Los fondos de deuda siguen ganando cuota en España
El ‘direct lending’ continúa abriéndose paso gracias al conocimiento de la deuda privada por parte de ‘sponsors’ y empresas y al creciente apoyo de inversores institucionales.
El negocio de direct lending sigue avanzando a un ritmo vertiginoso en España. Buena prueba de ello es el número significativo de transacciones recientes con participación de los fondos de deuda en compañías como Satlink, Hijolusa, Condis, Probelte, Angulas Aguinaga, Alvinesa, Suanfarma, Legalitas, SAS y Logalty, entre otras. El balance del 2021 ha sido muy positivo, “en consonancia con la gran actividad registrada en el mercado español de M&A y LBOs, no sólo financiando operaciones de LBO o apoyando a participadas de fondos de capital riesgo, sino con un foco creciente en financiaciones corporativas y sponsorless”, como confirma a esta publicación Javier Latorre, Socio de AZ Capital. Pese a la falta de estadísticas oficiales, el consenso de los expertos consultados por elEconomista apunta a que su penetración supone entre un 15% y un 18% del total de las financiaciones en España. Cada vez más compañías familiares y pymes -con ebitdas de entre 3 y 15 millones- empiezan a hacer uso del direct lending. “Es difícil cifrar el porcentaje que la financiación alternativa supone en España. Nuestra estimación es que el saldo vivo se situaría entre 4.000 y 5.000 millones”, confirma Borja Oyarzábal, CEO de Tresmares Capital. Se calcula que unas 150 gestoras especializadas en deuda quieren invertir en España, con diferentes tamaños y estrategias. “Muchas gestoras extranjeras apuestan porque, para ser un actor relevante, hay que contar con un equipo local que conozca el mercado y construya relaciones con los fondos de capital riesgo nacionales. Por eso, los principales players internacionales se han implantado en nuestro país con oficinas, sumándose a gestoras nacionales como Trea, Talde u Oquendo, entre otras”, explica Javier Latorre, managing director de AZ Capital. La sensación general es que hay necesidad de deployment. Es decir, más dinero disponible que oportunidades.
Duplicando a Italia
El informe Alternative Lender Deal Tracker Autumn 2020, elaborado por Deloitte sitúa a España en cuarta posición en el mercado europeo con un total de 154 operaciones acumuladas, duplicando por ejemplo en número a economías de mayor tamaño como Italia, como confirma Aitor Zayas, director de Financial Advisory de Deloitte. Reino Unido sigue liderando el mercado mientras, curiosamente, Alemania tiene menos penetración que Francia.
Desde Tresmares consideran que el mercado de financiación alternativa “seguirá creciendo a doble dígito en el corto y medio plazo. Estimamos el crecimiento histórico en un 15% anual, una cifra que todavía se podría sostener a 5-10 años vista por un mayor equilibrio de cuota con la financiación bancaria y una presencia creciente en compañías de menor tamaño y sin sponsor financiero”. Esta pérdida progresiva de cuota de mercado de la banca en España se inició durante la crisis financiera de 2008, cuando la financiación alternativa apenas llegaba al 10%. A raíz del colapso del mercado bancario, el proceso se aceleró para intentar cubrir parte del hueco que dejaron los bancos.
Jean François Guicheteau, head of Leveraged Finance de BBVA, detalla a elEconomista las dos situaciones en las que la entidad financiera suele colaborar con los fondos de deuda para complementar sus estructuras de financiación. “En primer lugar, para incrementar el nivel de apalancamiento que la entidad financiera puede asumir en solitario y, en un segundo supuesto, para aquellas situaciones donde se busca una estructura de financiación que ejerza poca presión sobre los flujos de caja de las compañías, incorporando tramos con una única cuota al vencimiento del crédito (bullet)”. En opinión de Gonzalo Montes, socio responsable de KPMG Funding & Turnaround Advisory, “estas soluciones de financiación con condiciones más flexibles, mayor plazo y apalancamientos más elevados a un mayor coste que la deuda bancaria tradicional se adaptan perfectamente a compañías con planes de integración de nuevos negocios, procesos de expansión, puesta en marcha de nuevas áreas o compras accionariales”. “Es un tipo de financiación sin vocación de permanencia en el balance de las compañías, empleada en situaciones y contextos concretos y puntuales”, matiza Zayas.
Una colaboración creciente
Luis Vítores, managing director de Private Debt de Muzinich & Co en Iberia, cree que la llegada a España de los fondos privados de deuda ha cubierto varias necesidades y oportunidades de mercado. “Cada vez más empresas españolas nos perciben como un mecanismo accesible de financiación flexible, al tiempo que la colaboración con el capital riesgo, con otros fondos de direct lending y con la propia banca es también cada vez mayor”. En la hoja de ruta de muchas empresas familiares y pymes (EBITDAS entre 3 y 15 millones de euros), con peor acceso a financiación y menores ratios de apalancamiento, se incluyen inversiones orgánicas e inorgánicas para reforzar su crecimiento pudiendo suponer una interesante oportunidad la financiación alternativa para este tipo de compañías”, explica Óscar Rojas, director de Transaction Services de KPMG en España. Asimismo, las entidades financieras entrarán en una fase de mayor cautela en relación a las nuevas operaciones una vez se vaya retirando la liquidez aportada a través de los ICOs y las ayudas públicas. En opinión de Daniel Herrero, socio fundador de Oquendo Capital, “el contexto dibuja unas condiciones óptimas para el desarrollo de la deuda privada, complementando y colaborando la bancaria, y en algunos casos compitiendo de forma creciente con ésta (unitranche)”. La firma española gestiona 950 millones de euros en estrategias desde deuda senior pasando por deuda mezzanine y subordinada, PIK notes, deuda convertible, etc., complementando a los bancos en las estructuras ofrecidas al capital privado y en financiación directa a empresas privadas y accionistas familiares. “La mayor utilización de los préstamos a plazo tramo B (term loan B) en operaciones de capital privado con un tipo de interés superior al de la deuda sénior bancaria es una manifestación más del ascenso del direct lending”, explica Latorre.