Las fusiones bancarias que vienen

Si echamos la mirada atrás apenas 10-15 años, veremos que el sector bancario español ha acometido una transformación integral. Aunque es un periodo relativamente corto desde el punto de vista de la historia de la banca en España, en este ciclo se han concentrado más activos del sector bancario que en cualquier otro periodo del pasado. La pasada crisis, imputable principalmente al deterioro del valor de los activos inmobiliarios y cuyo impacto se notó más en países con mayor exposición al crédito promotor como España, desde luego fue uno de los ejes que justificó el profundo cambio del sector de las cajas de ahorro, con la desaparición de 50 entidades y el nacimiento de una decena de bancos consolidadores del mercado nacional.

El efecto Covid-19, transectorial y de alcance global, en un contexto sostenido de bajos tipos de interés, ha intensificado las conversaciones sobre fusiones y adquisiciones (M&A) al máximo nivel en los últimos meses, y está iniciando un fuerte momentum de consolidación, especialmente en Europa. La actividad de M&A es la forma que tienen los bancos de enfrentar la baja rentabilidad y reducir los costes vía realización de sinergias que mejoren su competitividad. Los bancos de mayor solidez y rentabilidad además son muchas veces requeridos por los supervisores para rescatar otros bancos en situaciones menos ventajosas, fomentando por tanto la consolidación. Adicionalmente, el aumento de provisiones por el repunte esperado de mora ha castigado las ya afectadas cuentas de resultados del sector. Esto, unido a los bajos múltiplos de cotización de los bancos y un exceso de liquidez generalizado en el mercado, ha generado un mercado de compradores. Todo ello constituye también la antesala de un repunte en la actividad de fusiones.

Pongamos foco en el viejo continente. En clave puramente europea, las fusiones transfronterizas deberán intensificarse por una sencilla razón: son más necesarias. Son muchas las razones que deberían incrementar el apetito europeo por el M&A: el menor tamaño de los bancos europeos comparativamente con sus competidores americanos y asiáticos -la capitalización bursátil del top 5 europeo apenas representa la tercera parte de sus equivalentes en norteamérica o ASPAC-; la elevada presión en márgenes, un mercado muy bancarizado que hace difícil reducir el ratio de eficiencia -para la misma muestra anterior, el retorno medio sobre el patrimonio tangible (RoTE) está entre 3 y 5 puntos porcentuales por debajo en el caso de los europeos-, lo que explica en parte las bajas valoraciones; el reconocimiento contable del fondo de comercio negativo (badwill) que tiene beneficiosas implicaciones en caso de fusión, ya que la generación orgánica de capital no es suficiente; y la publicación de la guía de consolidación bancaria del Banco Central Europeo el pasado mes de julio, la fijación de objetivos de capital más favorables o el uso de modelos internos para las nuevas entidades. En general, también los reguladores locales están facilitando, liberalizando y favoreciendo la actividad extranjera para impulsar la actividad transaccional.

Sin embargo, en Europa, el tamaño o escala no es sinónimo de rentabilidad. De hecho, en promedio, entidades de mayor tamaño (activos >1.500€ millardos) muestran una rentabilidad inferior a muchas entidades de tamaño medio. Es por ello que, para que este proceso tenga sentido, tengamos que considerar factores como la construcción del margen, volumen de créditos de dudoso cobro (NPLs) esperado, el encaje de diversos modelos de negocio, la capacidad real para reducir estructuras y el consiguiente ahorro en costes.

Estas operaciones de fusión no se han iniciado porque no concurren por el momento estas circunstancias. De hecho, el volumen de M&A de los bancos europeos está en mínimos desde el comienzo de la crisis financiera y dicha actividad responde a unas pocas operaciones de elevado volumen. Cuando se aceleren estas fusiones, los participantes que ejercerán como actores consolidadores serán aquellos que tengan, además de escala, capacidades de vinculación digital con el cliente -limitando el valor de la oficina bancaria tradicional-, los que demuestren calidad de balance -puesto que se esperan años duros de incremento de morosidad-, y una capacidad de rentabilizar el mismo -divergencia entre la elevada liquidez disponible y el margen de la cartera de inversión crediticia-.

En el corto plazo -próximos 12 meses- los retos y limitaciones subsisten. La perspectiva es de recesión y previsible aumento de los ratios de morosidad una vez desaparezcan las medidas de “ayuda táctica” de los gobiernos -moratorias, avales, crédito o inyección directa de capital, etc.-. El proceso de consolidación tendrá lugar, previsiblemente en el ámbito local primeramente y en los países más bancarizados como España, Italia y Alemania. Sin embargo, la llegada de estas operaciones no será inmediata. Llevará tiempo puesto que la materialización de las sinergias, sobre todo de costes, no son fáciles de identificar por el momento y todavía existen limitaciones regulatorias y contables que sortear.