¿Ante los primeros indicios de sequía del ‘pipeline’? El mercado ¿empieza a “temblar”?

Pese a la incertidumbre y la situación macroeconómica, el capital privado ha cerrado el primer trimestre del año con 2.136 millones invertidos según las cifras de Ascri y culmina 2021 con una inversión record de 7.573 millones en España. La gran incógnita es si esta fortaleza, junto a la liquidez en máximos, permitirán mantener el gran ritmo de actividad inversora durante el segundo semestre. No son pocas las voces que alertan de una temida ralentización. Algunos expertos se preguntan si ya estamos ante los primeros indicios de que el mercado empieza a “temblar” ante la espiral inflacionista, la Guerra de Ucrania, el shock energético y el cambio en la política monetaria del Banco Central Europeo. La suma de estos factores altera un marco transaccional que parecía idílico. Ojalá la invasión no dure mucho, pero sus secuelas -si las relaciones con Rusia no se normalizan- se alargarán en el tiempo. El freno, si finalmente llega, ¿será temporal? Todo parece indicar que sí: la corriente de fondo es fuerte.

Procesos de venta como Neolith, adquirida por CVC a Investindustrial, son una buena muestra de que los elementos de incertidumbre en el precio se pueden superar pero el mercado empieza a notar los primeros indicios de sequía del “pipeline” (proyectos en cartera). Los fondos están siendo muy selectivos en función del activo y del sector, siempre con un horizonte de salida a varios años vista. “Hay un elemento de incertidumbre que difícilmente se puede modelizar. Sería como lanzar una moneda al aire. Los precios de la energía están absolutamente alterados y no se sabe por cuánto tiempo”, indica un asesor financiero a elEconomista Capital Privado. “Es muy díficil poner precio y saber si los balances están perjudicados por la situación energética o si existe un problema de fondo camuflado por el alza de costes”, matiza.

Tras un 2021 histórico, toca afinar y ser muy selectivo. La visibilidad con la que se inició el año 2022 se ha difuminado por las nubes de la crisis, pero los fondos “andan con los bolsillos llenos” y el dinero empieza a quemar ante la presión de los LPs. Se imponen la prudencia y la cautela, pero el panorama es muy distinto al parón de 2020 y el nivel de actividad sigue siendo elevado. “Algunos bancos empiezan a estar preocupados ¿Estamos ante un momento de prudencia, antesala de la ralentización?”, se pregunta un asesor.

El escenario es especialmente incierto y convulso en aquellos sectores ya debilitados por la pandemia y más impactados por el alza de la energía. La duda es cuándo vendrán las reestructuraciones. En general, los bancos lanzan un mensaje: este año no habrá grandes reestructuraciones pero sí waivers (dispensas temporales) para ganar tiempo hasta que la incertidumbre se despeje y se pueda vislumbrar cómo queda la foto final ¿La nueva ola será, entonces, en 2023?