Visión a futuro y adaptabilidad para sortear una crisis sin precedentes

Hace tan solo unas semanas -que ahora parecen meses-, la frase más repetida por todos los expertos sonaba como un mantra: “después de la tragedia sanitaria, vendrá la económica”. Un hecho que hemos comenzado a ver a muchos niveles de la economía: desde el aumento de la pobreza entre la población vulnerable hasta las compañías que buscan sobrevivir con sus negocios cerrados. Lo que para las compañías que estaban en una buena situación financiera se ha convertido en un catarro, para las que tenían problemas se ha convertido en una neumonía. En este contexto, lo que marcará la diferencia entre una empresa y otra será su capacidad de mirar hacia delante.

Más allá de poner parches para resolver un problema puntual, esta crisis va a servir a muchas firmas para reinventar sus negocios y embarcarse en una profunda transformación -similar a la que tendrá que llevar a cabo toda la población mundial-. Los que sepan ver su potencial y adaptarse más rápido a las nuevas tendencias serán los vencedores. A favor de las compañías españolas juega el amplio desarrollo de los servicios financieros en el país: desde la banca de inversión a las consultoras pasando por los fondos de capital privado. Una ayuda extra para jugadores que, en un entorno como el actual, no deben quedarse atrás y deben mostrar lo bueno que pueden aportar a la economía. Quitar el estigma de que todos los fondos son buitres y mostrar que, en la mayoría de los casos, son compañeros de viaje. Algo que buena parte de la población no entenderá si no es a través de casos de éxito y ejemplos concretos de liderazgo.

Unos compañeros de viaje que han ayudado a numerosas empresas en España a salir al exterior, a gestionar un crecimiento ordenado y, en definitiva, a impulsar pequeñas y medianas compañías a partir de sus conocimientos y de la profesionalización del negocio. Por eso, el papel que va a jugar la industria del capital privado en los próximos meses -y años- va a ser fundamental, en un contexto en el que las turbulencias de la economía mundial auguran periodos de inversión más largos y, consecuentemente, planes de negocio con un horizonte temporal mayor. Esto, a su vez, les obligará a ser más selectivos con las inversiones para lograr los retornos esperados. En definitiva, dejar que la cautela se imponga y perder el miedo a que les acusen de tener un phantom pipeline con el que captar recursos.

Saber adaptarse a una nueva normalidad incierta aprendiendo de los errores del pasado. Hace apenas unos días, un conocido directivo de la industria comentaba la facilidad con la que la mente humana se adaptaba al cambio, pese a que era uno de los elementos que más nos aterraba a todos: “Siempre pensamos que va a ser tremendo y luego sobrevivimos”. Quizá la clave ahora sea plantar cara esta crisis armados con la experiencia y pensar que, en un futuro, esperemos que no demasiado lejano, todo volverá a una “normalidad mejorada”.