El horizonte incierto para los fondos en los próximos meses

Durante los meses de verano, una extraña sensación rodeaba a la industria de las fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés) que vivía dentro de la profecía autocumplida del cambio de ciclo económico motivado por la pandemia del coronavirus, mientras aceleraba -y, en muchos casos, cerraba- importantes transacciones que se habían quedado en el tintero meses atrás. Sin embargo, con la resaca del verano y la amenaza de los rebrotes y la temida segunda ola en toda España, el sector no afronta la vuelta al cole con el mismo optimismo que hace unos meses.

Todo hace pensar que los niveles de inversión de final de año no serán tan catastróficos como durante los meses más duros de la pandemia y con un par de grandes operaciones más se podrían rozar los históricos 8.500 millones de 2019. Pero, para bien y para mal, los megadeals no son los que miden el pulso real de la inversión en España, sino la actividad del midmarket. De puertas para dentro, los directivos de estos fondos no se muestran tan optimistas y hablan de una cierta ralentización del sector. ¿Los motivos? Variados... Desde que no hay tantas oportunidades porque hay muchas compañías afectadas por la pandemia a los problemas para evaluar el comportamiento futuro de un determinado sector, unido al desajuste entre la oferta y la demanda y el retraso en la financiación bancaria.

No obstante, no todo es negativo. Los máximos históricos de liquidez en los que navega la industria del capital privado anticipan que habrá actividad y que España sigue resultando atractiva para las inversiones -como demuestran las grandes operaciones y la llegada de nuevos fondos al país-, pero habrá que remar más. La capacidad de generar valor en las inversiones llegará de la mano de la anticipación y de los ángulos diferenciales en las subastas competitivas, pero también del trabajo del buy & build.

En este contexto cobra especial importancia el papel que juegan las pequeñas compañías españolas, el verdadero tejido empresarial del país. Frente a la negatividad del private equity, llama la atención cómo los inversores de venture capital confían en la buena evolución del negocio durante los próximos meses y presumen de la Marca España de las micropymes, a las que ayudan para ganar tamaño e internacionalizarse. Todo depende del cristal con el que se mire. La realidad es que la industria del capital privado cuenta con los conocimientos -y el capital- para ayudar a la reconstrucción empresarial en España.

Por eso es clave no dejarse embargar por el pesimismo y seguir trabajando para encontrar nuevas y creativas vías para seguir ayudando a las empresas, que es el papel fundamental que debe tener el sector. Como escribió Scott F. Fitzgerald en El Gran Gatsby: “La vida vuelve a empezar cuando refresca el otoño”