El fin de las ayudas ilimitadas en un mundo “líquido”

El filósofo polaco Zygmunt Bauman acuñó el término de modernidad líquida para referirse a los tiempos actuales, caracterizados por los conceptos de cambio, flexibilidad o adaptación, entre otros. El mundo "líquido" conlleva cambios continuos e irrecuperables, frente al pasado "sólido", controlable y predecible. Un planteamiento que la pandemia ha acelerado. El coronavirus ha "derretido" la economía global y la sociedad en su conjunto, que sueña todavía con volver a la antigua normalidad. Una sensación que no es diferente en el mundo del capital riesgo. El año 2021 ha arrancado de una forma muy confusa. Todavía con la resaca de las Navidades llegó Filomena, una nevada histórica que fue capaz de parar la capital española durante casi un fin de semana entero. Algo que aparentemente no afectó a la industria del capital riesgo, que en los últimos meses ha aprendido a trabajar en remoto a la perfección. Sin embargo, en un contexto en el que los contagios por coronavirus siguen aumentando, sí preocupa la velocidad en el proceso de vacunación porque es en lo que todos confiaban para comenzar a vislumbrar algo de certidumbre sobre la duración e impacto de la pandemia.

Por ahora, todos los gestores -nacionales e internacionales- han arrancado el año con fuerza, trabajando para posicionarse en ciertos procesos competitivos y buscando operaciones bilaterales que no den tantos quebraderos de cabeza. Los problemas, sin embargo, vuelven a ser los mismos: los activos buenos son muy caros -y a ver cómo está la economía en cinco años, argumentan-, cada vez es más difícil saber hasta cuándo durará la resiliencia de un sector y gran parte del tejido empresarial español está quebrado. Es este último punto el que más preocupa a la industria del capital riesgo en el país, que coincide en reivindicar un cambio necesario del modelo productivo en España y no quedarse atrás respecto a otros países. Si casi todo el tejido empresarial está formado por pymes es a éstas a las que más se tiene que proteger de los vaivenes de la economía y de la pandemia. Si no se las cuida, muchas de ellas terminarán por desaparecer. Algo que tendría un impacto sobrecogedor en el sector, que reduciría sus oportunidades de inversión y poco a poco iría desapareciendo del bolsillo de los grandes ahorradores internacionales.

Por ello, es de suma importancia que se comience a concienciar de que las ayudas públicas son algo temporal. Las economías se desarrollan y salen adelante gracias a las empresas, no a un mensaje de dinero gratuito e ilimitado. Ya son muchos los expertos que denuncian la importancia de actuar cuanto antes en las refinanciaciones. De lo contrario, la devolución de los ICO terminará por ahogar a las empresas o las convertirá en zombies del Estado. El mensaje, por tanto, debe estar enfocado a mejorar la cultura financiera del país: exponer todas las posibilidades de financiación que tienen ante sí y no dudar en contar con socios expertos a la hora de mantener a flote un negocio.