Del fondo a la mesa: cómo gestionar la relación del PE con las empresas de alimentación
La industria de alimentación y bebidas es uno de los grandes sectores industriales españoles, que alcanza cerca de 120.000 millones de euros de facturación. Sus más de 30 mil empresas representan el 2% del PIB, el 15% del PIB industrial y dan empleo a casi 500.000 trabajadores. Un sector con grandes fortalezas, demostradas en esta y anteriores crisis, gracias a su gran capacidad de adaptación a los hábitos de consumo y a los constantes cambios del mercado. Sin duda, la alimentación es un sector dinámico, atractivo, con grandes profesionales al frente, con capacidad de gestión y enfoque en el negocio. Nos adaptamos, innovamos y nos anticipamos para dar respuesta a las nuevas demandas y tendencias del consumidor para facilitarle una amplia gama de productos adecuados a sus gustos, necesidades y capacidad adquisitiva.
Ante el evidente crecimiento de la población mundial -con consumidores que demandan alimentos de mejor y mayor calidad, adaptados a los nuevos hábitos de consumo donde el factor saludable es clave- la implicación de la alimentación en el fortalecimiento de ésta, así como una industria muy atomizada (el 82,3% son PYMES) sitúan al agribusiness en una posición privilegiada para dinamizar su crecimiento y desarrollar procesos de consolidación apoyados en inversores de capital. Este atractivo no ha pasado inadvertido para los grandes inversores. Los fondos de inversión han realizado más de 20 operaciones en los últimos años, por un valor total superior a los 3.000 millones de euros en empresas de alimentación en España.
Se trata de un nuevo escenario en el que están participando tanto fondos nacionales, con proyectos de consolidación e internacionalización en el mid-market, como grandes firmas extranjeras que han cerrado operaciones de mayor tamaño. Y no solo sucede en nuestras fronteras, también en el resto de Europa, donde algunas operaciones se benefician de otra tendencia estructural, como es la sostenibilidad, centrada especialmente en la conversión de la agricultura y ganadería tradicional en una más ecológica y con un uso cada vez mayor de técnicas que optimizan la explotación de los recursos, con el objetivo de reducir el impacto ambiental de sus actividades.
A la hora de materializar estas inversiones, las firmas de private equity suelen seleccionar aquellas empresas de alimentación que tienen un posicionamiento diferencial: bien sea siendo líderes de mercado -a través de un producto propio u operando en un nicho del mercado-, o por el acceso a una fuerte cadena de suministro de la granja o del campo a la mesa, que la haga sostenible. En resumidas cuentas, apuestan por ventajas competitivas que sean particulares de la compañía y no genéricas del sector en sí. Otros factores decisivos para la selección de las inversiones son que las empresas target tengan la capacidad de exportar su modelo de negocio más allá de las fronteras en las que operan y que tengan potencial de crecimiento, tanto orgánico como inorgánico, funcionando como plataformas para la integración de otras compañías o desarrollando nuevos productos o mercados de manera eficiente.
No obstante, y desde el punto de vista de una compañía, no todos los fondos de inversión son los adecuados para acompañar a las empresas de alimentación en este viaje. Para que la alianza sea un éxito, resulta fundamental que los intereses del sponsor financiero estén lo más alineados posible con los de la compañía participada y, por ese motivo, es necesario invertir no solo dinero sino también tiempo y dedicación para diseñar un plan de negocio compartido, en el que ambas partes se comprometan a la consecución de los objetivos establecidos y con una involucración muy clara del equipo gestor, siendo esto especialmente importante en procesos buy, build & sell. Hay que poner de relieve este aspecto, ya que los tamaños de las empresas agroalimentarias (PYMES habitualmente), su historia y legado -ligado habitualmente al terreno-, así como su modelo de gestión, hacen que el diseño previo y la definición de los objetivos sean la clave del éxito.
El entendimiento del agribusiness requiere, además, de paciencia a la hora de gestionar sus carteras, ya que es probable que los beneficios de su inversión se vean a medio y largo plazo si no se consigue un tamaño adecuado a corto plazo -una característica que probablemente encajará mejor con aquellos fondos que tengan unos periodos de inversión más largos-. Por otro lado, y en relación con esto, también merece la pena recalcar que si por algo se caracteriza el sector agroalimentario es por la escalabilidad de las inversiones. Sabemos que es clave la construcción constante de unas cadenas de valor integradas y alineadas con los objetivos de clientes y proveedores para obtener así unas rentabilidades adecuadas. Por ello, acelerar la consolidación y el tamaño reducirá de manera importante estos periodos de inversión, haciendo estas compañías más sostenibles a lo largo del tiempo.