El ‘Private Equity’ seguirá imbatible pese a la variante Ómicron

Hace justo un año reflexionábamos en esta misma tribuna sobre cómo la pandemia había cambiado la actividad económica en todo el mundo, además de alterar nuestro día a día. 12 meses después, y a pesar de haber alcanzado una cierta inmunidad gracias a los avances y logros científicos que nos han aportado las vacunas y los elevados índices de vacunación alcanzados, las economías siguen bajo el influjo pandémico. Porque cuando parecía que atisbábamos una luz al final del túnel, la nueva variante Ómicron se ha cruzado en el camino de la recuperación y amenaza con retrasarla.

Pero a pesar del contexto descrito, lo cierto es que el private equity sigue imbatible, no solo en España, sino también en el ámbito internacional, destacando como motor de crecimiento económico y de creación de valor. De hecho, todo parece indicar que 2021 concluirá superando las ya de por sí favorables expectativas. 2021 ha sido un excelente año en cuanto a actividad transaccional. Los fondos internacionales han protagonizado las operaciones más relevantes y continúan muy activos en el mercado español, apostando por España como destino atractivo para sus inversiones pese a las incertidumbres. Incluso han desarrollado operaciones public-to-private. Ésta es una opción que cobra cada vez más relevancia entre los fondos internacionales que saben aprovechar las oportunidades que ofrece un mercado bursátil tremendamente volátil y con unas valoraciones muy atractivas para la inversión. También hemos visto la irrupción de fondos internacionales, como Fremman Capital, Stirling Square y otros, muy activos en el segmento de middle market que están ejerciendo una gran competencia a los fondos de private equity españoles más activos. Pero también ha sido un gran año para el segmento de middle market, que lleva varios años imparable y reinventándose mediante la diversificación de sus estrategias de inversión y con muchos nuevos fondos nacionales e internacionales.

Se aprecia un aumento de la actividad de M&A en todos los sectores, aunque con mayor peso en los más resilientes como el tecnológico, consumo, agribusiness, salud, retail y educación. La pandemia ha acelerado la transformación digital de las compañías y ha tenido cierto impacto en un mayor número de operaciones de los sectores más dependientes de la innovación tecnológica. Es la respuesta de muchas empresas al reto de la transformación digital, acelerando sus procesos de transformación para adaptarse al comercio electrónico, el cambio hacia prácticas laborales mixtas que combinan la presencialidad con el teletrabajo, el avance de la inteligencia artificial, el internet de las cosas, el big data y el auge de Data Analytics, entre otras corrientes innovadoras. La transformación digital está en la agenda de todas las compañías si quieren ser competitivas. Y este proceso va a intensificar la actividad de M&A en el sector tecnológico, que no muestra signos de disminuir a medida que nos acercamos a 2022.

La elevada liquidez disponible, después de años con una intensa actividad de fundraising, el creciente atractivo del private equity como instrumento de inversión por los elevados retornos que genera y el acceso a una financiación muy asequible, tanto bancaria como de fondos de deuda, en un contexto de tipos de interés bajos que favorecen el apalancamiento de las operaciones, están propiciando la actividad inversora. Esta situación está intensificando la competencia entre los fondos, e incluso con los grupos corporativos, por incorporar a sus portfolios los activos más deseados, la mayoría de las veces en procesos de subasta muy disputados y con impacto en elevadas valoraciones y múltiplos, en muchas ocasiones desorbitados.

En el escenario actual estamos en un momento propicio para las desinversiones. Y hemos observado un gran número de operaciones de Secondary Buy-Outs, de compañías interesantes que aún tienen recorrido para generar retornos atractivos y siguen ganando relevancia como vía de salida. Si además consideramos la presión que tienen los fondos por invertir y la elevada competencia existente por los mejores activos y oportunidades del mercado, se traduce en un buen momento para la desinversión de compañías, obteniendo retornos muy atractivos e interesantes, y al mismo tiempo permitiendo la rotación de sus carteras.

En todo este proceso el private equity sigue ganando relevancia en la economía incrementando su peso sobre el PIB y es y será un pilar clave en la recuperación económica. El año 2022 se enfrenta a una situación marcada por la aparición de la nueva variante Ómicron y a un entorno macro-económico internacional marcado por la creciente inflación, elevados costes energéticos, barreras comerciales y regulatorias y potenciales conflictos geopolíticos entre países (p.ej. Rusia/Ucrania), por mencionar algunos de los más destacados y que están generando una mayor incertidumbre. Aún es pronto para evaluar el impacto que estos eventos pueden tener en la actividad inversora. Pero, pese a ello, y como ha demostrado la evolución de los dos últimos años, el sector de private equity está preparado para abordar con éxito estas incertidumbres, y las nuevas que vengan, y seguir generando valor en un entorno sumamente cambiante. Por tanto, preveo que la senda de crecimiento del último año del sector de private equity continúe en 2022 con foco en los mismos sectores que han destacado en 2021 y con una creciente actividad de los fondos de deuda y distress en aquellos sectores menos resilientes, una vez se empiecen a acabar los estímulos y ayudas públicas. El private equity continuará imbatible pese a Ómicron y a las nuevas variantes e incertidumbres que estén por venir y será parte relevante de la economía y de su crecimiento en el próximo ejercicio.