SPAC: ¿llegará a Europa el ‘boom’ de las firmas de ‘cheque en blanco’?

En Estados Unidos hay una auténtica revolución con este tipo de sociedades, que nacen como una vía rápida de salida a bolsa y que su único objetivo es recaudar fondos para participar en una fusión o adquisición con otras empresas. En España, la CNMV abre la puerta a estudiar este modelo

En cada época, casi coincidiendo con una crisis, hay un tipo de vehículo de inversión que capta el interés de la prensa por experimentar cierta agitación. En los últimos meses ha ocurrido con los SPACS (Special Purpose Acquisition Companies), que podríamos traducir como Empresas con Propósito Específico de Adquisición y que se han puesto de moda en Estados Unidos como una forma rápida de salir a bolsa. No se trata de un vehículo nuevo, pero es posible que la situación haya incentivado su uso. Se las conoce como “compañías de cheque en blanco” ya que son entidades que no tienen un plan o propósito comercial específico salvo sacar a bolsa otra compañía tras adquirirla posteriormente.

Se trata de un vehículo que desde el inicio sale a cotizar a bolsa y detrás tiene un sponsor, un equipo de gestión que puede ser un hedge fund o un fondo de capital privado. Son “expertos en un sector determinado”, tal y como explica Ricardo Miró-Quesada, Partner, Head & CIO de Private Equity en Arcano Partners, a la revista elEconomista Capital Privado.

“Captan una cantidad determinada de los inversores con la promesa de que en los próximos dos años van a conseguir una empresa objetivo, una empresa que no cotiza y que va a comprar”, explica. En el momento en el que adquiere la compañía, ésta empieza directamente a cotizar en bolsa, evitando el largo proceso de una OPV. En este proceso, el equipo sponsor se suele quedar con un 20-25% del capital de la SPAC pre-adquisición.

Fuerte auge en medio de la pandemia

El 2020 fue el año con más debuts bursátiles realizados a través de SPACs según SPACResearch, una plataforma especializada en este tipo de productos. De hecho, tal es el apetito por este vehículo que, el año pasado “salieron más SPACs que en los últimos cinco o seis años”, según Miró-Quesada. “Creo que ha habido un boom muy importante, alineado con el boom de la tecnología y las ganas de participar de la gente en el éxito”, explica, pero añade que habrá casos de éxito y casos complicados que obligarán a regular cada vez más.

Por el momento se trata de un fenómeno estadounidense. Sin embargo, todo hace pensar que, tarde o temprano, con mayor o menor intensidad, esta tendencia se extenderá también por el Viejo Continente. “Va a llegar seguro, mientras sea con cuidado y menos errores se cometan mejor. En EEUU la mitad de las salidas a bolsa fueron SPACs. El tamaño medio ha pasado de 200 millones en 2015, a 300 en 2020”, asegura el experto de Arcano.

“En Europa hay algunas, pero muy pocas, creo que está tardando en llegar por el tema regulatorio”, asegura. “Europa no es un mercado único y salir a cotizar en Londres, no es lo mismo que hacerlo en Oslo o en Madrid. Cada regulador es distinto y te pueden pedir requisitos que en EEUU no te piden”, añade Miró-Quesada.

Ventajas e inconvenientes

La certeza, y más en tiempos convulsos como el actual, es el principal aspecto positivo desde el punto de vista de las compañías que van a ser adquiridas por un SPAC. La salida a bolsa tradicional es arriesgada, ya que una compañía no sabe cuánto dinero va a recaudar, si será capaz de captar algo o cuál será en el momento de salida la coyuntura. “La velocidad del proceso es mucho más rápido. En una salida tradicional puedes estar un año o dos o incluso más, con un SPAC esto se acelera considerablemente suele ser meses o un año”, explica Miró-Quesada.

Generalmente el sponsor es un experto del sector en cuestión y es una relación estratégica con valor añadido y mejor acceso a potenciales inversores. Desde el punto de vista del inversor, ésta operativa permite el acceso a operaciones de capital riesgo a inversores retail que de otra manera no podrían hacerlo. Esto puede ser un pro y un contra, ya que los inversores “pueden aceptar un mayor riesgo sin comprender el producto”.

Por otro lado, puede suponer un coladero para empresas que no tengan la suficiente calidad como para cotizar en bolsa. “Muchas de estas compañías son tecnológicas, en una etapa en la que el perfil de riesgo es muy alto. Esto puede ir muy bien o muy mal. Algunas son compañías que no pueden seguir un proceso normal de salida a bolsa porque probablemente su situación financiera no se lo permitiría”, añade. Además, es un proceso relativamente caro en el que muchas veces “está desalineado el gestor sponsor y el inversor retail”. La CNMV ya ha abierto la puerta a estudiar esta vía alternativa para las salidas a bolsa en España.