios de venta de productos y servicios. Finalmente, el efecto de la inflación, unido al clima de incertidumbre, está teniendo un impacto relevante en la contracción de la demanda, lo que ha provocado una revisión a la baja de las previsiones de crecimiento.
Con ello, nos encontramos ante una tormenta perfecta, que reduce la capacidad de generación de caja de las empresas e incrementa los niveles de apalancamiento y el coste de financiación y que en muchos sectores se añade al efecto sufrido por la crisis de la Covid-19. Ante esta situación, desde el punto de vista de la estructura de financiación, es recomendable tener en cuenta los siguientes aspectos:
1. Es fundamental actuar cuanto antes, analizando el impacto real en la compañía, la capacidad de generación de caja del negocio y las necesidades de tesorería a corto y medio plazo. Cuanto antes se aborde el proceso de refinanciación, mayor probabilidad de éxito tendrá.
2. Es necesario revisar las estructuras de financiación existentes, buscando optimizar los términos y flexibilizar las obligaciones/limitaciones, de forma que se permita, en caso de que sea necesario, el endeudamiento adicional que pueda necesitar el negocio para acometer inversiones o cubrir necesidades de circulante.
3. En algunos casos, la solución podrá pasar por liberar caja con financiación sin repagos intermedios (bullet) o con repagos intermedios muy limitados. En este sentido, además de la financiación bancaria tradicional, las empresas se podrían plantear acceder a financiación alternativa, como colocaciones privadas o préstamos unitranche, que suelen tener el repago total al vencimiento. Adicionalmente, las empresas con cierto tamaño podrán plantearse acceder a los mercados institucionales con la emisión de instrumentos de renta fija, como bonos o Term Loan B, cuyo repago es a vencimiento, si bien será conveniente esperar a que se normalicen los mercados financieros para obtener condiciones más ventajosas.
4. Por último, será necesario la revisión del mix de financiación entre tipo fijo y variable, pudiendo en aquellos casos en los que sea conveniente realizar la contratación de coberturas de tipos de interés (swaps) en el caso de los préstamos a tipo variable y en otros casos, la emisión de deuda a tipo fijo (bonos o colocaciones privadas). En la definición del mix óptimo es muy importante tener en cuenta que los productos de deuda a tipo fijo suelen llevar costes de cancelación anticipada, por lo que es fundamental tener visibilidad de que dicha deuda no se repagará en el corto plazo.
Mejorar la estructura de financiación a través de los aspectos antes mencionados, puede ayudar a superar este entorno tan complejo, si bien todo esto deberá ser completado con medidas comerciales y operativas que ayuden a mejorar la rentabilidad y la generación de caja de las empresas.