ESG en el ‘private equity’: del ‘compliance’ a la creación de valor

Durante las últimas dos décadas éramos pocos los que predicábamos en el desierto acerca de la necesidad de incorporar los criterios ESG en los procesos de inversión. Ese momento que ansiábamos ha llegado, y parece dispuesto a imponerse, eliminando la esperanza que algunos mantenían de que se tratase de una moda pasajera. Por su foco elevado en la gestión, y su visión largoplacista, el sector del private equity está adaptado de forma natural a la integración de estos criterios en su gestión, siendo varios los elementos que están impulsando la agenda ESG en el sector, por citar algunos: regulación, financiación, inversores y tecnología.

Desde el punto de vista de la regulación, destaca, por su repercusión, el Plan de Finanzas Sostenibles de la UE, que tiene como objetivo final reorientar los flujos de capital hacia la inversión sostenible. Con este objetivo, la Comisión Europea está desarrollando regulación que afecta directamente al sector, como los conocidos como Reglamento de Taxonomía para evitar el greenwashing y Reglamento de Divulgación para fomentar la transparencia alrededor de las cuestiones ESG entre los participantes en los mercados financieros y los asesores financieros. Por otro lado, además del efecto que la regulación de finanzas sostenibles supone en el financiador, desde hace varios años se están impulsando iniciativas de carácter voluntario que refuerzan esta situación, como la Net Zero Banking Alliance (que representa a 43 bancos y 28,5 billones de dólares bajo gestión), cuyos bancos adheridos se comprometen a descarbonizar sus carteras de préstamos e inversiones, con los efectos que esto supone para cualquier firma o compañía que requiera de financiación.

Desde el lado de los inversores, tenemos un elenco muy activo de Limited Partners que están impulsando la transformación de los modelos de gestión de los General Partners (o gestoras) hacia modelos más sostenibles. Es por todos conocido el mensaje anual de Larry Fink, CEO de BlackRock, quien en 2021 manifestó su compromiso con la neutralidad climática en 2050, para lo que pedirá a las empresas en las que participe una estrategia a largo plazo y un plan que articule esta transición. En esta línea, se ha constituido la Net Zero Asset Owner Alliance, que representa 6 billones de dólares de activos bajo gestión y pretende la transición de los porfolios hacia la neutralidad climática. Finalmente, aparecen nuevas soluciones tecnológicas en el ámbito medioambiental y, además, las que ya existen son cada vez más competitivas en términos técnicos y de coste, lo que facilita la transición hacia modelos de gestión más sostenibles. Por ejemplo, en 2/3 partes del mundo ya es más barato producir energía eléctrica basada en renovables que en combustibles fósiles. En el sector del Venture Capital, esto se está traduciendo en más de 16.000 millones de dólares invertidos en 2019 (un 6% del total invertido en el sector) en soluciones en favor de la descarbonización de la economía.

El sector del Private Equity no es ajeno a esta realidad, y aunque hasta hace relativamente poco el principal aliciente para incorporar los aspectos ESG en su modelo operativo era el compliance, la realidad está cambiando. En nuestra última Encuesta Global al Sector en materia de inversión responsable observamos que un 66% de las 209 firmas encuestadas sitúa la creación de valor entre sus tres principales palancas para integrar la inversión responsable y afirma e integra los riesgos y oportunidades ESG en sus planes de transformación.

Venimos, por tanto, de un enfoque de compliance donde prestábamos atención fundamentalmente a los riesgos, a un enfoque donde también se contemplan oportunidades. Si bien, es cierto, que a día de hoy, las oportunidades están más centradas en preservación de valor (por ejemplo, la implantación de medidas de ecoeficiencia y eficiencia energética con la reducción de costes que ello implica), cada vez más los líderes están viendo oportunidades de transformación y de creación de valor, como puede ser el desarrollo de nuevos productos o servicios con un determinado tipo de características ambientales que contribuyen a una mejora directa de los múltiplos.

La estrategia de creación de valor traída, por ejemplo, al mundo de la descarbonización de carteras puede implicar 3 estrategias de inversión diferentes:

(1) Retorno Net Zero: compra de activos con alto contenido en carbono, reduce significativamente sus emisiones y vende a un múltiplo mayor. Por ejemplo, comprar centrales térmicas de carbón a un bajo precio y conversión de las mismas a biomasa.

(2) Arbitraje Net Zero: compra de activos con bajas emisiones de carbono antes de que el CO2 suponga una mayor barrera de entrada y benefíciate de un mayor rendimiento competitivo a futuro.

(3) Disrupción Net Zero: compra de empresas con productos o soluciones climáticas temprano y escálalas. De hecho, según un estudio de PwC4, la inversión del Venture Capital en los últimos siete años en tecnología climática ascendió a casi 60.000 millones de dólares, lo que representa un incremento acumulado del 3.750% y una tasa compuesta de crecimiento anual del 84%. Este ritmo de aumento triplica el de la inversión del Venture Capital en la mucho más popular tecnología de la inteligencia artificial.

En definitiva, el sector cuenta con un posicionamiento inmejorable para utilizar sus fortalezas, posición en el mercado y capacidades en la generación de cambios estructurales en este ámbito, impulsando una transformación más rápida y profunda de la que pueden conseguir otros sectores. Esto no ha hecho más que empezar y resulta complejo definir un calendario, pero parece lógico pensar que, en el largo plazo, dejaremos de hablar de inversión responsable, porque todas las inversiones del sector serán ya sostenibles.